Capítulo 4

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Kate entró a su habitación con aquel cosquilleo detrás de las orejas que se había hecho presente unos momentos atrás —cuando miró el cuerpo de aquel hombre muerto tendido en el suelo—. Cerró la puerta con seguro y escondió su móvil —no sin antes apagarlo— en el armario; entre las armas. Se tiró sobre su cama suspirando, comenzaba a hacérsele un hábito y eso no le agradaba.

—¡Es hora de ir comer! —pasó una vez más el hombre del día anterior gritando por los pasillos y Kate se levantó para dirigirse al comedor.


Después de haber comido en silencio Kate volvió a su Hummer para buscar su ordenador portátil y una banda ancha móvil; con suerte y lograría interceptar alguna señal desde su habitación, sino tendría que buscar algún punto muerto, además de su Hummer, donde la seguridad del establecimiento no la pudiera alcanzar. Guardó las cosas en una bolsa negra que llevaba al hombro y entró sigilosamente al establecimiento hasta llegar a su habitación. Una vez puesto el seguro en la puerta Kate se dirigió al armario, sacó su móvil, lo encendió y se movió por la habitación en busca de cobertura.

   Suspiró al darse cuenta que no había punto muerto como ella ya esperaba y bajó de la cama donde se encontraba parada con el móvil en alto, «había que intentarlo». Justo cuando Kate cerró el armario donde había guardado todos los aparatos electrónicos —ahora apagados— escuchó un grito aterrorizado. Kate salió de su habitación y corrió con el cuerpo inclinado ligeramente hacia el frente Sigilosamente se acercó al lugar de donde ella supuso que estaría el dueño de aquel grito y recorrió un par de pasillos hasta llegar a una habitación con la puerta entre abierta.

—¡¿Qué haces?! ¡¿Qué es lo que quieres?! —Kate asomó la cabeza por la abertura de la puerta y notó la espalda de un hombre vestido de negro que le impedía ver más allá de él. De pronto observó como un hombre de cabello oscuro caía sentado en al piso desde la cama y se arrastraba de espaldas con sus manos, mientras sus pies se deslizaban por el suelo de forma aleatoria.

El hombre de negro giró siguiéndolo con un arma de fuego y Kate desenfundó su Beretta, se incorporó, apuntó a la cabeza del sujeto y de una patada abrió completamente la puerta de la habitación. El hombre volteó en su dirección abruptamente y Kate lo observó por unas milésimas de segundo; ojos oscuros, calvo, con algunas arrugas, de unos 35 a 38 años, casi un metro noventa, mandíbula cuadrada, cejas pobladas, con barba y bigote bien cuidados.

—¡Baje el arma! —Kate lo miró fijamente a los ojos con su semblante endurecido y el ceño levemente fruncido. El hombre le dedicó una sonrisa para luego alzar su arma y apuntarle, Kate rápidamente movió la mira de su arma que antes apuntaba a la cabeza del sujeto y que ahora su objetivo era el brazo derecho en el cual sostenía una revolver. Tiró del gatillo y el hombre soltó un grito de dolor al mismo tiempo que soltaba el arma. Kate se acercó a el cuando este cayó de rodillas al piso y con un extremo del silenciador de su Beretta tocó la frente del sujeto. Pateó la revolver la cual se deslizó de forma contraria al sujeto sentado en el piso el cual se encontraba mirando la escena con horror—. ¿Quién te envió? —Kate notó como el hombre dirigía su mano izquierda detrás de su espalda y logró apreciar una granada—. ¡Hijo de perra! —y antes de que el hombre accionará la granada Kate tiró del gatillo, perforando el cráneo del sujeto con una simple y rápida bala; dejándolo muerto al instante. Kate bajó su arma y miró como el cadáver caía de lleno al piso con un ruido sordo frente a ella y la granada rodó varios centímetros lejos del cadáver. Suspiró y guio la mirada hacia el hombre sentado en el piso—. Ni una palabra de esto a nadie soldado Royals, más le vale mantenerse callado ¿entendido? —John la miró aterrorizado y asintió frenético creyendo que sería también asesinado si habría la boca.

   Kate enfundó la 92 en su arnés y miró el cadáver del hombre, asintió para sí misma y se dirigió al soldado Royals.

—Salgamos de aquí. Me encargaré de que alguien limpie esto y por ahora te vienes conmigo —Kate salió de la habitación y esperó a que John también lo hiciera, tomó la perilla de la puerta y la cerró. Suspiró con los ojos cerrados y fue en busca del comandante Jankins siendo seguida por el soldado Royals. Tenía que arreglar las cosas para que dejarán pasar a su equipo forense sin hacerse notar y ellos se llevasen el cuerpo para identificar al sujeto.


Todos estaban afuera entrenando incluyendo a Kate, quien se encontraba escalando un muro de cemento. En esos precisos momentos su equipo forense estaría llevándose el cadáver gracias al comandante Jankins quien sacó a todos fuera con la excusa de una evaluación de habilidades, para que de esta forma se llevara a cabo la extracción del sujeto muerto sin problemas.

—¡¡¡Más rápido!!! ¡¡¡Mi abuela lo puede hacer mejor que ustedes!!! —Kate sonrió ante aquellas palabras, el comandante Jankins tenía el hábito de comparar a los nuevos reclutas todo el tiempo con su abuela y eso a ella le hacía gracia. Cuando por fin llegó a la cima del muro, Kate se deslizó por el y saltó para alcanzar una soga que colgaba, la tomó y se balanceó hacia el frente hasta tocar con una red a la cual se lanzó y se sujetó. Ascendió y cruzó por encima de ella para descender por el lado contrario hasta tocar el piso dando fin así al circuito—. Felicidades sargento Manson; es la primera en completar el circuito, puede retirarse —Kate lo saludó llevándose una mano cerca de la frente, poniendo juntos sus pies y recta su espalda, luego se adentró en el establecimiento para darse un baño. Estaba lloviendo y se había ensuciado con barro, sin mencionar la cantidad de sudor que le produjo tanto ejercicio. Pero antes se dirigió a la habitación del cabo Royals y abrió la puerta, observó el lugar el cual estaba completamente ordenado y limpio; como si ahí nunca hubiese ocurrido nada de lo que realmente sucedió. Kate asintió para sí misma con satisfacción por el impecable trabajo de su equipo, seguido cerró la puerta y se dirigió a su habitación por ropa limpia para darse una buena ducha.


«Debo felicitarles, lo hicieron bastante bien, hablaré con ellos después sobrela identidad de ese hombre». Kate se permitió relajarse un momento dentro de laducha, dejó que el agua corriera libre por su esbelto cuerpo y humedeciera suoscuro y largo cabello. 



La Agente Kate Manson (Borrador)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora