•26•

2.4K 88 4
                                    


-¡Matthew!- grite, viendo mi reflejo en el espejo. Tenía un ojo maquillado, con la línea negra y el otro no.

En los camerinos, esto era un gran desastre. En realidad, gran desastre es poco. Todos los estilistas corren de un lado para el otro, gritando cosas que ni ellos entendían y llevando cajas repletas de maquillaje.

Matthew regreso conmigo y siguió maquillando mi ojo derecho. Mire mi reflejo en el espejo, de nuevo. Es decir, yo siempre me veo bien. Pero wow. El maquillaje que Matthew Steven había hecho para mi era hermoso. Me veía...como un ángel de victoria's Secret.
GiGi me lanzo un beso y conecte mis ojos con los de ella. Antes de poder llamarla, fue arrastrada hacia los camerinos personalizados. Suspire, mordiendo mi labio inferior. Lo mastique un poco antes de que Matthew me pegara en el brazo.

-¡Mi obra maestra, Jenner!- chillo. Deje de morderlo y el me paso un labial claro, indicándome como pintarlo.-Igualita a Kenny.

Di un suspiro largó y espere lo que fueron unas dos horas, escuchando a Matthew sobre como se debería ver un VS; Natural, pero no recién levantada. Envidiable, pero no como una Barbie.

Cuando el último mechón de mi cabello cayo en mi espalda, Matthew me tomo del brazo y me llevo a un camerino completamente blanco, y este en vez de tener alguna ventana, estaba cubierto de espejos. Por los que veía mi cuerpo completo en cuatro paredes.

-Bueno, Kie, queremos que noten tu presencia, pero que no te robes el show- movió las manos, dándome la espalda mientras buscaba mi atuendo.-No lo mal intérpretes, pero tienen que resplandecer chicas como Kendall, o GiGi. Es su primera vez aquí, como modelos oficiales. Debes estar más hermosa de lo que ya eres, digo, La Gran Kirstie Jenner estará modelando.

Sonreí levemente. Me agradaban sus halagos hacia mi, sonrojandome levemente. Recibo millones al día, pero recibirlos de un estilista de Victoria's Secret no se siente nada mal.

-¡Bingo!- salí de mis pensamientos cuando Matthew se paró frente a mi, mostrándome un conjunto rosa claro.-Deberías comprarme una mansión en los Hamptons, esto se verá divino en ti.- dio un grito que me hizo sonreír también, contagiando su emoción.

Me llevo a la pequeña puerta blanca, metiéndome allí e indicándome como ponerme el conjunto.

Me dio la delicada tela con encaje en mis brazos. Cerró la puerta, advirtiéndome de que si algo no sonaba como debería sonar, el estaría al otro lado. Suspire, sacando mi nata rosada y dejándola en la percha blanca. Primero, metí mis piernas en las bragas, subiéndolas y ubicándolas para que llegarán hasta mi cadera. Tome el sujetador con encaje también y lo pase por mis brazos.

No tenía espejos en esta pequeña habitación para mirarme, pero cuando abrí y cerré la puerta detrás de mi, Matthew giró la cabeza y aplaudió, dando saltitos hacia mi.

-¡Dios! ¡Lo sabía! ¿No lo sabía, Kie? ¡Claro que lo sabía!

Giro mi cuerpo, haciendo que mis ojos dieran con mi cuerpo reflejado en el espejo.-Admirar.

Bueno. ¿Cómo digo esto sin sonar demasiado irritable?
Dios, si, me veo genial.

Una sonrisa escapo de mis labios y recorrí mi cuerpo con la mirada. El sujetador hacia que mis pechos se vieran un poco más grandes, alzándolos un poco. Mi vientre de veía plano -hasta me vi un poco delgada- y mi trasero se veía...increíble. Mis piernas jamás las había visto tan largas y bronceadas.

No boca se abrió, reflejando mi sorpresa.-¿Ves? ¿Ves? Te lo dije. Ahora sal, y demuestrale a todas esas perras que no eres ángel de victoria's Secret y que te ves divina. Me dio un leve golpe en mi trasero, empujando me fuera de la sala.

«La Tercera Jenner»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora