Capitulo 36: Sonrojos

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A la mañana siguiente, me encuentro tan a gusto, y todavia tan metida en el bonito sueño que he tenido, que me quedo varios minutos con los ojos cerrados disfrutando de la tranquilidad. Es cuando me doy cuenta de que estoy sola que levanto mis párpados y miro hacia mi alrededor, confundida.

¿Dónde está Travis?

Me levanto con cierta dificultad, y mientras camino fuera de la habitación, vislumbro el reloj de la mesilla de mi amigo: las doce del mediodía. Dios, no puedo creer que haya dormido tanto.

Conforme camino por la casa, un agradable olor me embriaga. Me quedo parada en la puerta de la cocina, observando como mi vecino baila moviendo exageradamente el culo mientras cocina. No puedo evitar que una sonrisa se extienda por mi cara al ver esta imagen.

Quizás debería ir a por el móvil y grabarle...

-Buenos días, marmota.

Mierda, ya no podré llevar a cabo mi plan.

-Bueno días- saludo con una sonrisa, y me siento en uno de los taburetes que están alrededor de la isla.

-¿Has descansado bien?

-Genial. Gracias por lo de anoche -le digo sinceramente, y me sonrojo ligeramente al recordar cómo me dormí abrazada a él.

-Cuando quieras -dice Travis guiñandome un ojo.

Definitivamente, me he convertido en tomate.

-Que idiota eres -murmuro, intentando disimular la plena vergüenza que estoy sintiendo.

Su risa resuena por toda la cocina, y no puedo evitar rodar los ojos. Pone un plato con tres tortitas cubiertas de chocolate y un vaso de leche humeante frente a mi.

-Vamos, comete el desayuno antes de que se enfríe.

-¿Estas seguro de que no voy a morir si lo como? -pregunto con una ceja levantada, ganandome una mirada fulminante de su parte.

-Es la última vez que te preparo el desayuno -exclama indignado, y se levanta para después desaparecer de la cocina.

Me río y me levanto corriendo de la silla, para después perseguirle por el pasillo y saltar de golpe sobre su espalda; quizás no haya sido demasiada buena idea, ya que acabamos los dos de narices contra el suelo en cuestión de segundos.

¿La parte buena? Travis amortiguó mi caida.

-Eres una bruta -se queja desde debajo de mi.

-¿Ah, si? Pues mira, pensaba en levantarme pero he decidido que aquí se está muy bien -digo, colocandome completamente tumbada sobre su espalda, y cruzando mis brazos de manera que pueda apoyar mi cabeza sobre ellos.

-Maddy, sabes que puedo quitarte de encima mío cuando quiera -dice Travis con una carcajada.

Frunzo el ceño, y le doy un suave golpe en la espalda con el brazo.

-Mentira. No eres tan fuerte -digo, burlona.

En menos de un segundo, el chico que tengo debajo hace un movimiento y cambia las tornas: ahora soy yo la que está en el suelo, aunque tumbada boca arriba, con la cara de este a escasos centímetros. Darme cuenta de que estamos tan cerca que nuestras respiraciones agitadas se mezclan basta para volver a hacer enrojecer mis mejillas.

-¿Decías? -una sonrisa de suficiencia se extiende por su cara.

Bufo. ¿Cómo puede conmigo? ¡Si lleva dos meses encerrado en un hospital, por el amor de dios! Quizás debería apuntarme al gimnasio... Fortalecería mis músculos y tendría la oportunidad de disfrutar de unas vistas excelentes de chicos ejercitándose...

Cuando El Otoño LlegaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora