Capítulo 3

17.9K 1.1K 7
                                    


  Era el segundo día de Kate en aquel establecimiento y se encontraba observando a John Royals detenidamente desde su posición. El soldado estaba haciendo abdominales cuando de repente se levanta, se quita la camisa gris sudada, la tira al piso y vuelve a hacer abdominales. La sargento Manson observó como sus músculos se contraían cada vez que su espalda se separaba del piso y suspiró.

—¿Sucede algo sargento? —el cabo Carter se posicionó a su lado adoptando la posición de firmes.

—Descanse cabo —Kate lo miró y automáticamente Erik separo sus pies y llevó sus manos a su espalda. La sargento Manson recorrió con la mirada a todos los soldados, negó con la cabeza y se giró hacia el cabo Carter—. Le dejo a cargo ¡¡No puedo ver más a estos enclenques!! —gritó lo suficientemente fuerte para que los soldados la escucharan y por el rabillo del ojo apreció como todos intentaban adquirir más velocidad en sus ejercicios a lo que Kate sonrió, pues le gustaba ver el esfuerzo de los reclutas. Manson miró por última vez al soldado Royals y se dirigió a su habitación, «tengo que saber más de él».


Kate salió en busca de su Hummer y se subió en el después de haber ido por su móvil a su habitación; no debían descubrirla con un teléfono celular o tendría graves problemas con los militares que ella no conocía. Buscó el número de uno de sus colegas y lo llamó.

—¿James?

—¿Qué sucede linda? —contestó el moreno de forma seductora por lo cual Kate rodó los ojos, «con este hombre no se puede tener una charla normal».

—Te necesito —Kate iba a seguir hablando cuando fue interrumpida por su amigo.

—He esperado toda mi vida para oír eso, ¿cuándo y dónde? —Kate logró escuchar como James soltaba una pequeña risa.

—Es en serio —dijo Kate con una sonrisa.

—Oh, ¿qué sucede? —James se aclaró la garganta y su voz se hizo profunda como normalmente es.

—Quiero que investigues alguien, pero que nadie de la agencia se enteré —susurró Kate.

—¿Por qué?

—Luego te explico, ¿puedes hacer eso? —Kate suspiró después de que James no contesto—. Por mi —dijo Kate agudizando su voz.

—¿Qué me das a cambio?

—Nada.

—OK, lo haré —Kate soltó una pequeña risa y suspiró.

—Quiero que investigues todo acerca de John Royals.

—¿Todo? —Kate supo que James fruncía el ceño aun sin verlo.

—Todo —y entonces colgó, no podía excederse o la descubrirían con los monitores del establecimiento.

Kate volvió a suspirar y recargó su cabeza en el asiento y decidió mandarle un mensaje a James con la dirección de correo electrónico a la que quería que le enviará la información. Miró al frente, a través del parabrisas de su todoterreno y miró entre unos árboles una mancha negra. Kate frunció el ceño y se agachó para ocultarse, levantó la vista sólo un poco —lo suficiente para ver por encima del tablero del auto— y entonces notó que estaba siendo apuntada con un fusil de francotirador.

—Mierda —susurró.

Kate se deslizó hacia los asientos traseros del auto cruzando entre los delanteros, deslizó su mano por debajo de ellos y sacó un silenciador, desenfundó su Beretta y se lo ajustó. Asomó un poco la cabeza por el lateral del asiento del piloto, cuando estuvo segura de que el francotirador no la miraba abrió la puerta del auto, bajó de forma veloz y se dirigió a la parte trasera de este. Se agachó y miró por debajo del auto al francotirador. Abrió la parte de atrás de su H3 y sacó un fusil de francotirador de el. Se tiró al piso, de nuevo observó al francotirador por debajo del auto; a través de la mira telescópica de su fusil y se quedó ahí, observándolo, notando que no se movía. Kate se levantó y tomó su Beretta de nuevo, deslizó su francotirador debajo del auto para que nadie lo viera y caminó por el lateral del copiloto del vehículo —donde el francotirador no tenía ángulo—, alzó levemente la cabeza por encima del capó y observó de nuevo; nada. Kate frunció el ceño y corrió lo más rápido que pudo hacia la cerca sabiendo que era un blanco fácil y le estaba dando un tiro casi perfecto al sujeto. Kate enfundó su arma y escaló la cerca, saltó por encima de los pinchos y cayó de cuclillas desenfundando inmediatamente su 92. Esperó una vez más por algún disparo, un sonido de movimiento o el dolor de una bala pero se sorprendió al recibir la misma respuesta que anteriormente: nada.

   Se encontraba entre un montón de matorrales y césped largo lo cual era un punto para ella, ya que llevaba el uniforme militar de tonos verdes. Kate se levantó lo suficiente para poder correr agachada y se acercó a la ubicación del francotirador con su arma en mano. Al llegar no se esperaba encontrar al francotirador muerto y ya en proceso de descomposición. Kate se acercó más a él observando que tenía una bala en la nuca, y por el olor y el aspecto tendría unos tres días allí; estaba acostado boca abajo, su cabeza caía sobre el francotirador el cual estaba en un soporte manteniendo el cañón del fusil en alto, «por eso creí que me apuntaba». Kate frunció el ceño «¿Quién lo pudo haber matado? ¿Y qué hacía él aquí?». Kate enfundó su arma una vez más, sacó su móvil, tomó fotos de la escena y llamó a James de nuevo.

—¿Me necesitas de nuevo?, ya sabes que sólo tienes que decir cuándo y en dónde y estaré ahí chiquita —entonces Kate lo interrumpió.

—Tengo a un muerto y no fui yo.

—¿En dónde? —Kate escuchó el crujir de un sillón de cuero y se imaginó a James incorporándose de repente con su copa de vino caro en la mano.

—Fuera del establecimiento militar que está al sur del país; entre los árboles.

—¡¿Qué?! —James estaba atónito y Kate lo podía notar, era nuevo en el área y era muy eficaz, pero nunca ha visto un cadáver antes.

—No sólo eso; lleva como unos tres días aquí. Que alguien se lo lleve sin que se note James, aquí pasa algo raro. Envíame la información del sujeto que te dije lo más pronto posible, adiós —Kate colgó y miró por última vez el cadáver. Observó los alrededores con el ceño fruncido y dio media vuelta. Caminó hasta la cerca, la saltó, sacó su francotirador debajo de su H3, lo dejó en su lugar y activo la alarma de su auto. Dejó todo justo como estaba antes de que ella viniera excepto el silenciador de su 92 el cual llevaría consigo ya que suponía; lo iba a necesitar.


«Segundo día, primer muerto» pensó mientras se dirigía a las puertas de aquel establecimiento aún con el ceño fruncido.



La Agente Kate Manson (Borrador)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora