Capítulo 7

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—¡¡¡Muevan sus flácidos traseros!!! —la sargento Manson se acercó a al soldado Royals cuando este se tropezó al intentar saltar una barra del circuito—. ¡¡¡¿Qué cree que hace soldado?!!! ¡¡¡Levante su horrendo trasero del suelo y corra!!! —el soldado Royals se incorporó de inmediato y siguió realizando el circuito—. ¡¡¡Corran!!! ¡¡¡Corran!!! ¡¡¡Corran!!! —Kate observó como esta vez John Royals llegaba tres lugares arriba del último y sonrió, lentamente iba avanzando y eso la enorgulleció—. ¡¡¡Vayan a ducharse bola de enclenques!!! —gritó y todos corrieron dentro del establecimiento excepto el soldado Royals quien se quedó mirándola fijamente.

—Sargento —Kate alzó una ceja y lo perforo con la mirada.

—¡¿Qué falta de respeto es esta soldado?! —John saltó sorprendido y Kate caminó hacia el hasta estar cara a cara y con las manos en su espalda—. ¡¿Cómo se atreve a dirigirse a su superior sin saludarle apropiadamente?! —el soldado Royals se movió nervioso en su lugar, se puso recto, colocó sus pies juntos, sus manos a sus costados y el mentón en alto.

—¡No volverá a pasar sargento! —dijo mientras posicionaba su mano recta cerca de su frente.

—¡¡¡¿Qué?!!! —Kate volteó la cabeza y se llevó una mano al oído fingiendo no haberlo escuchado.

—¡¡¡No volverá a pasar sargento!!! —repitió esta vez con más fuerza.

—¡¡¡Ve y has cinco veces más el circuito!!! —el soldado Royals amplió los ojos.

—¿Qué? ¿Cinco veces? —Kate llenó sus pulmones se aire y le volvió a gritar en la cara.

—¡¡¡Si le parece poco entonces que sean diez!!! —el soldado Royals volvió a saltar sorprendido y salió disparado hacia el circuito. Kate suspiró y lo observó, «su padre debió pasar bastantes malos ratos con él».


Kate subió a su auto, sacó su móvil y le marcó a María.

—¿Y?

—Efectivamente es una bala de una TT-33.

Kate había llamado por la madrugada a María después de que acabara de hacer sus ejercicios diarios para mantenerse en forma y le habló del objeto brillante en la imagen. Le pidió que investigaran la escena y le dijo que ella le llamaría por la tarde para que le dijera todo lo que descubrió.

—¿Quién es? —cuestionó Kate, refiriéndose al hombre que había encontrado colgando boca abajo.

—Es Alexey Solovióv —respondió María.

—¿Acaso nos invaden los rusos? —preguntó Kate con escepticismo a lo que María rió.

—Eso parece agente.

—¿Qué sabes sobre él?

—No mucho; un hombre de 34 años, de un metro setenta y dos. Nació en Moscú, murió en América — Kate y María rieron con lo último—. No hay información sobre padres, esposa o hijos.

—¿Un hombre solitario?

—Al parecer; sí.

—¿Asesino?

—Uno de los buenos; mató cerca de 535 personas a lo largo de su vida y como los otros dos, también era parte de la mafia rusa —Kate suspiro; «ya lo veía venir»—. ¿Crees que la TT-33 fuera suya? —indagó María.

—No, eso es lo que desea que creamos —Kate se frotó el puente de su nariz con los dedos mientras reclinaba su cabeza en el asiento. Cerró los ojos y notó como María se quedaba callada analizando lo que había dicho—. Sólo es una bala María; la cual debería estar en el cartucho del arma y no fuera de el. Quién o quiénes fueran, debieron sacar la bala y lanzarla al suelo para hacer parecer que el arma era de Solovióv. No pudo ser disparada con el arma, pues está enterrada de forma superficial; si hubiera salido por el cañón de la Tokarev, la bala estaría completamente hundida en el suelo y no sólo una parte de ella; la tierra era blanda por lo que era fácil perforarla —explicó Kate.

—¿Y para qué querrían que creyéramos que era suya?, el hombre está muerto no pudo disparar y luego suicidarse; estaba boca abajo y tiene marcas de forcejeo. Además, según mis cálculos, el murió antes que el francotirador —Kate abrió los ojos «así que primero fue por Solovióv y luego por Nóvikov».

—Tal vez nos intenta despistar o confundir. Supongamos que; el sujeto de la TT-33 llegó y miró a Solovióv, quizá estaba cubriendo a Nóvikov mientras hacía el trabajo que debía hacer; lo estranguló para que no hiciera ruido y alertara al francotirador, eso explicaría porqué no le disparó a Solovióv. Después se dirigió hacia Nóvikov y le disparó en la nuca —sugirió Kate intentando hallar por donde comenzar, pero el cosquilleo detrás de su oreja le hacía saber que algo estaba mal.

—Es una opción —contestó María.

—Lo es, pero me temo que no es la única. Eso es todo por hoy María, adiós.

—Llame si necesita algo agente Manson.

—Bien, te lo agradezco María —y colgó.


Kate fue al comedor y se sentó en una de las mesas con su cena. Después de un rato el soldado Royals apareció y se sentó frente a ella, carraspeo un poco y se movió incómodo.

—Quisiera hablar con usted sargento —Kate alzó la vista y lo miró a los ojos, cosa que puso nervioso al soldado Royals. La sargento Manson suspiró y asintió.

—Después de cenar soldado, después de cenar —y continuó comiendo.


Cuando ambos acabaron su cena se dirigieron a la parte de atrás del establecimiento; hacia el circuito de entrenamiento. Kate se sentó recargándose contra el muro de cemento que ahí había.

—¿Qué sucede soldado? —Kate alzó la mirada para chocar con los ojos azules de John Royals.

—¿Por qué ese hombre me quería matar a mí? —cuestionó nervioso.

—Eso quisiera saber yo soldado —dijo Kate mientras entrecerraba los ojos.

—¿No lo sabe?

—¿Debería? —John se rascó la nuca incomodo—. Yo sólo fui a ayudar a una persona en peligro —Kate se levantó, se sacudió el polvo y la tierra de los pantalones, levantó la mirada y se encontró con sus ojos azules fijos en ella—. Pero tenga cuidado soldado, no es normal que alguien quisiese asesinarlo dentro de un establecimiento militar —dijo Kate—. Mientras yo esté cerca estará a salvo, así que debería quedarse donde lo pueda ver —Kate caminó en dirección a las puertas traseras del establecimiento que daban al circuito de entrenamiento al aire libre y entró seguida por el militar John Royals.



La Agente Kate Manson (Borrador)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora