Capitulo 7: Visitas inesperadas

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El resto de la semana pasa de forma lenta y exasperante. Cuando el profesor da la salida de la última hora del viernes, salgo corriendo de la clase con la mochila dando botes colgada en mi espalda.

Cinco minutos mas ahí dentro y me habría vuelto loca.

Cojo el bus para llegar a casa, donde dejo la mochila y me cambio los leggins y la sudadera ancha que llevaba por una falda granate, un jesey gris y unas tupidas medias negras.

Para acompañar mi conjunto añado un cuello también gris y unos botines negros con tacón, suelto mi pelo, que cae en una cascada de abundantes rizos sobre mis hombros y me quito las gafas.

Todo en tiempo récord, para no llegar tarde al restaurante en el que he quedado con Pali para comer.

Salgo corriendo del apartamento, y en vez de esperar al ascensor, que es mas lento que una tortuga coja, bajo los escalones de una forma apresurada.

Cuando por fin llego a la planta baja, estoy muerta. Creo que me mudaré, y esta vez mi piso estará más cercano al suelo.

Saco fuerzas y me apresuro a caminar por las calles colmadas de gente hasta que por fin diviso el restaurante italiano en el que he quedado con mi amiga.

La veo esperandome en la entrada de brazos cruzados y golpeando el suelo con el pie derecho, y no dudo en caminar hasta ella.

-Llegas tarde -es lo primero que me dice nada mas verme.

-Solo cinco minutos -digo poniendo los ojos en blanco mientras intento recuperar el aire.

-Cinco valiosos minutos -replica ella.

-Anda, vamos a comer que muero de hambre -digo y me encamino hacia la puerta.

Nos sentamos en una mesa al fondo del local junto a una ventana, yo en un sillón de cuero y ella en la silla de en frente, aunque la mesa es demasiado grande para las dos solas.

-¿Van a pedir ya? -dice una camarera castaña sacando su libreta para apuntar.

-No, estamos esperando a alguien -dice Pali sonriente y la chica se aleja de nosotras.

Miro a mi amiga extrañada, se suponía que ibamos a comer solas. Intento hacerme una idea de a quien estamos esperando cuando veo a una chica entrar por la puerta.

Castaña, ojos marrones, alta. No es cualquier chica. Es Anna.

-¿Qué hace ella aquí? -le pregunto a Pali susurrando.

-Yo la llamé -dice esta encogiéndose de hombros.

La fulmino con los ojos mientras Anna viene caminando lentamente hacia nosotras.

Hace mucho tiempo que no la veía, pero sigue exactamente igual que siempre. Se me forma un nudo en la en el estómago que se hace más y más grande conforme se va acercando a la mesa.

La dejé tirada. Y no solo a ella, sino también a las demás. ¿Cómo se lo explico? ¿Cómo mantengo una conversación normal con ella ahora?

Suspiro. Va a ser una comida un tanto incómoda.

-Hola -dice con una sonrisa mientras se sienta.

-¡Anna! -exclama Pali, que la abraza fuertemente.

Yo me limito a sonreir timidamente y asentir con la cabeza, mientras la única idea que se me pasa por la cabeza es que quiero matar a Pali.

-Maddy, casi ni te reconozco. ¿Qué ha sido de tu pelo largo? -pregunta Anna, mirandome detenidamente.

Su comentario hace que me revuelva en la silla, un tanto incómoda.

<<Casi no te reconozco, casi no te reconozco...>>

Cuando El Otoño LlegaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora