Capitulo 13

1.5K 114 6
                                    

Si esto va a doler así... no lo quiero.

Después de haber pasado la noche aclarando mis pensamientos me levante, tome una ducha fría e hice un café bien cargado con poca azúcar como acostumbro a tomarlo en las mañanas, lista para hablar con Josh tome mi teléfono y le envié un mensaje.

—Hola me alegra saber que estás bien y que no te haya pasado nada, te veo en el parque dentro de una hora.

Tomé el teléfono y las llaves del auto, cuando voy en camino veo que Josh ha responde a mi mensaje.

—Hola Megan  ¿porque piensas que algo malo me ha pasado? Quería hablar contigo en casa de Rose.

Le respondo un poco molesta — ¿En serio no sabes la respuesta? Deberías de hacerte la misma pregunta a ti mismo, no quiero que hablemos aquí te veo en el parque voy en camino.

Al llegar vi que a lo lejos Josh estaba sentado en un banco tratando de lucir relajado, al verme se puso de pie y me dio una sonrisa nerviosa, sus labios temblaban y yo no sabía porqué, seguramente por la misma razón que mi corazón latía tan fuerte, parecía que quería salirse por mi boca, por un momento los dos intentamos abrazarnos pero el solo metió las manos en sus bolsillos y yo me senté en el banquillo.

Se sentó a mi lado intentando besar mis labios pero solo le cedí mis mejillas. Parece que él no puede entender mi orgullo y yo no puedo creer que el siga actuando como si no sucedía nada.

Aclare mi garganta — ¿y cómo estuvo tu cumpleaños? ¿Cómo la pasaste?

—Estuvo de maravilla.

—Me alegra fue la súper fiesta porque duró tres días!

Él sonrió con cierto descaro —no Megan con mi familia solo fue comer pastel, ellos invitaron a mi ex novia y ella vino con unos viejos amigos, pasaron la noche en casa y al día siguiente hablaron de una sorpresa y esa era seguir la fiesta en casa de mi ex, estuvimos en la alberca tomando algunos tragos, conversando eso es todo.

—Vaya cuanta diversión ¿no?

—Escucha meg no sé porque estas tan molesta, si solo disfruté mi cumpleaños como cualquier chico lo haría

—Para Josh... basta, tienes razón, eres cualquiera chico de eso no tengo dudas.

—Demonios —se pasó la mano por el pelo —no me gusta ésto no soy la clase de chico que discute con una novia hasta darle la razón, no soporto esta mierda de las peleas.

Me levanté del banco ofuscada, no puedo creer que estoy escuchando todo esto —tu novia ¿yo soy tu novia? Por favor, no me parece que te comportas como alguien que tuviese una novia, recuerda "eres cualquiera menos mi novio Josh wetterberg" y no soy la clase de chica que dejara que tú me jodas con toda tu mierda, si esto es lo que quieres tómalo de esa manera, pero no funcionara, al menos no para mí.

Me miró a los ojos y dio dos pasos hacia atrás extendió sus brazos a los lados —está bien Megan... está bien —me dio la espalda y se fue sin decir una sola palabra.

Me desplome en el banco del parque ¿qué carajos se cree Josh para hablarme así? Esto no está bien, esto no va a funcionar —sentí un dolor extraño en mi pecho y dos lágrimas corrieron por mi rostro — ¿Qué es esto? —limpie mis lágrimas con furia —no, no llorare, no estaré así por un tipo que me deja tirada y además es incapaz de reconocer que se equivocó sin ofrecer un disculpa.

Me levanté del banco y fui a caminar, a respirar, trataba de pensar pero no conseguía ordenar mis pensamientos, por momentos dudé de mí pensando que tal vez había exagerado, pero al mismo tiempo me decía a mí misma que no, que estaba bien, que tenía razón.

Me sentí tan triste no entendía la reacción de Josh, no sabía qué hacer, me preguntaba si era de esta manera que se debían arreglar las cosas o debía callar y no decir nada.

—No... no iba a callar, yo no era de las que se quedaba callada, no podía hacerlo, él tenía que saber cómo me había hecho sentir, trataba de pensar, esa noche, su ex novia, sus amigos se quedaron en su casa ¿Porque eso iba a impedirle responder mi mensaje?

Al día siguiente se fueron de paseo ¿acaso no se le ocurrió llamar para invitarnos a su hermano a Rose y a mí? Al fin y al cabo si solo andaba en plan de amigos podíamos conocernos, podíamos compartir.

O si ese no era su deseo, al menos pudo haber llamado y contarme sus planes, simplemente decir que estaba bien que nos veíamos dentro de dos días o más. Se supone que es eso lo que haces cuando tienes a una novia, al menos que una novia no signifique nada para él.

Cansada de caminar me senté en un banco frente al lago del puente de Brooklyn quería pensar y ordenar mis pensamientos, minutos después me levanté y volví a caminar, me di cuenta que estaba oscureciendo — ¿Qué hora es? Por Dios deje el teléfono dentro del auto —regrese a donde estaba estacionado y le envié un mensaje a Rose para que no se preocupara enviándole que ya volvía a casa.

Al entrar ella estaba sentada en la mesa cerca de la ventana, al verme se puso de pie corriendo hacia mí y me abrazo, abrazándola me sentí segura para llorar —Esto es una basura Rose, si esto va a doler así no lo quiero, no quiero esto.

Se quedó abrazándome, pasando sus manos por mi espalda sin decir una palabra, se quedó abrazada a mi dejándome llorar hasta que me calmara —Ven siéntate te traeré un vaso de agua ¿Que sucedió dime?

Le conté lo que había sucedido con todos los detalles, mientras ella escuchaba me miraba sorprendida —es un patán —dijo— ¿como pudo tratarte así después de haber desaparecido por tres días? 

—Tal vez esto no significa nada para él, tal vez esto de ser novios es solo un nombre que no tiene el menor significado.

—Tienes que descansar, no has comido nada, debes comer algo.

—No quiero nada Rose, solo quiero descansar.

—Ven vamos arriba, ven a dormir un poco —Rose subió conmigo y se quedó a mi lado hasta que me quede dormida, era tarde y tenía mucha hambre seguramente eso fue lo que me despertó, me levanté y ella aun dormía, preparé una crema de auyama, corte un pan siciliano en rodajas y subí a llamar a Rose, seguramente también se había acostado sin cenar.

—Rose despierta —la moví por los hombros con cuidado.

— ¿Qué sucede meg?

— Nada ven a cenar, te preparé una cremosa y calentita crema de auyama, ya está servida en la mesa, con unas rodajas de pan siciliano ¿se te antoja?

—Uhmm claro que si!

—Muy bien bajemos— si que teníamos hambre, tomamos toda la crema y comimos todo el pan, al terminar volvimos arriba, nos cambiamos, cepillamos nuestros dientes y volvimos a dormir.

Tierna e inocente Dulce Desastre IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora