Capitulo 24: Mi mejor amiga

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POV MASON:

-¿Crees que la convencerá de algo? -me pregunta Hanna, que mantiene la cabeza apoyada en mi regazo.

-No lo creo -suelto un suspiro.

Conozco demasiado bien a esa cabezota. Solo se enfadará aún más con Dean, aunque no la culpo por ello.

-Entonces, ¿por qué le dejaste ir?

-Lo siento, pero no soy su padre, bueno, aunque eso es obvio. Soy demasiado guapo y joven para ser su padre.

Hanna pone los ojos en blanco y yo suelto una carcajada. Apenas unos instantes después, la puerta del apartamento se abre, dejando entrar a mi mejor amigo.

Este, cierra de un portazo y se tira bruscamente aobre un sofá, haciendo que resuenen los muelles.

-Eh, tío, relajate. ¿Cómo ha ido? -pregunto, aunque se muy bien la respuesta.

Me lanza una mirada asesina que solo consigue hacerme sonreír, y después suspira.

-Ha sido una mierda. Esa mujer es la cosa más terca que he visto en mi vida. Piensa seguir en ese hospital, esperando. Está segura de que va a despertar.

-Bueno, ¿y por qué no? -pregunto.

-Vamos, Mason. Han pasado ya más de dos meses -dice Hanna, levantandose y sentandose normal- Y ya has oído a los médicos. No tiene signos de mejora.

Un incómodo silencio se instala en la habitación. Por un momento, creo que comprendo a Maddy. Todos la intentan quitar la esperanza, cuando eso es a lo único a lo que ella se agarra para intentar seguir. Es un poco injusto.

-Me la suda lo que digan los médicos. El mundo está hecho de pequeños milagros, y este será uno más. -digo, levantandome.

-¿A dónde vas? -pregunta Dean.

-A acompañar a mi mejor amiga.

*************

Llegar a ese apartamento habría sido mucho más fácil de no ser por que el ascensor estaba estropeado y yo llevaba dos bolsas enormes en la mano. ¿A quién se le ocurre vivir en el sexto piso? Cuando consigo pararme frente a su puerta, me falta el aliento.

Toco el timbre y espero que abra, aunque después de dos minutos, queda claro que no quiere abrir. Lo más sensato habría sido irse y resignarme. Eso va poco conmigo.

Toco el timbre sin parar, improvisando una nueva canción que me acabo de inventar. Podría ser un éxito mundial. Mi plan no tarda en dar resultado; una muy cabreada Madison abre la puerta de golpe, con una mirada asesina que congelaría a cualquiera.

Recojo las bolsas del suelo y me adentro en el pequeño piso, sin siquiera decir un hola. Me dirijo hasta la cocina, donde abro el fregadero y bebo agua hasta hartarme.

-Ahora si. Mucho mejor -comento dandome la vuelta.

Mi amiga está ahí parada, mirandome como si estuviera loco, algo que no tiene sentido. La única loca aquí es ella.

-¿Cómo estás? -le pregunto acercandome despacio.

-Vaya, eres el único que lo pregunta.-murmura con la vista perdida en el suelo.

-Eso no contesta a mi pregunta -digo mientras me apoyo en la isla.

-¿No has venido aquí a decirme que siga con mi vida? -vuelve a murmurar, pero esta vez me mira, cautelosa.

-Escuchame -cojo una de sus manos entre las mías y la estrecho con fuerza- He venido porque se que me necesitas, no para intentar convemcerte de cosas estúpidas. Ahora, ¿cómo estás?

Cuando El Otoño LlegaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora