CAPÍTULO 3 ♡

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- ¡Ana! ¿Dónde conseguiste un hombre así? -Donna se acercó a mí entusiasmada, ella era una de los tres únicos amigos que tenia. Su cabello castaño estaba corto y sus ojos verdes me miraban entusiasmada, le conté mi pequeño encuentro con el señor Grey, cómo casi me había atropellado y que después se había ofrecido a traerme hasta el trabajo y decidió entrar por un café.

- ¡Oh, Dios! También quiero que me atropelle un hombre así.

-Sí, es bastante guapo. -Asentí despreocupada.

- ¿Ustedes no saben quién es él verdad? -Mila nos miraba desde su posición, recostada sobre el mostrador-. No puedo creer que te montaras en su carro y no supieras quién era.

- ¿Christian Grey, no? -pregunte confundida. ¿Acaso el hombre era famoso?

-Sí, así se llama. -Soltó un suspiro resignado y luego nos miró-. Es el soltero más cotizado de todo Seattle, además del empresario más rico de Estados Unidos. Su padre es Carrick Grey, uno de los abogados más prestigiosos del país.

¡Santa Vaca! Exclamó mi subconsciente, sabía que tenía dinero pero no que estaba podrido en él. Miré a Donna, la cual estaba igual de perpleja que yo, al parecer no era la única que desconocía sobre la alta sociedad americana.

La gerente nos regaño a las tres por estar chismoseando así que nos pusimos a trabajar. No importaba cuanto lo intentaba, él volvía a aparecer en mi mente y fue así como pase toda la mañana pensando en Christian Grey, por primera vez.

Cuando llegue a la casa Jack estaba acostado en el mueble negro más grande de la sala, varias botellas de cerveza estaban tiradas en el piso, la radio estaba prendida y emitiendo una de las carreras de caballos, mientras el volteaba a verme. Clavó sus ojos azules en mi cuerpo, recorriéndolo al instante; me tense ante su mirada, odiaba tanto que lo hiciera, me acerqué a él y le di todas las propinas que me había ganado esa mañana, excepto la de Christian Grey.

-Hoy no fue un buen día, ¿no es así?

-No, las propinas no estuvieron buenas. -Obviamente, había guardado para mí el billete de cien dólares que Christian me había dado, sabía que él no sospecharía nada ni dudaría de mí-. Iré a cambiarme para preparar el almuerzo antes de que Elizabeth y Teddy lleguen.

-Ana, ponte aquel Short Azul y la franelilla blanca -Me ordenó, tomando un trago de Cerveza.

Respiré hondo y me trague la bilis que comenzaba a acumularse en mi garganta, quería vomitar y salir corriendo de ahí, pero él estaba borracho y si no hacia lo que quería iba a pegarme. Asentí y me dio una sonrisa, luego me fui a mi cuarto a cambiarme justo con la ropa que él quería.

Se sentó en una de las sillas mientras me veía cocinar, tenía todos los vellos del cuerpo erizados y el cuero cabelludo me picaba, todo mi cuerpo estaba en alerta máxima, un estado del cual se había acostumbrado desde que él había comenzado a mirarme con otros ojos.

-Ana, tienes un trasero estupendo... -Lanzó, sin ningún pudor.

Respire hondo, rogando a Dios que Elizabeth se apareciera por la casa pronto, siempre se limitaba a mirarme y a decirme cosas asquerosas pero últimamente todo estaba cambiando y eso me daba mucho miedo. Jack se levanto de la silla en cuanto llegaron Elizabeth y Teddy, la tomó de la cintura y le dio un beso largo y agresivo, el cual ella acepto de buena gana. Teddy vino hasta mí y me abrazó incómodo, me daba tanta rabia que no se comportaran frente a Ted.

Cuando el almuerzo estuvo listo los cuatro nos sentamos a comer en silencio, pero mi mente estaba muy lejos de allí. Se encontraba pensando en un hombre atractivo de cabello cobrizo y ojos grises. ¿Qué estaría haciendo Christian Grey en este momento? ¿Realmente lo vería mañana? Un hormigueo recorrió mi piel por la expectativa de verlo al día siguiente. Tenía que sacarlo de mi mente, aquello no era nada sano.

- ¡Anastasia! -El grito de Elizabeth me sacó de todos mis pensamientos.

- ¿Qué pasa?

-Tengo rato llamándote, ¿en qué mundo andas? -En el mundo de Christian Grey, quise responder.

Me miró exasperada y Jack me observó curioso. ¡Oh, Dios no! Lo que menos quería era despertar su curiosidad, negué con la cabeza y miré a Elizabeth.

-No es nada importante, ¿qué decías?

-Que te apresuraras a comer para que ayudes a limpiar y preparar el bar.

Asentí y seguí comiendo, bien salir de ahí era lo que más quería. Después de lavar los platos Elizabeth y yo salimos en dirección al bar, limpié las mesas y acomode los vasos en la barra. Después de prepararlo todo se hizo la hora de abrir, me fui con las muchachas que trabajaban también ahí hasta el cuarto. Me bañé y me coloqué el uniforme: unas medias pantis negras, un short cortó del mismo color pero más brillante, corsé rojo con bordados negros y zapatos de tacón.

Malú, una de mis amigas me maquilló, odiaba tanto maquillaje pero era parte de mi uniforme así que no me queje.

- ¿Pasa algo, Ana?

-No, ¿por qué?

-Estás muy distraída.

Suspiré, ¡maldito y perfecto Christian Grey! ¿Por qué tenía que hacer volar mi mente hasta la Luna? Por más que lo intentaba no podía dejar de pensar en él. Pero, ¿quién podía culparme? Dudaba mucho que alguien en su sano juicio pudiera apartarlo de su mente tras conocerlo.

-No es nada... son sólo cosas.

- ¿Jack ha intentado algo?

-No Malú, estoy bien... -Sonrío para tranquilizarla.

Ella asintió, aunque sospeché que no me había creído mucho. Cuando terminó de maquillarme me levanté para verme, como siempre odiaba mi aspecto de mujerzuela. Salí junto a las chicas justo para ver como comenzaba a llegar la clientela, viejos verdes y babosos era lo que más había, uno que otro se intentaba propasar conmigo pero siempre podía contar con los muchachos de seguridad para protegerme, ninguno de ellos me iba a obligar.

Comencé a atender las mesas, como de costumbre uno que otro intentaba tocarme pero yo no les dejaba, fui de una en otra llevando y trayendo bebidas mientras la música alta retumbaba por todo el lugar.

Eran las tres de la mañana cuando llegamos a casa, Jack estaba como de costumbre echado en el sofá mientras Teddy recogía todas las botellas que Jack había consumido, tomé la bolsa y le dije que se fuera a dormir. Después de terminar de limpiar un poco la sala dejé la bolsa a un lado -ya la sacaría mañana-, después me fui al cuarto.

Me cambié y me desmaquillé. Ted ya estaba acostado cuando llegue, así que apagué la luz y lo imité, unos minutos después los gemidos y el chirrido de la cama comenzaron a escucharse. ¡Oh Dios, no otra vez! ¿Qué no podían ser más discretos? ¿O al menos esperar a que Teddy se durmiera? Aquello sucedía cada noche, volteé a ver a Teddy, quién me miraba con incomodidad. Le sonreí con dulzura para calmarlo, él se tapó la cara con vergüenza. Estaba segura de que trataba de dormirse con todas sus fuerzas. Dormir y soñar con una vida mejor.

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Diganme Si les Ha Gustado ? *-*




"RENACER" by: DaniCaro10Donde viven las historias. Descúbrelo ahora