Kate se despertó gracias a unos golpes en su puerta, se levantó de la cama y tomó su fiel Pietro Beretta 92 del cajón dentro de la mesita de noche, quitó el seguro del arma y se acercó a la puerta en silencio, colocó la Beretta en su costado para ocultarla de la vista de su visitante, tomó la perilla de la puerta y la abrió sólo un poco.
—Buenos días sargento —un soldado alto, corpulento y de buen porte la miró fijamente con las manos tras la espalda—. Vengo a informarle que hoy haremos una excursión, por favor alístese y salga al estacionamiento a las 6 en punto —el hombre hizo un saludo llevándose la mano cerca de la cabeza y se retiró. Kate cerró la puerta de su habitación con el ceño fruncido y se dirigió hacia el armario de acero para prepararse para la repentina excursión sintiéndose significativamente confundida al no ser avisada con anticipación sobre aquello.
Kate salió de su habitación portando una pequeña maleta negra en una de sus manos mientras que la otra permanecía en el bolsillo delantero de su pantalón militar. Había preparado unos cuantos cambios de ropa y escondido —en diferentes lugares clave dentro de aquella maleta— cuchillos y algunas otras cosas más que suponía le serían necesitarías si algo iba mal. Caminó hacia la entrada del establecimiento y llegó hacia el estacionamiento, se encontró con tres autobuses militares y miró a su alrededor, ya había muchos soldados afuera esperando por los demás y el comandante Jankins se encontraba dando instrucciones a unos cuantos. La sargento Manson alzó su muñeca y observó un reloj digital que ahí se encontraba; faltaban cinco minutos para que dieran las seis de la mañana, si las personas que faltaban no salían rápido se mentirían en serios problemas, en la milicia la impuntualidad significaba dolor, mucho dolor. Dos minutos antes de las seis una estampida de personas cruzo por la salida del establecimiento, los soldados se empujaban unos a otros intentando llegar al estacionamiento lo más pronto posible.
—¡Buenos días soldados! —gritó el comandante Jankins con las manos tras la espalda, caminando de un lado a otro y recorriendo a todos con la mirada—. ¡Hoy saldremos y volveremos dentro de tres días! —alzó un poco más el mentón—. ¡Todos y cada uno de ustedes estarán expuestos a la naturaleza y a diferentes pruebas! —el comandante se detuvo y los observo a todos con más intensidad—. ¡Serán asechados, atacados, torturados y se les pondrán retos tan difíciles que desearán estar muertos o nunca haber nacido! —su mirada se detuvo sobre la de Kate y un brillo se asomó por sus ojos—. ¡Sé que para algunos será pan comido! —su mirada se retiró de la sargento Manson y recayó en la del soldado Royals y algunos otros soldados con pocas cualidades—. ¡Y para otros será un auténtico desafío! —Kate cerró los ojos sopesando aquel asunto mientras que el comandante Jankins tomaba una gran bocanada de aire y sonreía —. ¡Quien logre pasar todas las pruebas será recompensado! —el comandante entrecerró los ojos y sonrío aún más—. ¡Y quién no lo logre... tendrá unas bonitas horas extras de entrenamiento! —Kate sonrió aún con los ojos cerrados; aquel hombre de verdad que no había cambiado nada, incluso después de tantos años.
Ya todos se encontraban dentro de los autobuses y en camino al lugar donde se realizarían las pruebas. El soldado Royals había quedado en un autobús deferente al de Kate y le molestaba, pues no lo podía tener a la vista y continuamente miraba hacia el autobús en el cual viajaba John. Cuando lograba divisarlo —a pesar de la distancia y el ángulo que había entre un autobús y otro—, lo repasaba una y otra vez con la mirada hasta que se hallaba completamente segura de que él estaba bien, sólo hasta entonces Kate apartaba la mirada y se fijaba en el paisaje que iba desapareciendo conforme avanzaba el autobús, para, después de un rato, volver a echarle otra ojeada al soldado Royals.
Cuando el autobús se detuvo en la zona donde todos se quedarían, el acompañante del conductor se levantó y dio algunas instrucciones que consistían en que se les daría a todos un saco de dormir al bajar, un reloj digital para saber el momento en que las pruebas finalizaban, algunas provisiones básicas dentro de una mochila y que todo lo demás lo debían conseguir por sí mismos, además, tenían que sobrevivir por tres días con sus propias habilidades y razonamiento mientras eran evaluados por los de alto rango —quienes tampoco se escaparían de vivir la experiencia—. Al bajar del autobús, Kate recibió un saco de dormir oscuro, una mochila del mismo color, la cual se colocó en el hombro y el reloj digital, el cual remplazó por el otro que ya llevaba y que metió dentro del bolsillo delantero de su pantalón. Recorrió con la mirada el lugar; un bosque grande y bastante frondoso, los árboles y pinos eran más grandes de los que alguna vez Kate hubiese visto antes, la maleza era tan espesa que lograba frenar el paso y la tierra estaba húmeda, lo cual provocaba que los insectos salieran y atacaran, Kate al notarlo, rogó en su mente para que uno de los objetos que estaban dentro de la mochila fuese un repelente de insectos. Después de un rato —en el cual Kate inspeccionó el lugar— el comandante Jankins reunió a todos los soldados para dar inició a la exclusión, los autobuses se fueron y ahora estaban solos, sin transporte, con pocas provisiones y a punto de adentrarse en un gran bosque.
Habían pasado cuatro horas desde que dio inicio la excursión, el comandante Jankins iba dirigiendo aquella fila india repleta de militares, en la que cada uno de los soldados llevaba una pequeña maleta de mano y una mochila al hombro. Kate se había posicionado dos personas detrás del soldado Royals y había localizado al cabo Cárter cinco más adelante de él. Treinta minutos más de caminata y el comandante Jankins se detuvo y se giró hacia los soldados.
—¡Muy bien muchachos, aquí empiezan las pruebas, ahora depende de ustedes el sobrevivir! —el comandante se dio media vuelta y se fue recorriendo su propio camino.
—¡¿Y cómo nos reuniremos todos al finalizar las pruebas?! —un soldado gritó en dirección al comandante Jankins, este lo ignoro y siguió caminando.
—Volveremos aquí —concluyó Kate.
—¡¿Y si nos perdemos?! —Kate miró a aquel soldado; era alto, flacucho y tenía el rostro impregnado de miedo, se dirigía a ella mientras se frotaba las manos constantemente; una demostración de su ansiedad. Kate supo que aquel chico no sería capaz de lograr pasar las pruebas, ni una sola—. ¡¿Y si no somos capaces de volver?! —una carcajada del comandante Jankins resonó en el lugar y Kate sonrió.
—Entonces supongo que no habrán pasado las pruebas —Kate dio media vuelta para comenzar a emprender su propio camino, absteniéndose de decir lo que realmente quería: «los encontraremos».
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La Agente Kate Manson (Borrador)
ActionSinopsis. Kate Manson, una agente de protección y recuperación de 21 años se ve envuelta en un caso bastante particular, donde un chico que se enlista en el ejército militar se le es asignado para proteger sin ninguna otra información más que: Nomb...