CAPITULO 29 (2° temporada)

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  Desperté adolorida. Mis ojos estaban cubierto por un venda negra y mis brazos estaban amarrados al espaldar de una silla, en la que estaba sentada, al igual que mis piernas.
No había ni un solo ruido, parecía que todo estuviera desierto. Un olor nauseabundo inundó mis fosas nasales, era una especie de... carne podrida.
Se escuchó el rechinar de una puerta y luego unos pasos cada vez m
ás cerca.

- Hasta que por fin te conozco, ____ - habló una voz gruesa, de hombre.
- ¿Quién eres? - fue lo único que salió de mi garganta mientras trataba de controlar el temblor de mi labio inferior.
- No es tiempo de respuestas, aún - remarcó esa última palabra -. Pero creo que hay alguien que podría decirte lo que quieres saber, o más bien dicho, lo que puedes saber - escuché de nuevo el rechinar de la puerta y después pasos -. Justo a tiempo, mi querido buen amigo.
- Siempre - y reconocí esa voz, aquella voz que había estado atormentandome desde hace tres semanas, la culpable de todas mis desgracias.
- Adamm - salió en un susurro más para mi que para los demás.
- Si... - parecía nervioso, al menos esa me parecio a mi - ¿Porqué está amarrada? - algo no anda bien aquí.
- Mi querido buen amigo Adamm, creo que ya no necesitaré de tu ayuda. Ya tengo a la chica, ya te puedes ir.
- ¿Qué se supone que harás con ella?
- Lo que se supone que debí hacer en cuanto supe de su existencia. Acabar con ella - un escalofrío recorrió mi cuerpo llenandolo de miedo ante sus amenazadoras palabras.
- ¿Qué? No, eso no era parte del trato. Yo...
- El trato de a roto - tan frío, sin sentimientos.
- No... No - parecía incapaz de formular las palabras -, no puedes hacer eso. Dijiste que no le harías daño.
- Adamm, Adamm, Adamm - lo interrumpió - Solo fuiste un títere en mi plan.
- ¡Lo prometiste!
- ¡No me importa! - y escuché el ruido de como si le hubieran tirado un puñetazo en la cara, luego mi silla se movió y en mi pié pude sentir el cabello de alguién. Oh por dios Adamm estaba tirado a mis pies.
- ¡Eres despreciable Phil! - mi mente comenzó a trabajar a una velocidad incontrolable hasta recordar el nombre. Phil... Phil... ¡Philiph! ¡El hijo de mi mamá!
- ¡Tú! - grité sin poder contener más las lágrimas que empezaron a caer de mis ojos.
- ¡Yo! - me respondió este sarcastico -. Bueno, que más da ahora que me veas. Igual, ya sabés quien soy - soltó una carcajada -, como si eso importara - pude sentir pasos cerca mío y luego jalaron la venda de mis ojos y pude ver perfectamente donde estaba.

Era un cuarto no tan grande, sin ventanas y todo estaba oscuro a no ser por una lámpara que colgaba del techo que no alumbraba demasiado. No había nada más, solo periódicos tirados en el piso y algo de agua también.
Y frente a mí, se encontraba mi medio hermano. Era... Era increible lo mucho que se parecía a mi mamá. El cabello rizado color negro le caía hasta un poco más arriba de los ojos, tenía sus mismas facciones, con la diferencia de sus ojos. Estos eran azules... Profundamente azules.

- ¿Y bien? - sonrió - Increible el parecido que tengo con mamá ¿Cierto? - abrí la boca para hablar pero en ese instante Adamm se paró de golpe y se lanzó sobre él. Comenzaron a pelear en piso, quería gritar pero sentía un nudo en el estomago que me lo impedía, impeccioné con la mirada toda la habitación hasta llegar al piso, y allí, pude ver lo que creía y era mi salvación.

Justo en donde había estaba tirado Adamm, al alcanze de mi pie se encontraba su celular. Me era imposible agacharme pero en algún momento tendría que hacerlo, con suerte, y Phil me soltara para matarme así que jalé con los dedos de mis pies el celular hasta esconderlo atras de mis pies descalzos.
Forcejeé con la soga que mantenía atadas mis manos por detras de la silla aprovechando que mis secuestrantes seguían peleando.
Sentí el raspón de algo contra mi mano y como la sangre empezaba a caer lentamente por mi muñeca. Eso quería decir que había algo filoso, sin pensarlo moví mis muñecas hasta ese lugar donde me había dado el raspón y empezé a mover la soga contra él mientrás trataba de soltar la soga de mis pies con ellos mismos.
Mis muñecas se iban liberando poco a poco hasta que las sentí totalmente sueltas y la soga cayó al suelo, me agaché y cogí el celular que aún se encontraba en mis pies e intenté desatar el nudo de ellos pero entonces...

llegaste en el preciso momento - Nick Jonas & Tú.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora