Capítulo 10: Situaciones incómodas

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Hoy era sábado y hemos decidido ir Lydia, Adam, Alex y yo a pasar un día en el campo, volveríamos mañana. Desde la tregua que Alex y yo hicimos hace dos días no peleamos tanto, tenemos nuestros piques tontos pero que ahora resolvemos riendo y no estirandonos de los pelos. Es un poco extraño pero pasa mucho tiempo en casa de su hermana y es mejor llevarnos medio bien, somos casi amigos y eso me alegra un poco.

Estaba en mi habitación terminando de meter lo que me llevaría. Metí el pijama, el neceser con el depillo y la pasta dental, las toallitas desmaquillantes y el maquillaje. También metí un vestido negro y unos tacones a juego, con una chaqueta de lentejuelas de varios colores para esta noche por que según Adam habrá una fiesta allí. Y por último pero no menos importante la ropa interior. ¡Ah! Se me olvidaba, un biquini por que cerca de nuestra cabaña hay un lago y nunca se sabe lo que puede pasar. Aunque es invierno, hoy hace un buen día soleado y ni una pizca de aire. El tiempo hoy estaba a nuestro favor.

Cuando lo tenía todo metido cogí mi bolso y mi móvil y salí al salón donde todos estaban esperando. Iríamos en el coche de Adam todos. Miré el móvil de nuevo para ver si Ryan daba señales de vida, deberia de haberle pedido yo también su número. El caso es que desde que lo conocí no me ha enviado ni un mensaje para que me guarde su número. Suspiré. No es que sea amor a primera vista pero me resultaba agradable y creí que podíamos pasar algún que otro rato divertido juntos. Tendré que irme olvidando de que eso suceda.

-¿Que ocurre? -preguntó Alex poniéndose a mi lado-. ¿Tu príncipe azul no llama? -se rió y lo miré fulminandolo con la mirada. Inmediatamente se calló-.

Bajamos abajo y nos metimos al coche de Adam. Lydia y yo en los asientos traseros y Alex delante con Adam. Los viajes en coche solían aburrirme mucho pero éste fue distinto. Estuvimos todo el viaje cantando y hablando de cosas que carecían de sentido alguno. A veces Alex me miraba por el espejo retrovisor y me sonreía, yo simplemente bajaba la cabeza tímida. No entendía en algunos momentos su actitud conmigo.

***

Llegamos a las cuatro de la tarde ya que paramos para comer porque Lydia se moría de hambre. También he de admitir que el campo estaba un poco lejos pero merece la pena. Estaba todo repleto de grandes árboles y flores preciosas por todos lados. Es un buen lugar para desconectar. A lo lejos se podían ver las cabañas. Era como una pequeña urbanización y me encantaba estar aquí la verdad.

Cogimos nuestras cosas del maletero y fuimos a nuestra cabaña. Por las habitaciones no había problemas ya que habían dos, una para Lydia y para mí y otra para Alex y Adam. Guardé mi mochila en mi habitación y dejé a Lydia descansar por que le dolía la cabeza. Salí al salón y me senté al lado de Alex. Adam estaba sentado en un sillón monísimo que había de color azul eléctrico.

-Voy a por algo de comer. -dijo Adam levantándose del sillón-.

Miré a Alex que llevaba a su boca una cucharada de helado de chocolate y antes de que pudiera meterse la cuchara en la boca se la quité y me comí yo el helado. Él se quedó ojiplático por lo que acababa de hacer y yo le devolví la cuchara con cara de niña buena que no ha roto un plato en su vida.

-¡Oye! -se quejó-. Este helado es solo mío. -dijo con voz de niño pequeño y yo reí-.
-Anda, dame un poco. -él negó con la cabeza y yo lo miré mal-. Un poco solo.
-Esta bien. -suspiró. Miró triste a su tarrina mientras hundía la cuchara en ella, eso me hizo reír, es como un crío pequeño-. Abre la boca. -hice lo que me pidió pero la cuchara no llegó a mi boca. Alex me había restregado toda la cuchara en la cara. Llevaba la cara llena de chocolate y eso a él le causó mucha gracia .-.
-¡Huye Alex, por tus futuros hijos! -comencé a correr detrás de él por todo el salón, incluido por encima de los sofás pero Alex saltando uno de los sofás se cayó al suelo y me subí encima de él-. Te atrape. -dije sonriendo maliciosamente pero en un momento de despiste el quedó encima de mí tan cerca que nuestras narices podían rozarse -.
-¿Segura? Ahora te tengo yo ati -dijo con una sonrisa seductora-.
-Quítate Alex.
-¿Y si no que? -preguntó y yo me quedé callada sin saber que decir, nerviosa por tenerlo tan cerca. Kelly di algo, ¡reacciona! Alex bajo la vista a mis labios y yo a los suyos. El comenzó a acercarse lentamente y cerré los ojos por instinto. Cuando creí que me besaría alguien carraspeó y Alex inmediatamente se levantó y me tendió la mano para que me levantara. Era Adam, nos miraba con una gran sonrisa y yo juro que estaba colorada por la vergüenza-.
-Em, esto.. yo voy al aseo. -dije nerviosa y Alex asintió-.

Entré al aseo y me miré al espejo. Estaba completamente colorada y llena de chocolate. Por dios Kelly, ¿que pensabas hacer? Bueno, ¿que pensaba hacer Alex? Me di un golpe mentalmente. ¿Que crees que iba a hacer, boba? Besarte, está bastante claro. No quiero pensar en lo que hubiera pasado si Adam no hubiese entrado, aunque una vocecita en mi interior gritaba que quería besarlo pero quiero pensar que es la adrenalina del momento. Sí, eso es. No me atrae Alex ni un poquito. Me lavé la cara quitándome los restos de chocolate y me sequé con una toalla. Volví a salir y me senté en el mismo lugar donde estaba antes. Alex me miró y agaché la cabeza nuevamente avergonzada.

-Lo de antes fue por el calentón del momento, no me gustas Kelly, no te hagas ilusiones. -dijo casi en un susurro y no sé por qué pero eso me sentó como una patada en el trasero.-.
-Ni tu ami idiota. -dije molesta por su comentario-.
-Pero te morías de ganas por besarme. -dijo guiñandome el ojo-.

La decisión de Kelly.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora