Capitulo 16: ¡Feliz Navidad, Travis!

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-Parezco un cangrejo -digo mirando mis manos con vendas de dibujos, que, mas que manos, parecen pinzas.

Parece ser que Travis es aún más exagerado que yo, y, tener las manos moradas y con pequeños cortes es algo similar a: oh, dios, te vas a morir porque no te llega la sangre a las manos.

Y las vendas de dibujitos, porque las vendas normales son demasiado tristes y suficiente tengo con mi cara.

Se ve que es mi amigo.

-Un cangrejo sin riesgo de muerte -dice guiñandome un ojo, y yo ruedo los mios.

Espero nunca romperme nada en su presencia, seguro que se pondría a mirar cementerios y ataudes para enterrarme.

-Por cierto, ¿tú no ibas a pasar el día con unos amigos? -pregunto de vuelta a mi sitio por naturaleza: el sofá.

-Resulta que todos pasan la Nochebuena con sus familias. Bueno, ¿y yo como iba a saber eso? -dice con el ceño fruncido, y un tono cómico en un intento de enmascarar el verdadero: dolor.

Recuerdo que Travis me contó que sus padres murieron en un accidente. Por lo tanto, él también estará solo estas Navidades.

Siento la necesidad de hacer que ese tono de dolor se vaya. Él ha hecho tanto por mi... Entonces, una idea se instala en el fondo de mi cabeza, y será muy difícil arrancarla.

Estas fiestas van a ser las mejores que recuerde, y no pienso dejar que nadie se las arruine. Es hora de dejar de lado mis problemas y empezar a pensar solo en él, porque se lo merece.

-Bueno, tu también las vas a pasar con tu familia -digo como si fuera algo obvio, mirandole fijamente a los ojos.

La mirada que me devuelve es de completa confusión, lo que me hace sonreir.

-Te has vuelto demente -se limita a decir.

-¡Yo voy a ser tu familia, idiota! -digo, entusiasmada- Seran las mejores Navidades de tu vida.

Coje el teléfono y empieza a marcar números, y ahora soy yo la que está confusa.

-¿Qué haces?

-Llamar al manicomio para decirles que se les escapó una loca -dice casual.

Le miro fulminante mientras me cruzo de brazos. Será poco agradecido. Después, estalla en carcajadas y tira de mi hasta conseguir envolverme en un abrazo.

-Gracias -susurra, y, en el fondo, aunque lo intente ocultar bajo toda esa capa de humor, el gesto significa mucho más para él de lo que me va a dejar saber.

¿Cuánto habrá sufrido este chico? Lo más sorprendente es que a pesar de ello, siempre tiene una sonrisa y un comentario agradable para regalarle a cualquiera.

Me siento realmente agradecida por que aquel día llamara a mi puerta en busca de algo para no se que cosa. Si no, ¿cómo estaría yo ahora?

-Vaya, quien lo diría, mi odioso vecino reconociendo que me quiere -digo, pinchándole.

-Realmente sabes cómo fastidiar momentos -dice rodando los ojos y soltandome de su asfixiante agarre.

-Soy la peor persona del mundo -digo fingiendo un tono afligido mientras llevo la mano a donde se supone que está mi corazón.

-No hace falta que me lo digas, me había dado cuenta -dice mi vecino.

Le miro mal y le tiro un cojín, que intercepta antes de que caiga en su cara, pero al cogerlo no ve venir el segundo, que impacta de lleno en el objetivo.

Cuando El Otoño LlegaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora