Capítulo 32

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*Hay algo que tengo que decirles... ¡Quedé en la universidad! ¡¡¡SIII!!! Gracias a todos por el apoyo, los comentarios y los votos \(*o*)/, además; La Agente Kate Manson está por terminar y aún no me lo creó, esta será la primera historia que termine (siempre las inicio pero nunca las termino), estoy super emocionada, gracias de verdad por apoyar este simple borrador, que espero lograr pulir bien en el futuro y agregarle todos los detalles que quiero.*

*Besos para todos (^.^)
—Su escritora*


Kate despertó aturdida y encadenada, sintiendo su cuerpo rígido y adolorido, su cuello ardía y sentía que se le desgarraba cada estructura anatómica de ese lugar. Sus manos se mantenían unidas detrás de su espalda por unas gruesas cadenas, al igual que sus pantorrillas a sus muslos, obligándola a mantenerse hincada con las piernas flexionadas y en lo primero que pensó fue su último recuerdo; el comandante Jankins dando la orden de derribarla. Le lanzó una rápida mirada a la habitación; se encontraba sola, pero no estaba tan segura de ello, seguramente ya todos sabían que ella ya había recuperado la consciencia. La agente Kate Manson observó su cuerpo al sentirse extrañamente más ligera, no llevaba nada más que su ropa puesta. El reloj rastreador, sus armas, su chaleco antibalas e incluso sus arneses habían sido retirados de su cuerpo, dejándola completamente desprotegida.

—Al fin has despertado —Kate giró su rostro en el momento justo en el que el comandante Jankins entraba en la habitación y cerraba la puerta detrás de sí. La agente lo observó detenidamente y en silencio mientras él avanzaba hasta ella, la rodeo y se agachó frente a Kate—. ¿No planeas decir nada?, ordené que no te amordazaran esperando que me dijeras algo en cuanto me vieras, pero estás tan callada y tranquila —el comande Jankins acercó su rostro al suyo, iluminado por la tenue luz de la luna que entraba por los grandes ventanales de la habitación, dándole un ligero toque siniestro y entonces él sonrió.

—No tengo nada que decir —a pesar de su tono sereno, la voz de Kate salió rasposa e ignorando todo el dolor que su cuerpo sentía continuó hablándole—. Creo que ya he visto lo suficiente.

—Oh no, querida, aún no, aún falta mucho que decir —la sonrisa en el rostro del comandante Jankins se hizo más grande y de un momento a otro desapareció y una expresión afligida se adueñó de su rostro—. Es una pena que hayas sido tú, cualquier otro agente hubiese estado bien, pero no, decidieron enviarte a ti, la más prometedora, a la que vi crecer, a la que crie... a una misión suicida —Kate sacudió sus manos detrás de su espalda en un impulso incontrolable, haciendo sonar las cadenas al chocar unas con otras—. No importó cuánto pedí que enviara a cualquiera menos a ti, al final te envió aquí, no era tu misión, no era tu problema, pero él lo convirtió en tuyo —Kate frunció el ceño y lo miró—. Lo siento tanto Kate, tú eras como una hija para mí —la mano del comandante Jankins se deslizó suavemente a través del espacio que los separaba a uno del otro hasta llegar a la mejilla de Kate—. Adiós —un par de hombres entraron a la habitación cuando el comandante Jankins se alejó de ella, incorporándose y dirigiéndose a la salida, mientras Kate observaba el exterior a través de los grandes ventanales y su espíritu de lucha hacía presencia.

—Una cosa —dijo Kate en voz baja—. Sólo quiero saber una cosa —esta vez alzó su rostro al techo y su voz resonó contra las paredes de aquella habitación, lentamente giró su rostro hacia el comandante Jankins mientras su cuello aún estaba echado hacia atrás y lo miró directo a los ojos, él guardó silencio, dispuesto a escuchar lo que la agente tenía que decir—. ¿Cuánto tiempo he estado aquí? —el comandante Jankins frunció el ceño y la miró, Kate le dedicó una sonrisa oscura que le sacudió el cuerpo y se giró hacia los dos hombres parados

—¿La revisaron? —ambos hombres parados a cada lado de la puerta se miraron entre sí y asintieron en dirección al comandante Jankins—. ¿Por completo? —una suave risa resonó contra cada estructura de la habitación seguida de un suspiro.

—¿De qué tiene tanto miedo, comandante? —Kate lo atravesó con la mirada mientras aún le sonreía—. No puedo hacer nada estando así —el comandante Jankins la observó por un momento; se encontraba inmóvil, con las rodillas y las puntas de sus pies plantadas fuertemente contra el suelo, sus muslos estaban separados para darle estabilidad en aquella posición y ambas manos tras su espalda.

—Cuatro horas... Matenla —el comandante dio media vuelta y atravesó la puerta.

—Cuatro horas —repitió Kate en voz alta—. Más las que habremos hecho de camino... son más que suficiente —Kate observó como los hombres ya le apuntaban pero no llegaron a disparar, intrigados por las palabras de Kate—. Creo que el comandante Jankins no sabe algo —Kate agitó de nuevo las manos tras su espalda, produciendo de nuevo el sonido de las cadenas chocando, por el puro placer de aumentar la tensión entre aquellos hombres y ella—. Yo tengo mi propio As bajo la manga —de un momento a otro, los cristales adheridos a los grandes ventanales salieron volando en pedazos dentro de la habitación, uno tras otro los hombres fueron entrando, Kate no necesitó girarse ni un poco para saber quienes eran; los refuerzos al fin habían llegado—. Debieron matarme cuando tuvieron la oportunidad —las ráfagas de balas se abrieron paso rápidamente y derribaron a aquellos hombres que apenas habían logrado cambiar de objetivo cuando el tiroteo comenzó.

—Siempre metiéndose en problemas, agente —un hombre alto, vestido por completo de negro, equipado con chaleco antibalas y armas se acercó a los cuerpos, se acuclilló y comenzó a buscar entre la ropa de los cadáveres.

—Es parte del trabajo —le sonrió Kate. Aquel sujeto se incorporó cuando encontró lo que buscaba, se giró y lanzó un aro repleto de llaves hacia uno de sus compañeros.

—Liberenla —rápidamente, los otros tres compañeros se acercaron a ella y comenzaron a buscar la llave indicada.

—¿Esa es una AK-12? —inquirió Kate hacia el hombre que había lanzado las llaves.

—Creo que eso usted lo sabe muy bien, agente —Kate lo miró a los ojos sin lograr notar realmente las facciones de su rostro por la escasa iluminación.

—¿Me la podría dejar? —Kate le sonrió al mismo tiempo que se llevaba las manos al frente para sobar sus muñecas; ahora su cuerpo estaba libre y la verdadera pelea estaba por comenzar.

—No le daría mi arma a nadie, jamás... pero siendo usted... tome —dijo aquel hombre mientras le tendía su arma—. Y tome esto, es un regalo, disfrútelo —Kate tomó la pesada bolsa de tela que el sujeto le acercó después de quitársela de una de las presillas de su pantalón, la agente Manson la abrió y sonrió con determinación al notar su contenido.


«Esto se pondrá bueno».



La Agente Kate Manson (Borrador)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora