Capitulo 22: Despierta

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-El profesor de filosofía nos ha puesto un trabajo de cincuenta páginas para el lunes. Claire está enfadada conmigo porque en vez de hacerlo estoy aquí contigo. Pero bueno, no es como si me importara demasiado. Solo es una quejica y está celosa de ti.

>>Papá me llamó ayer. Parece ser que Ashton se casa en Abril, aunque claro, no se por qué me lo dicen, ni siquiera estoy invitada. A Hanna se le ha ocurrido que podría presentarme allí cual Maléfica y lanzar un conjuro o algo. No creo que funcione, he perdido la varita mágica que me regaló hace tiempo, pero no se lo digas, ¿eh? Me mataría.

-Hola Madison, ¿ya estás de vuelta? -pregunta la señora Jefferson entrando por la puerta de la habitación.

Me levanto rápidamente de mi posición, y la sonrío. Ella me devuelve la sonrisa, aunque claro, a ninguna de las dos nos llega a los ojos.

-Si, salí de clases y pensé que quizás... -mis palabras se pierden a medida que avanzo en la frase.

¿Qué pensé? Nada. Simplemente vine y ya, al igual que todos los días.

-¿Te vas a quedar esta noche? -pregunta mirando la bolsa con ropa y libros que he dejado en el sillón azul que decora un poco la sala.

-Pensaba hacerlo, si a usted no le molesta, claro.

-Por supuesto que no, querida. Creo que debería irme a casa. Cualquier novedad, por favor, avísame -dice recogiendo su bolso y encaminandose hasta la puerta.

-Descuide -murmuro.

Cuando la abuela de Travis se va, vuelvo mi mirada hacia el chico que está tumbado en la cama. Unos tubos extraños se conectan con sus brazos y piernas, y un monitor no deja de pitar, indicando el latido estable que mantiene.

Me acerco hasta la cama y apoyo mi barbilla cerca de su cabeza.

-Te echo de menos Travis -le digo.

Han pasado dos meses desde el accidente. Desde entonces, el hospital se ha vuelto algo así como mi nuevo hogar. Vengo todos los días, y le hablo como si me escuchara; no porque crea que lo hace, sino porque lo necesito.

Nunca me había dado cuenta de lo importante que se había vuelto mi vecino insoportable en mi vida, pero una vez estuvo en este estado, fue como si mi frágil mundo se rompiera.

Su abuela y yo nos turnamos para quedarnos por las noches, a pesar de que los médicos nos aseguran que no hace falta que lo hagamos. Supongo que a las dos nos da demasiado miedo que pase algo sin que estemos delante.

Cada día veo como ella va perdiendo la esperanza de que su nieto vuelva. Yo todavía tengo fe en que algún día abrirá sus ojos, y me soltará alguna broma de las suyas.

-Te necesitamos. Podrías despertarte ya, bello durmiente. Deja de escaquearte de mi, dijiste que te ibas a quedar. No puedes irte.

Los recuerdos de aquel día en el que nos dieron la noticia de lo que había pasado siguen estando muy presentes en mi memoria. Apenas el médico dijo sus palabras, fue como si todo se derrumbara.

"-¿En coma? -murmuré, bajando mi vista al suelo. No, esto no podía estar pasando.

-Estas primeras horas son vitales para él. Si logra sobrevivir, es posible que se despierte. Aunque no hay muchas probabilidades, ha sufrido unos golpes bastante graves en la cabeza.

Asentí, sin atreverme a levantar la vista del suelo.

-¿Puedo verle? -pregunté.

De alguna forma, necesitaba cerciorarme de que seguía aquí. Inconsciente, pero vivo.

-Lo siento mucho, pero todavía no se admiten visitas. Si hay algún cambio la avisaremos -dijo el doctor, y después, se marchó.

Cuando El Otoño LlegaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora