Narra Megan.
-¿Estás vestida ya? ¡Quiero verte!
-¡El vestido es muy corto!
-¿Por dónde te llega?
-¡Encima de las rodillas!
-¿A ver?
Salgo del baño y mi amiga me mira exageradamente mal.
-¡Es solo dos dedos por encima de la rodilla! ¡No es tan corto!
-Te voy a matar.
-Tómate esto. -Me pasó un chupito y la miré peor aún de como ya la estaba mirando.
-¡No pienso beber!
-Apenas lleva alcohol, es solo para que se te pase un poco la vergüenza de llevar esa ropa puesta.
-Bueno... vale. -Me lo bebí de golpe y sentí que quería vomitar,que asco. -Esto está asqueroso.
-Ya, bueno, la gente está abajo, será mejor que bajemos.
-Vamos...
Narra Austin.
Llegué a la fiesta de... ¿Sophia puede ser? No lo sé, una chica que está en mi clase y nos ha invitado a todos. La verdad es que esta casa es una auténtica pasada. Es como quince veces la mía, es enorme. Todas las personas de aquí están ya muy ebrias, y eso que la fiesta acaba de empezar. No digo que yo no beba, pero ni yo pierdo la cabeza tan rápido. Mi cabeza se giró por acto reflejo a la izquierda y vi bajar a dos chicas por las escaleras, desde aquí aún no podía verles la cara hasta que no bajasen un poco más. Pero supongo que una de ellas debe de ser la anfitriona de la fiesta, ya que todos la están aplaudiendo. Pero quien más me llama la atención es la otra chica, tampoco le veo la cara, pero lleva un vestido azul oscuro y los brazos cruzados.
¿No quiere estar aquí?
Que irónico. Es como si estuviese obligada a estar aquí.
Cuando ambas empiezan a bajar un poco más los escalones ya puedo ver claramente quienes son y mis ojos se abren como platos al ver a la dueña del vestido azul. No puede ser, ¿Megan está aquí? Imposible. Quería empezar a reírme como un auténtico desquiciado porque no me extraña que no quiera estar aquí. Y no, no es que la conozca. Pero sé que es una antisocial con todas sus letras porque estoy sentado a su lado y escomo si no existiese para ella. Sinceramente, no me molesta que me ignore. Pero sí me llama bastante la atención, porque es que es como si verdaderamente yo no estuviese ahí en ningún momento y ella estuviese sentada sola. Demasiado pensar en ella por hoy, necesito beber algo.
Después de media hora y unos siete chupitos, sigo sin apartar la mirada de ella. Se sentó en un sillón y no se ha movido de allí para nada. Me encantaría ir a hacerle compañía, vaya alegría que se llevaría, ¿no? Me reí por mi mismo pensamiento y volví a fijar mi mirada en ella. Un chico se le había acercado y le ha ofrecido una copa de algo. ¿Qué le habrá dado? ¿Por qué tengo la necesidad de levantarme y matar a golpes a ese tío? Supongo que necesito pensar en otras cosas para que no se me amargue la fiesta.
Vale, esto ya si que no, después de otra hora más me encuentro al lado de una mesa intentando bajar a la chica que se ha subido a bailar.
-¡Megan, baja de ahí!
-Anda, pero si eres mi compañero sexy de sitio, ¿no quieres bailar conmigo un rato? -Madre mía que borracha está.
-Si bajas de ahí y vienes conmigo bailaré contigo.
-Vale. -Se bajó sin protestar y la agarré de la mano para sacarla de todo el montón de chicos que habían rodeado la mesa para verla bailar.
-¿A quién se le ocurre ponerse a bailar de esa forma encima de una mesa? ¡Había un montón de chicos que podrían haberte hecho algo o haberte dicho algo! ¡O no sé! -Se acercó a mi acortando muchísimo nuestra distancia, podía sentir su respiración en mi cara y a mi me empezaba a faltar el aire.
-Que mono eres preocupándote por mi. -Me sonrió. -Pero resulta que estabas ahí para protegerme de todos esos chicos, eres mi héroe.-Se acercó aún más para besarme pero no puede pasar esto, no estando en este estado.
-No. Megan, no.
-¿Por qué no? ¿No te gusto?
-No es eso, no quiere que me beses estando en este estado, quiero decir, ¡estás borracha! yo también he bebido y bueno yo... ¡no sé ni lo que estoy diciendo! No puedo pensar con claridad. -Se acercó rápidamente haciendo que ambos termináramos besándonos. La apartaría, pero no tengo fuerza para hacerlo, ni tampoco quiero hacerlo.
-¿Te lo estás pasando bien en la fiesta? -Dijo riéndose.
-Eh... -No sabía que contestar seguía en shock.
-O bueno, cambio la pregunta, ¿ha mejorado desde que llegaste o ha empeorado? -Otra vez sentía su respiración en mi cara y esto estaba empezando a acabar conmigo poco a poco.
-Ha mejorado.
-¿Sí? -Dijo sonriendo con autosuficiencia.
-Sí.
-¿Cuánto ha mejorado?
-Demasiado. -Ahora fui yo el que la besó a ella, estoy perdiendo la cabeza por completo, no puedo pensar con claridad y no quiero hacerlo, mientras que nos sigamos besando de esta forma no pienso volver a pensar con claridad jamás.
-Yo nunca había bebido, aunque me alegro de haberlo hecho.
-¿Por qué?
-Porque estás aquí, conmigo... -Dijo susurrándome al oído.
-No hagas eso.
-¿Por qué?
-Porque no sé si podré aguantar, ¡no tengo tanto aguante!
-¿Qué quieres hacer?
-Quiero besarte.
-¿Por qué? -Dijo sonriendo.
-Porque lo necesito.
-Tendrás que ganarme para poder conseguir eso.
-No quiero conseguir solo eso.
-Entonces, ¿qué quieres conseguir?
-Quiero besarte hasta que ambos nos quedemos sin aire. -Sonrió.
-Tendrás que ganarme igualmente.
-Te ganaré.
-¿Cómo estás tan seguro?
-Porque sé que serás mía.
-Repítelo. -Dijo sonriendo. Es imposible que ella esté tan borracha y yo esté tan consciente y esté diciendo todo esto.
-Serás mía.
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Serás mía.
RomanceMegan Mitchell, una chica de diecisiete años que solo quiere acabar su último año de instituto en paz. Suele estar enfadada con el mundo, pero también puede ser una de las personas más dulces que pueden existir. Tiene un pasado desconocido y poco a...