- ¡Megan! ¿Qué haces? ¿Vas a bajar o qué?
- ¡Te he dicho que voy, eres un pesado!
Sí, bueno, no solo estoy de mal humor con mi amiga, con mi hermano también. Digamos que mi comportamiento es así siempre, y sí, también sé que debe ser irritante aguantarme. Cuando me dispongo a bajar las escaleras veo a una chica en la puerta hablando con mi hermano. ¿Quién es? ¿Por qué se sonríen tanto? ¿Se gustan? ¡No pienso dejar que mi hermano se eche novia! ¡No, y no!
- ¿Quién es? -Dije cuando ya había terminado de bajar las escaleras.
- Es una amiga... -Dijo Dylan, mi hermano.
- Yo... creo que será mejor que me vaya. Adiós Dylan. -Dijo la chica y se fue.
- Ha huído. No me gusta para ti, hay que quedarse a afrontar los problemas de frente.
- No seas tonta Megan. Anda y vámonos.
- Oye Dylan, ¿cuándo me vas a contar por qué vivimos solos? Tengo casi dieciocho años, podré sobrevivir.
- Te he dicho un millón de veces que no pienso hablar sobre nuestros padres.
- Y yo te he dicho un millón de veces que quiero que me lo digas. Desde que tengo memoria vivo sola contigo. ¡Y eso que me acuerdo de cosas que hice hasta con los tres años! Anda Dylan, dímelo.
- No.
- ¡Pues vale! -Me crucé de brazos y lo miré muy cabreada.
- Megan no te puedes enfadar por eso.
- Me puedo cabrear por lo que me de la gana, ¿o me vas a decir tú ahora también por qué me tengo que cabrear y por qué no?
- ¿Tan difícil es para ti entender que todo esto lo hago por tu bien?
- Oh vamos, ¡si nos abandonaron, si murieron, o si pasó cualquier cosa podré afrontarlo! ¡Ni si quiera los conozco, me gustaría saber por qué!
- Megan, ahora no.
Se metió en el coche y yo me senté en el asiento del copiloto. Aún no puedo entender como mi hermano con tan solo 21 años, se ha hecho cargo de mi durante 15 años. Cuando él tenía seis años sé que llegamos a la casa donde vivimos ahora, pero no recuerdo si llegamos solos o con alguien. No sé el motivo por el que estamos aquí, tampoco recuerdo las caras de mis padres. Ni tenemos fotos, ni nada que nos recuerde a ellos. Más bien, que a mi me recuerde a ellos, porque sé que Dylan sí se acuerda de ellos. ¿Por qué no me quiere decir nada? ¡Necesito saberlo! Quiero saber por qué no he conocido a mis padres y por qué él se ha ocupado de mi. ¡Le estoy muy agradecida por todo lo que hace por mi día a día! Pero también necesito saber cosas sobre mi pasado, mi familia... Pero no tengo nada. Ni si quiera una diminuta pista para poder investigar. No tengo nada.
- Cuando estás tanto rato callada no puede ser nada bueno lo que estés pensando. ¿En qué piensas?
- En las mil maneras para matarte lenta y dolorosamente.
- Algún día me agradecerás todo lo que hago por ti.
- Dímelo.
- No puedo Megan, tienes que entenderlo por favor.
- ¡El único que tiene que entender aquí algo eres tú! ¿Te das cuenta de que no tengo ni la más remota idea de nadie de mi familia? ¡Solo te conozco a ti! Seguro que tendré más familia, primos, tíos, ¡algo! pero si no me lo dices jamás lo sabré. ¿Es que no entiendes que tengo derecho a saber más sobre mi pasado? ¡Quiero y necesito saberlo!
Dylan se quedó callado, sé que no debe ser fácil contarme algo que ha guardado durante tanto tiempo, sé que no debería presionarlo tanto. Pero necesito saber qué pasó en mi pasado. Saber sobre mi familia. Si tengo un primo al que molestar, o una prima de mi edad. ¡Quiero saber algo!
- Hacemos algo... el día de tu cumpleaños, cuando ya tengas los dieciocho, te contaré todo lo que quieras saber. Así que ve pensando en todo lo que quieras preguntarme, porque ese día te responderé a todas tus preguntas.
- Está bien...
- Bueno, ya hemos llegado, allí está Sophia esperándote. Nos vemos luego. -Seguía con un tono muy bajo de voz y no me gusta verlo así. ¿Tan malo es todo lo que tiene para contarme?
- Gracias por traerme y... te quiero.
- Yo también te quiero Megan, mucho... -Volvió a arrancar el coche y se marchó. Dejándome con la cabeza llena de cosas en las que pensar y un sentimiento de culpa que una tarde de chicas no podrá eliminar...
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Probablemente los primeros capítulos sean un poco... no sabría decirlo. Puede que algunos no tengan mucho sentido, o cosas así, pero empezarán a tener más sentido en cuanto la historia siga avanzando. ¡Gracias por leer!
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Serás mía.
RomanceMegan Mitchell, una chica de diecisiete años que solo quiere acabar su último año de instituto en paz. Suele estar enfadada con el mundo, pero también puede ser una de las personas más dulces que pueden existir. Tiene un pasado desconocido y poco a...