CAPÍTULO 4

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Sigo con la mirada fija en el televisor, pero la aparto al escuchar la puerta abrirse.

Un Greg muy cabreado entra por la puerta. Lo miro unos segundos y luego vuelvo a fijar la mirada en el televisor sin prestar mucha atención a lo que están echando.

¿Ahora qué mierda has echo?— pregunta con la voz entrecortada.

Subo la mirada fijándome en su ropa manchada de lo que parece barro.

— ¿Qué se supone que he hecho?— pregunto cruzándome de brazos.

— ¡Cómo que qué se supone que has hecho!— grita. Sus ojos se vuelven más pequeños en cuestión de segundos. Su mandíbula se tensa a la misma vez.

— No me grites.— gruño.— No sé que es lo que supuestamente he hecho, y si tu no me lo dices, creo que no lo sabré.— me levanto de mi lugar para ponerme a su misma altura.

— No te hagas la tonta Alice. Esto no me hace ni puta gracia.— niega, sin apartar la mirada de mi.

— Yo no he dicho que a mi me haga gracia. ¡Y dime de una jodida vez que es lo que supuestamente he echo!— grito alterada.

— ¿Tratabas de acabar con mi vida? ¿Ya?— ríe como si ahora le hiciera gracia.— Creo que es demasiado rápido para eso. ¿No crees?— sigue riendo irónico.

— No se de que me hablas.— niego. Se está confundiendo de persona.— Yo no he sido la que a intentado matarte, pero tampoco me hubiera importado hacerlo con mis propias manos. Sería... excitante.— hago un gesto con la boca imaginándome como sería acabar con su vida. Sería sin duda una muy buena experiencia.

Subo la mirada sorprendida al sentir unas manos en mi cuello impidiendo que el aire me entre. Me asusto un poco al darme cuenta que mis pies casi ni rosan el suelo. Pataleo intentando que me baje, pero no lo consigo.

Entrecierro como puedo los ojos haciendo que un jarrón se dirija hacia la cabeza de Greg, pero no consigo que llegue al sentir como mis ojos se cierran por falta de aire en mi organismo.

Espero que con esto te des cuenta con qui...— un grito corta sus palabras.

Siento un cuerpo pesado encima del mío...

Me hecho hacia delante al volver a notar como el aire entra por mis fosas nasales con un poco de dificultad. Empiezo a toser descontroladamente.

Abro los ojos al notar una mano puesta en mi hombro. Un chico moreno me mira preocupado.

— ¿Estas bien?— pregunta sin apartar la mirada de mi. Mi ceño se frunce. Asiento con la cabeza.— Intenta estar alerta para la próxima vez.

— ¿Próxima?— no aparto la mirada de sus ojos. Sonríe.

Nunca se sabe lo que puede pasar.— me giña el ojo. Da media vuelta y sale del salón sin decir nada más.

¿Y quién coño era ese?

_____________

Miro como tres de los policías encargados de mí, recorren toda la casa. Uno de ellos me mira y levanta un papel.

— ¿Y esto?— espero a que siga, pero no lo hace.

— ¿Qué es?— pregunto acercándome a él.

Un papel.— dice en tono irónico.

— No me digas... No me había dado cuenta.— digo en la misma forma que él.

Se lo quito de las manos y lo abro. Un número de teléfono. Mi ceño se frunce.

— Es mío.— me lo quita de las manos de un tirón. Lo lee. Me mira extrañado.

Alice Green Donde viven las historias. Descúbrelo ahora