Capítulo 25: Día especial

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Ha pasado una semana desde la llamada de mi padre y su frase todavía no puedo quitármela de la cabeza, sigue torturándome y persiguiéndome donde quiera que voy. Pero hay una persona que me ha ayudado a olvidarme por momentos de esa llamada. Alex. He pasado con él toda la semana sin separarme ni un día. Anoche le conté todo lo de mi padre, y cuando digo todo es todo y decidió quedarse a dormir conmigo. Mi semana ha estado llena de tristeza y alegría al mismo tiempo, besos, abrazos, cariño, peleas.. Mi cuerpo entero se ha puesto en alerta, siento algo rápido por él y no debería de ir tan rápido, no quiero estrellarme pero cuando lo veo y estoy con él parece no importarme el poder salir mal parada de esto que tenemos tan especial. Como en este momento. Es como si el mundo se detuviera.

Abrió los ojos encontrándose con los mios, que ya lo miraban. Sonrió y yo le sonreí también, pero de manera triste y quité mi vista de él.

-¿Que ocurre? -preguntó dulcemente-.

Lo volví a mirar. Estábamos muy muy cerca y su brazo descansaba en mi cintura. Sigo sin evitar lo de ponerme nerviosa cuando está tan cerca.

-Yo no te dejaré sola, Kelly, ni te haré daño. Jamás. -dijo buscando mi mirada-. Te lo prometo.

Sentía como el corazón me empezaba a latir a toda velocidad, tanto que creo que se me saldrá por la boca. No podía articular palabra, solo mirarlo con una mezcla de alegría y asombro. Aún así no me salían las palabras.

Eso mismo me prometieron mis padres cuando era pequeña.

Llevé mis manos hasta su mejilla y la acaricié delicadamente. Él sonrió.

-¿Lo dices en serio? -pregunté con tristeza. Él asintió seguro de sus palabras -. Ojalá algún día pueda creerte. -dije separándome de él.-. Voy a darme una ducha. -no recibí respuesta pero me miraba fijamente-. Gracias por todo Alex.

Cuando fui al baño, apoye mi espalda en la puerta y baje lentamente hasta llegar al suelo. Apoyé la cabeza entre mis piernas.

Me cuesta creer en las promesas. Al final todo me acaba saliendo mal y las personas que quiero se alejan de mí.

¿Vas a dejar algo que te hace sentir bien por el miedo a ser  abandonada?

Negué con la cabeza mientras una lágrima caía por mi mejilla. Me estoy volviendo completamente loca.

****

Cuando salí del baño, Alex estaba sentado en la cama poniéndose las zapatillas deportivas. Me apoyé en el marco de la puerta, el me miró y volvió a lo que estaba haciendo.

-Yo ya me iba. -dijo cuando terminó sin levantarse de la cama aún-.

La pregunta se volvió a repetir en mi mente: ¿Vas a dejar algo que te hace sentir bien por el miedo a ser abandonada?

No, definitivamente no. Antes de que se levantara me lancé a él haciendo que callesemos a la cama y lo besé, él me correspondió al momento.

-Tengamos una cita. -dije entre besos, el rió-. Donde quieras.
-Odias las citas.
-Contigo he dejado de odiar muchas cosas. -se alejó y me miró con un brillo especial en los ojos, me sonrió y yo le sonreí también. Me besó de nuevo-.

Podrá salir bien o mal, pero se que Alex es una de esas personas por las que merecerá la pena sufrir.

***

Estaba parada frente al espejo inspeccionando mi ropa. No sé donde me llevará Alex por lo que me he decidido por un vestido no muy estrecho manga al codo con una chaqueta de lana granate y mis converse negras. ¿Voy poco arreglada o demasiado? Suspiré.

-Estas perfecta. -dijo la voz de Alex sorprendiéndome. Lo miré y sonreí. Se acercó a mi y dejó un pequeño beso en mis labios-. ¿Vamos? -me volví a mirar al espejo-. Deja de mirarte. -yo reí. Cogí mi bolso y salimos de casa-.

Durante el camino íbamos en silencio pero no un silencio incómodo. A veces nos mirábamos y nos sonreíamos. Tenía una mano en el volante y la otra entrelazada con la mía mientras la acariciaba con su dedo pulgar. Yo miraba nuestras manos repitiendome mentalmente que esto es lo que me hace sentir bien. Alex me hace sentir bien y no hay por qué tener miedo.

-Llegamos. -dijo con una sonrisa, soltó nuestras manos y cuando fui a quitarme el cinturón su voz me frenó-. Espera, no tan rápido.
-¿Que?
-Tengo que ponerte esto. -dijo enseñando un pañuelo-.
-No tengo frío, gracias. -el rió-.
-En los ojos tonta. -sonreí-.
-Pero eso es muy cursi. -él me miró mal-. Vale, vale, tu mandas.

Me ayudó a bajar del coche y me llevaba cogida de la mano para que pudiera seguirlo. Después de quejarme y hacerlo enfadar un poco me quitó el pañuelo. 

-Vaya, es un lugar precioso. -dije sonriendo mientras miraba a mi alrededor. Era como un bosque lleno de árboles y flores con un pequeño lago. Las hojas de los árboles se habían caído por el viento y eso lo hacía aún más bonito y las estrellas desde aquí se veían perfectamente bien-.
-¿Si, verdad? -asentí-. A este lugar siempre venía Lydia cuando se enfadaba con mis padres. Me lo enseñó y ella dejó de venir pero yo no. -sonrió-.
-Ahora también vendré yo. -reí-. Gracias por enseñarmelo.
-También traigo la cena. -sacó unas bolsas del Mcdonald's y yo reí-.
-¿En serio? -asintió-. Eres increíble. -dije sonriendo. Se acercó a mi y me dio un beso en la frente-.

Mientras cenábamos Alex me contaba cosas de cuando vino aquí y yo lo miraba como si fuera lo más importante que me pueden estar contando en este momento. Vine aquí con el pensamiento de no tener nada con nadie, solo tenía en mente estudiar pero el destino quiso ponerme de nuevo a Alex en mi vida y no sabe lo agradecida que estoy por que por primera vez siento que estoy viviendo, que estoy haciendo lo que me apetece en cada momento.

Alex colocó una manta sobre la hierba y se acostó sobre ella. Yo seguí sus pasos y me acosté a su lado. Apoyé mi cabeza sobre su pecho y él coloco sus brazos alrededor de mi cintura. Cerré los ojos disfrutando de la sensación. No hablábamos, no hacia falta.

-¿Te puedo confesar algo? -dijo después de varios minutos. Asentí-. Sabía que eras tú desde el primer momento que te vi. -lo miré-. Pensé en decirte algo pero siempre me ha gustado verte cabreada -le di un pequeño golpe y el soltó una carcajada-. Creía que no te volvería a ver pero pasaba por la cafetería para confirmarme que trabajabas ahí y por eso llevé allí a Lydia. -sonreí y lo abracé más fuerte-. ¿Es pronto para decirlo?
-¿El que?
-Te quiero Kelly -sonreí y negué. Lo volví a mirar y le acaricié la mejilla. Él se acercó a mi lentamente y me besó-.

Lo mejor de las personas maravillosas, a parte de ellas mismas, es descubrir lo maravilloso que tienes tú a su lado. Alex es una de esas personas.

La decisión de Kelly.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora