Narra Austin.
Camino rápidamente por la calle esquivando a todas las personas que se interponen en mi camino con cuidado de no chocar con nadie. Cuando llego a una calle menos transitada empiezo a correr para intentar liberar todo el enfado que siento en este momento.
No es como un enfado realmente, se siente como si esta situación me decepcionara. Como si esto no estuviese pasando de verdad, como si todos estuvieran en mi contra, una vez más.
Varios minutos después me encuentro en el patio de mi casa golpeando un pequeño saco de boxeo que tengo desde que era prácticamente un niño. Solía jugar con mi hermano a que éramos boxeadores profesionales, siempre terminábamos llorando, que irónico.
Poco después paro de golpear el saco porque un mal golpe hace que mi mano duela como si acabase de rompérmela.
- Genial. -Susurro irónicamente.
Entro de nuevo a la casa y me sorprendo al encontrarme dos pares de ojos azules observándome.
Mierda.
- ¿Qué hacéis aquí? -Pregunto.
- Hemos venido a verte. -Responde mi hermano levantándose.
- ¿Qué te ha pasado? -Pregunta mi hermana acercándose a mi rápidamente.
- Nada grave. -Digo restándole importancia al asunto.
Los observo de nuevo a ambos aún sorprendido por su inesperada visita. No me malinterpretéis, pero es raro ver a tu hermana de quince años y a tu hermano de veintiuno en tu casa, sin avisar antes.
- No nos mires así, idiota. Somos tus hermanos, nos miras como si fuésemos extraños. -Dice mi hermano volviéndose a sentar en el sofá rodando los ojos.
- ¿En serio quieres que no me sorprenda de veros aquí, y encima juntos? Por favor Ash, esto es algo raro de ver.
- Somos tus hermanos, ¿no podemos visitarte juntos alguna vez? -Dice incorporándose en el sofá y mirándome mal.
- Siempre avisáis antes de venir. -Respondo de igual forma.
- Dejad de comportaros como dos completos imbéciles y madurad de una puta vez, agotáis a cualquiera. -Dice mi hermana prácticamente a gritos y Ash y yo la miramos sorprendidos. -¿Qué? ¿Nunca habéis escuchado a una chica decir malas palabras?
- Que orgulloso me siento, hermanita. -Dice Ash abrazándola y yo la sigo observando desde mi asiento.
- A mí no me enorgullece que hables así. -Digo entrecerrando los ojos y ella dirige su mirada a mí de igual forma.
- Pues te jodes, hermanito.
Vaya familia que me ha tocado.
- Bueno pequeña leona, ya que veo que tu queridísimo hermano no me dirá el por qué de vuestra presencia en mi hogar, te voy a pedir amablemente que me cuentes qué hacéis aquí. -Digo poniendo mi sonrisa más dulce y mi hermana rueda los ojos.
- Nos quedaremos contigo una temporada. -Dice encogiéndose de hombros.
- ¿Perdón? -Digo analizando lo que acaba de decirme.
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Serás mía.
RomansaMegan Mitchell, una chica de diecisiete años que solo quiere acabar su último año de instituto en paz. Suele estar enfadada con el mundo, pero también puede ser una de las personas más dulces que pueden existir. Tiene un pasado desconocido y poco a...