Capitulo 12: Luces

1.1K 88 5
                                    

-¿Por qué harías eso? -digo soltandome de su agarre y limpiando mis lágrimas.

-Porque eres mi amiga -contesta sin quitar la sonrisa y se sienta a mi lado.

-Apenas nos conocemos, podrías irte y en unas semanas ni te acordarías de la loca depresiva de tu vecina -replico dejando mi vista al frente.

Me siento tan vacía, que, curiosamente, es como si nada importara. Por primera vez, siento que podría sola con esto. Quizás no soy tan débil. O quizás si y solo me miento a mi misma para no estar tan mal.

-No creo que eso fuera tan fácil -dice Travis.

Nos quedamos en silencio por unos momentos. Sin embargo, yo quiero saber por qué, este chico al que apenas conozco desde hace unos días, se quedaría a mi lado.

-¿Por qué? -vuelvo a preguntar, esta vez mirandole directamente.

Suspira y me mira. En sus ojos puedo ver como se debate entre si contestarme o no. Finalmente, abre la boca.

-Porque se lo que es estar solo. Yo... Mis padres murieron en un accidente cuando apenas tenía doce años. No quiero que tu estes sola.

-Travis, yo...

-Además, ya he probado tu brownie, ni pienses que te dejaré escapar -dice cambiado la expresión mustia de su cara por una de felicidad.

Sin poder evitarlo, suelto una carcajada.

-Queme el chocolate, y Pali tiró la mitad de la masa al suelo. No se como te pudo gustar eso -comento arrugando la nariz.

-Si te soy sincero -dice acercandose a mi oído y baja la voz como si me fuera a contar un secreto- cuando lo comí tenía demasiado miedo de intoxicarme.

Río muy fuerte mientras golpeo delicadamente su brazo. Mi vecino sonrie a mi lado, y yo no puedo controlar la risa.

Definitivamente, debo de tener la cabeza averiada o algo. Hace unos minutos estaba llorando y ahora no puedo parar de reír. Debería visitar el médico.

-Ahora -dice el chico levantandose y tendiendome la mano para ayudarme a hacer lo mismo- Cambiate. Te voy a llevar a un sitio.

Alzo la ceja, inquiriendo respuesta del sitio. Odio, verdaderamente odio las sorpresas. Sin embargo, él se limita a encogerse de hombros y salir por la puerta, indicandome con gestos que en una hora viene a por mí.

Camino hacia el baño eliminando cualquier rastro de que he llorado, y me doy una larga ducha caliente. Creo que llevo mas de cuarenta y cinco minutos metida ahí, y parezco una pasa, pero lo necesitaba.

En mi habitación, me pongo una camiseta, encima un jersey gordo, unas medias con unos vaqueros encima y por si acaso otro par de calcetines.

¿Qué? Estamos en pleno invierno. No pienso coger una neumonía o algo por el estilo.

Me miro al espejo y decido ponerme un poco de maquillaje. Después, sonrío.

Puedo con esto.

La puerta de mi casa suena abriendose, y doy un respingo. ¿Quién narices está entrando en mi casa?

Agarro lo primero que encuentro, que resulta ser un lápiz de ojos, y salgo lentamente apuntandolo contra lo que sea que acaba de entrar.

<<Si genio, un lápiz te va a proteger muchísimo>> Me reprocha mi mente, que parece estar de vuelta.

<<Callate, intento concentrarme>> ordeno, y por una vez se hace silencio en mi cabeza.

Entro al salón sigilosamente, y me sorprendo al ver que no hay nadie. Bajo mi improvisada arma y miro por todos lados confusa.

Cuando El Otoño LlegaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora