Capítulo 11: ¿Celos yo?

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Lydia y yo estábamos en la habitación mirando la ropa que nos pondríamos. Ella se había empeñado en que no me pusiera el vestido y me aseguró que se había traído ropa suficiente para ponernos las dos. Y aquí me hallaba yo, tirada en la cama mirando al techo mientras ella comenzaba a maquillarse pensando seriamente si ir o no ir a esa estúpida fiesta. Nunca he ido a ninguna, casi siempre estaba castigada por portarme bien. Así de raro era mi padre. Tampoco he tenido una amiga con la que irme de fiesta a parte de Lydia en su momento. Solían invitarme a fiestas de cumpleaños pero mi padre las rechazaba todas, he pasado mi adolescencia y mi infancia encerrada en una habitación. Triste pero cierto.

-Kelly, mueve tu culo en este momento hasta aquí, deberías maquillarte o llegaremos tarde. -dijo Lydia un poco molesta por mi actitud. Me levanté para mirarla y ella ya estaba mirándome, con los brazos puestos en jarras y con una mirada realmente aterradora-.
-Deja de mirarme así.
-¿Así como? ¿Como si tuviera ganas de ir hasta donde estás sentada y arrastrarte del pelo para traerte aquí aunque eso signifique llevarte a la fiesta calva? -dijo de un tirón. Lydia comenzaba a darme miedo. Miedo de verdad.-. ¡Por que eso es justamente lo que quiero hacer! -gritó y yo me sobresalté-. ¡Kelly Hamilton, trae tu culo hasta esta silla para maquillarte, YA!
-Esta bien, esta bien. -dije suspirando. Me levanté y me senté en la silla para que pudiera maquillarme-. Que conste que yo no quiero ir, pronto volveré a la cabaña.
-Calla y déjame hacer magía.
-No me maquees como un transformer. -ella rió y comenzó a maquillarme-.

Cuando terminó, me iba a girar a mirarme pero Lydia por poco me pega para que no lo hiciera, quería que me mirara cuando estuviera completamente vestida. Parece la persona más dulce del mundo pero cuando quiere puede ser muy muy agresiva. Y eso me enfurece y me aterra a la vez. *Nota mental: no cabrear más a Lydia. Jamás. *

Me puse lo que Lydia me dijo. Una camisa negra con escote, lo suficiente para que no se viera nada de la zona prohibida, un vaquero oscuro con rotos en las rodillas y que según ella resaltaba mi culete respingón (cosa que me hizo reír) y unas botas negras. Nada de tacón en el campo y tenía razón. Me pegué mentalmente un pesco por traer tal ropa al campo. Tonta Kelly, eres muy tonta.

-Ya puedes mirar mi obra de arte. -dijo frotándose las manos, reí por el acto que acababa de hacer y me dirigí al espejo-.

Me miré y no estaba nada mal. Iba ligeramente maquillada. Base, un poco de color en mis mejillas, rímel y pinta labios rojos para darle un toque atrevido, lo justo y necesario para no parecer un payaso. Me gusta. Lydia me pasó una chaqueta negra y me fijé en ella que también iba guapísima. Me sonrió y las dos salimos al salón donde nos esperaban Adam y Alex.

-¡Ya está bien! -dijo el gorila-. Iba a morirme aquí del sueño y aburrimiento si no saliais de la habitación.

Mi móvil comenzó a sonar y corrí emocionada a la cocina pensando en que podía ser Ryan. Cuando vi en la pantalla un número que no estaba guardado en mi lista de contactos sonreí. Puede que sea él o no sea él, así que Kelly, no te emociones mucho.

-¿Pero vas a contestar ya o qué? Pesada. -dijo Alex y le saqué el dedo de en medio. Ya volvía a ser el imbécil de siempre.-.

Volví mi vista al móvil y descolgué la llamada.

-¿Quien? -dije intentado sonar casual y para nada nerviosa, cosa que no funcionó por que mi voz salió en apenas un susurro-.
-¿Kelly? -dijo al otro lado una voz masculina que a pesar de haber oído una vez podía distinguir perfectamente-.
-Soy yo. -sonreí-.
-Oh, pensaba que me podrías haber dado tu número mal -rió-. Te llamaba por si estabas libre este martes, después de que salgas del trabajo, claro.
-Em, sí. -dije emocionada-. Después del trabajo estaría bien. -sonreí-. Salgo a las 8:30.
-Genial. -dijo y pude notar como sonreía a través de la línea-. Hasta el martes.
-Hasta el martes. -y colgué-.

Me metí el móvil en el bolsillo trasero del pantalón y me encaminé al salón.

-Ya está. -dije cuando llegué-.
-Ahora me cuentas. -dijo giñandome un ojo Lydia cuando salía por la puerta-.
-¿Tu príncipe azul? -preguntó Alex riendo. Lo fulminé con la mirada y se puso serio-. Lo digo en serio, ¿era él?
-Sí. -dije con una sonrisa-. Hemos quedado el martes. -solté emocionada-.
-Espero que no seas de esas que se abren de piernas en la primera cita, si no vaya decepción.
-¿Se puede saber que coño te pasa? -le dije parándome delante de él-. Vuelves a ser el mismo capullo de hace dos días, pensé que éramos casi amigos.
-No quiero ser amigo de alguien como tú. -dijo con asco. Auch, eso dolió un poco-.
-Bien, por que yo tampoco.
-Bien.
-Tienes toda la pinta de estar celoso. -le guiñe un ojo y pasé por delante meneando las caderas.-.

Punto para Kelly.

***

Volvimos de la fiesta totalmente agotados. Lydia se pilló la borrachera de su vida y Adam la tuvo que llevar en brazos hasta la habitación. Mientras yo estaba en la puerta de la cabaña esperando a que el idiota de Alex dejara de compartir saliva y cualquier tipo de gérmenes bucales delante mío con una rubia operada de pies a cabeza. A ver, no estoy aquí por gusto para ver esta escena subidita de tono, es que debo cerrar la puerta y el muy estúpido no tiene pinta de querer entrar. Carraspeé haciéndome notar por décima vez.

-¿Es que te quieres unir, Kelly? -dijo el muy imbécil-.
-Quiero cerrar la puerta y tu me lo estás impidiendo, media neurona. -volvió a despedirse de la rubia y se acercó a la cabaña con una sonrisa seductora-. ¿Que le ves a la plástica esa?
-Tienes toda la pinta de estar celosa. -me guiñó un ojo y entró a la habitación dejándome sola. Estúpido él y los tíos que se creen que el universo debe concentrarse alrededor de su miembro viril. -.

¿Celos yo? ¿De alguien como él? Ni en sus mejores sueños.

La decisión de Kelly.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora