Capítulo 31.

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Narra Megan.


Me despierto al escuchar un golpe que viene de la planta de abajo.


- ¿¡Dylan!? -Digo lo más alto que puedo levantándome de la cama.

- ¡Estoy bien! -Grita y río.

- ¿Qué cojones haces? -Pregunto y lo escucho reír.

- Quería sorprender a mi novia y me ha salido mal la cosa. ¡Baja, no quiero estar a voces!

- Voy.


Cojo mis zapatillas y me las pongo. Salgo de mi habitación y bajo las escaleras para encontrarme con mi hermano en la cocina y ésta está hecha un desastre.


- ¿Qué se supone que haces? -Pregunto riéndome y mi hermano sonríe inocentemente.

- Intentaba preparar algo romántico para Maya.

- ¿Y qué se supone que has intentado hacer?

- Quería preparar un desayuno riquísimo, ella está viniendo hacia aquí y quiero preparar algo que merezca la pena. Pero mira, he dejado la cocina hecha un desastre y por si fuera poco, no tengo nada preparado.

- Bueno, ella está viniendo pero no sabe qué tienes pensado para hacer. Llévala a algún sitio para desayunar, invítale y pórtate como un caballero, ya verás que termina encantada contigo. Bueno, no es difícil estar encantada contigo.

- Ya sé que te tengo loquita cariño. -Dice tirándome un beso y río. -Bueno, según tú, vas a ir a comer con tu novio y tus cuñados, ¿no es cierto? -Dice.

- Sí... -Digo nerviosamente.

- ¿Y por qué no vas ahora y le sorprendes con un gran desayuno?

- Eso suena terriblemente mal.

- Mente sana Megan, mente sana.

- Vale.

- Y tienes sus llaves, ¿cierto?

- Sí.

- ¡Pues ve y sorpréndelo!

- ¿Tú crees? -Pregunto dudosa.

- ¿Por qué dudas tanto?



Y ahí viene la pregunta que me hace pensar.



Anoche... Austin tuvo que irse, no dijo por qué. Y habló con alguien, bueno, precisamente era una chica. Habló con una chica. Ay señor...



- ¿Qué pasa hermanis? -Pregunta Dylan.

- Nada Dylan, estaba pensando.

- ¿Todo bien?

- Sí, sí... todo bien. No te preocupes.

- Vale.

- Entonces... ¿Qué harás?

- La llevaré a desayunar y me comportaré como una persona normal. -Dice y sonrío.

- Eso está muy bien.

- ¿Y tú qué harás?

- Iré a sorprender a mi chico, no creo que pase nada malo por ir, ¿no?

- Claro que no. No es como si tuvieses que salir corriendo de allí.

- Qué tontería. -Ambos reímos y el timbre suena.

Serás mía.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora