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-Me lo merezco- musito Nathan con una mueca, tocando su mejilla.

Fruncí los labios y gruñí.

-¿Cómo pudiste traer a Lucy contigo? ¡A un Bar!- mi mano picaba, por lo que la sacudí.

-No lo se.

-¿Cómo que no lo sabes?- bufe.

-Si, eso. No lo se. Yo no la invite. Ella decidió venir.

-¡Es tu hermana, idiota!- pellizque su brazo desnudo y trague fuerte.

-Eso no me lo merecía- se recostó en la banca y sus músculos se movieron.

-No sabes lo que te espera- murmure, antes de indicarle que pasara su brazo por mis hombros. Trague saliva cuando sentí su peso sobre mi y empece a caminar, arrastrandolo hacia el auto.

Murmuraba cosas sin sentido, y llegue a arrepentirme de estar aquí cuando paso sus labios por mi mejilla.

-Nathan...

-Eres demasiado delgada. Deberías comer más. Pero te ves sexy de cualquier forma.

-¿Que mierda?

-Si. Quiero deciiir, creo que estas muy delgada.

Ignóralo, Kirstie. Sólo ignóralo.

***

-Gracias por todo, Kirstie, enserio. Eres la mejor- le sonreí aún sonrojada a Lucy, y puse mi cabello detrás de las orejas. En todo el camino, Nathan estuvo sobre mi la mitad del tiempo, murmurando cosas como que olía muy bien o que desearía tener un peluche con mi cara. Raro.

La otra mitad del tiempo, estuvo preguntando porque no podía besarme.

Y es que ya no puedo con tanto. Un chico tan guapo, ¿Rogando para besarme?

Nathan aparto a Lucy de la puerta, y vi como ella corría dentro de la casa. Pequeña traidora.

-Oye,- mis ojos chocaron con los suyos y sonrió -¿Quieres quedarte?

Abrí la boca, atónita y volví a cerrarla. -¿Quedarme? ¿Dónde?- hacerme la tonta no me llevaría a nada, pero ver su expresión sonriente y cabello revuelto no es jugar justo.

-Aquí. Digo, es muy tarde...

-Querrás decir, tenprano.

-Si. Y quiero que te quedes- respira, respira.

-No...no, tengo que regresar. Al hotel. No.

-¿No?

-No- sus labios formaron un puchero, pero asintió, y abrió sus brazos.

-¿Un abrazo de agradecimiento?- mire con los ojos entrecerrados su extraño abrazo, pero me acerque y lo rodee con mis brazos.

Presiono mi cadera, y un segundo después no estuve sobre el suelo.

-¡Nathan! ¡Nathan!- escuche su carcajada mientras me llevaba por un pasillo a dios sabe donde-¡Bajame, maldito!

Empujo mi cuerpo como saco de papas a su hombro y abrazo mis rodillas. Golpee su trasero, que en mi defensa, era lo primero que mis manos tocaron y el respondió con una carcajada, y regreso mi jugada, golpeando mi trasero, también.

-¡Lucy! ¡Lucy! ¡Lucy!- empecé a gritar cual loca. Apuesto a que mi rostro esta totalmente rojo y mi cabello desordenado. Aparté los mechones de mi cara, esperando que la chica delgada de cabellos largos apareciera y de alguna forma, me salvara.

Cosa que, claramente, no ocurrió.

Nathan cerró una puerta, y pude distinguir este lugar como su habitación. Se agachó y al fin pude poner mis pies en el suelo, no sin antes tambalearme un poco.

«La Tercera Jenner»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora