Capítulo 44: Obra de teatro

407 55 21
                                    

Mueve tus malditas piernas, estúpida.

Reacciono y salgo corriendo por las escaleras, olvidando cualquier miedo que pudiera tener.

La imagen de la lágrima cayendo por el rostro de mi vecino se repite una y otra vez en mi cabeza, y creo que por una vez se lo que debo hacer; lo que quiero hacer.

-¡Travis! -grito mientras intento alcanzarle.

Todavía queda un piso para que llegue a su ventana, estoy a tiempo de alcanzarle.

Camino más rápido mientras grito su nombre otra vez.

Desde las ventanas, algunos odiosos vecinos me chillan que me calle, que no son horas de estar por ahí gritando. Uno incluso amenaza con llamar a la policía. Mientras tanto, otros observan el panorama como si se tratara de una película.

Los ignoro a todos. Solo pienso en una cosa: en esa maldita y puñetera lágrima.

Tras lo que parece una eternidad, el chico se gira y me mira, con una mirada reprobatoria ante todo el escándalo que estoy causando. Puedo ver cómo todo su rostro se encuentra húmedo, y sus ojos rojos y ligeramente hinchados.

Se me encoje el corazón.

Por fin, consigo llegar a su lado. O bueno, mas o menos, estoy un escalón por encima de él. Al menos de esta forma sus ojos y los míos están a la misma altura.

¡Bien! ¡Por fin has conseguido alcanzar al mastodonte!

Mi voz interna me felicita.

-¿Que se supone que estas haciendo, Maddy?

Sujeto sus mejillas con mis manos, mientras borro cuidadosamente cualquier rastro de agua que pueda quedar. Después, le miro a los ojos y sonrío.

Todos los recuerdos vividos junto a él vienen a mi mente: el momento en el que le conocí, cuando se presentó en mi casa en busca de azúcar. Por aquel entonces ni siquiera sabía que sería tan importante en mi vida, solo estaba deseando que se largara. Aquellas numerosas veces en las que apareció con su coche cuando llegaba tarde, salvándome. Sin duda, mi héroe.

Como se fue colando poco a poco en mi vida, organizando sesiones de películas y comida, escuchando mis problemas, secando mis lágrimas, sacandome carcajadas; cómo le contaba a cada uno que se le cruzara que iba a ser mi futuro esposo.

Recuerdo cómo me sentí cuando me enteré de que había tenido un accidente. Creo que ahí fue realmente cuando me di cuenta de que no podía vivir sin este chico tan atolondrado que pone mi vida de patas arriba en apenas media hora.

Lo nerviosa que estaba por pedirle que fuera a la boda de Ashton conmigo, o lo celosa que estaba por Jade.

Y entonces me doy cuenta de que ya lo sabía desde hace mucho tiempo, solo que no quería admitirlo. Quizás porque no quería que se repitiera la misma historia de hace unos años, o porque me daba tanto miedo seguir adelante que preferí quedarme en el pasado antes que afrontar algo nuevo.

Pero él no es Luke, ni Dean. Es solamente Travis.

Y eso es sencillamente perfecto.

-Hay algo que tengo que decirte.

-¿Y no podías esperar a que estuviéramos dentro en vez de hacer salir a todos los vecinos? -dice, mirando a su alrededor, donde muchos ojos se clavan en nosotros desde la oscuridad.

-Shhh, ¿puedes callarte por un momento?

Me mira, esperando a que lo suelte. Me muerdo el labio, es ahora o nunca.

-Te quiero.

Siento como si el mundo se paralizara por un pequeño instante, pero después vuelve a correr, aunque esta vez como si estuviera en mi contra.

Mi vecino lleva sus manos a mis muñecas, apartando mis manos de su cara, en la que se refleja dolor.

-Ya se que me quieres, que soy "un gran amigo" -dice haciendo comillas con los dedos e imitando una voz muy chillona (que estoy segura de no tener)- ¿Podrías dejar de repetirlo y darte cuenta de todo el daño que me haces con eso?

Sigue bajando los escalones, y yo solo tengo ganas de pegarle con algo y hacerle reaccionar.

-¡Puedes hacer el favor de escucharme! -grito, haciendo que se pare justo antes de que entre de nuevo a casa.- ¡Te quiero en el maldito sentido de que estoy en una escalera del infierno con posibilidad de morir en una caída, y aún así estoy aquí quieta diciendote que te quiero, estúpido! ¡Te quiero en el sentido de que solo quiero verte sonreir, de que se me paralizan los sentidos cuando te miro a los ojos y me tamborilea el corazón cuando me tocas!

>>¡Y soy tan estúpida que no he sido capaz de reconocerlo hasta que casi te pierdo! ¡Y por dios, si hasta vomitaría un unicornio con toda la pastelada que te estoy soltando ahora mismo!

Genial Madison, creo que si no se han enterado en la otra punta del mundo quizás deberías repetirlo, pero creo que no va a hacer falta.

Calla estúpida voz, ¿No ves que es un serio momento?

¿Ese vecino no está sacando algo parecido a una escopeta?

¡Calla!

Ahora es él el que se queda parado y sin palabras. Desvío la mirada, sonrojandome, a pesar de que no puede verlo en la oscuridad.

Quizás no debería haber dicho todo eso.

-¿No vas a decir nada? -digo tras lo que parece una eternidad de silencio.

Vamos, los vecinos y yo nos merecemos una respuesta.

Sube lentamente los escalones de esta escalera que no para de hacer sonidos muy extraños que no me producen confianza; cuando vuelve a estar un escalón por debajo de mi, se detiene.

-Todo eso... ¿Iba en serio?

Pongo los ojos en blanco y me dan ganas de darme contra una pared repetidas veces.

-Claro que no, estaba ensayando para una obra de teatro. Se llama "Enamorada de mi vecino". Va a ser un éxito en taquilla.

Se ríe. Después, rodea mi cintura con sus brazos, como en una especie de abrazo, aunque entre nosotros todavía hay demasiado espacio.

-Siempre arruinas los momentos más bonitos, ¿Lo sabías? -me dice, pero no para de sonreír.

-Esto no es lo mío -le susurro, como si le estuviera contando un secreto.

-No te preocupes, ya me encargo yo de hacerlo por los dos -dice guiñándome un ojo.

Ahora yo tampoco puedo parar de sonreir. Me maldigo continuamente por no haberme dado cuenta antes de mis sentimientos.

Puedo ser feliz con Travis. Estoy completamente segura de que lo voy a ser.

-Bueno... Entonces, ¿Me vas a besar ya o tengo que esperar a que amanezca? -pregunto.

-Y ahí estás otra vez -dice poniendo los ojos en blanco.

Sin embargo, después se acerca a mi y junta nuestros labios.

Al principio, es un beso suave, sin embargo, se va profundizando, haciendo que hormigas, mariposas, dragones y fuegos artificiales, todos se monten una fiesta en mi estómago.

Cuando nos separamos, ambos respiramos agitadamente.

De repente, se escuchan aplausos desde las ventanas. Hasta los vecinos más tiquismiquis están aplaudiendo nuestro precioso... ¿Comienzo?

Entierro mi cabeza en su hombro, con vergüenza, mientras él ríe a carcajada limpia.

-No paran de mirarnos -le susurro.

-Oh, no te confundas. Me miran solamente a mí, soy tremendamente irresistible -dice con una sonrisa arrogante.

-Idiota -digo poniendo los ojos en blanco.

-Pero me quieres -afirma, comvencido.

-Si... Te quiero -digo, y le vuelvo a besar.

Cuando El Otoño LlegaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora