Capítulo 8: Confesiones

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-Kelly, despierta. -dijo una voz a mi lado-. Tienes que cenar. -poco a poco fui abriendo los ojos y me encontré con Lydia que me miraba dulcemente-. Has dormido toda la tarde y tampoco has comido, levantate a cenar.

-Estoy cansada -dije bostezando-.

-Dormirás más cuando cenes, no te robarán la cama -reímos las dos-. Venga, te espero fuera. -dijo caminando hacía la puerta, yo le sonreí como agradecimiento. Se preocupa mucho por mí-.

Me levanté y miré la hora. ¡¿Las 9:30?! ¿Llevo durmiendo desde las 4 de la tarde? Mis tripas rugieron pidiendo algo de comida. Estaba hambrienta. Fui al aseo y me peiné los pelos de loca que llevaba y me hice una cola alta, después hice mis necesidades y salí.

-Por fin te levantas, marmota. -dijo el amigo del gorila que todavía no sé su nombre-. Soy Adam, no hemos tenido la oportunidad de presentarnos antes, ya sabes. -rió. Ah sí, se refiere al día de la pelea con el gorila. Un momento, si Adam está aquí significa que el especimen está aquí.-.

-Kelly. -dije sin más. En ese instante, Alex entró al salón y me miró. Rodé los ojos.-. Lo que me faltaba, debería de haberme quedado en la cama.

-¿Dices algo? No te entiendo -dijo sonriendo de manera falsa, yo como la mujer madura que soy le saqué el dedo de en medio y Adam comenzó a reírse-.

-Parecéis críos. -negó divertido Adam-.

-Que le vamos a hacer si es retrasado el pobre. -dije sonriendo de la misma manera que él lo había hecho antes-.

-Niña pija. -dijo mirandome con odio-.

-Imbécil.

-Fea.

-Bestia.

-Estúp..

-Rectifico -interrumpió Adam-. Peor que los críos. -soltó una carcajada.

-¡La cena está lista! -gritó Lydia desde la cocina-.

La cena se basó en risas, bromas y malas caras por parte de Alex. Quizá le molesta que me lleve bien con su amigo pero me importa un reverendo pepino. Es diferente a él, se le ve un chico amable, simpático y es guapísimo. Le gusta Lydia. Seguro. ¿Por que estoy segura? Por como la mira y por como la trata. No sé mucho del amor pero la mira como mi padre miraba a mi madre. Lydia es una mujer estupenda, guapa, inteligente, amable, buena, todo lo contrario al gorila. Es la mujer que todos quisieran tener. Después de recoger y fregar todos los platos nos sentamos a ver una película de miedo. Sonreí cuando a mitad de la película Lydia se acercó a Adam y éste la abrazó. ¿Que? Que no crea en el amor no significa que no me guste verlo en otras personas. Miré a Alex y me estaba mirando frunciendo el ceño.

-¿Que miras? -le pregunté poniéndole la mayor cara de asco de la historia-.
-¿No te has dado cuenta aún?
-¿De que? -le pregunté sin saber a que se refería exactamente-.
-De lo fea que eres. -susurró en mi oído y luego estalló en carcajadas-.
-Estúpido. -le escupí con odio y el muy cabrón me guiñó un ojo-.

Cuando terminó la película Lydia se empeñó en poner Recuérdame. ¿Véis por que digo que el amor es una mierda? Haces todo por una persona, se lo das todo y te destroza. En este caso el protagonista se suicida pero deja a su pareja igual de destrozada al hacerlo. Me hice una bola y me tapé con una manta y poco a poco, sin quererlo, los ojos se me fueron cerrando solos.

Oí como alguien me llamaba pero me negué a abrir los ojos así que me tapé hasta la cabeza y seguí durmiendo sin importarme quien me llamaba. La persona rió. Noté como me cogían en brazos y yo me pegué más al pecho de la persona.

-Estúpida. -dijo una voz conocida.-.
-¿Alex? -pregunté medio dormida-.
-Sh, duerme. -y sin importarme que fuera él quien me llevaba a mi habitación volví a quedarme dormida-.

****

Como cada mañana me desperté y apagué el despertador. Me levanté, me duché y me vestí. Nada novedoso. Desayuné con Lydia y nos fuimos a la universidad. Llegamos 5 minutos antes y nos dirigimos a nuestra primera clase: Literatura universal. La verdad es que es mi asignatura favorita entre todas las que tengo este año. Nos sentamos a mitad de la clase y esperamos a que el profesor llegara. Mientras que no llegaba decidí divertirme un poco a costa de Lydia.

-Ly,¿te puedo preguntar algo? -ella asintió-. ¿Te gusta Adam? -ella inmediatamente se puso como un tomate y yo empecé a reír-. Entonces mis sospechas eran ciertas.
-No, no, no te confundas. No me gusta Adam.
-¡Oh que falsa! -grité-. Si estás colorada como un tomate, acéptalo. -dije riendo-.
-¡Vale, vale! Un poco solo. -dice poniéndose más roja aún y yo grité emocionada-. ¡Deja de gritar!
-Perdón. -sonreí-. Tu también a él. -aseguré-.
-Yo a él nada, no hagas de Celestina Kelly. -dijo señalándome con el dedo-.
-Tu a él también, ¿no has visto como te mira? -antes de que me pudiera contestar el profesor entró a la clase-. Tenemos una conversación pendiente -susurré guiñandole un ojo-.

Alex:

Adam y yo llegamos 5 minutos antes a la universidad. Kelly y mi hermana iban entrando y me quedé mirándola. Me saca de mis casillas pero ayer sé que con lo que le dije me pasé. Lydia y yo sabemos que lo ha pasado mal con lo de su madre y yo tuve que recordárselo. La hice llorar y me arrepiento por eso aunque nos llevemos mal no me gusta verla mal y menos por mi culpa. Cuando me fui de Nueva York siempre soñaba como sería el momento en que nos reencontraramos de nuevo, de pequeño siempre tuve una especie de necesidad de cuidarla pero ella me ignoraba, por eso siempre estaba molestandola. Entramos a nuestra primera clase: Biología. Nos sentamos al final de la clase y miré a Adam.

-Adam, ¿te puedo preguntar algo? -asintió dudoso-. ¿Te gusta mi hermana? -por favor que me diga que no. No es que me moleste que ellos se gusten, es algo raro, supongo.-.
-Em.. no. No me gusta. -dijo nervioso-.
-Oh dios, te gusta mi hermana. -dije apoyando mi cabeza encima de la mesa-.
-Te he dicho que no, tío. No te preocupes. -dijo palmeando mi espalda-.
-¡Mentira! -grité-. Has arrugado la nariz, eso significa que mientes. -Adam empezó a ponerse colorado y eso era lo último que me quedaba por ver para asegurarme de que mis sospechas eran ciertas.-. Pero mírate, ¡si estás como un tomate!
-¡Esta bien! Me gusta. -dijo suspirando-.
-¡Lo sabía! -grité-. Me has mentido.
-Y ati Kelly. -dijo guiñandome un ojo-.
-Que chiste más bueno, tío. -dije riendo-.
-Te gusta mucho, por eso todo el día estás molestandola. -lo fulminé con la mirada y en ese momento entró el profesor-.
-Esta conversión no está terminada. -dije mirándolo mal-.

La decisión de Kelly.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora