Uncover.

2. Rubén.

Apenas me tire en mi cama, recibí un mensaje de mi mejor amigo.

«Te olvidaste tu heterosexualidad», decía. Me empecé a reír. Era un completo idiota.

«Me la traes mañana», le respondí.

Ya tenía una excusa para verlo mañana.

Y seguía preocupado por su aspecto. No me había gustado nada que buscara a Kevin, aunque sea para defenderme; no necesitaba que lo lastimaran por mi jodida culpa de ser tan ingenuo y confiar fácil en todo el mundo.

Suspire irritado mientras veía como mis gatos jugaban entre ellos. Últimamente mi única compañía eran ellos. Y Mangel. Pero Mangel estaba tan ocupado en otras cosas... en su vida. Y yo había pasado a ser algo aparte.

Extrañaba muchísimo vivir con él. Y no lo decía por el tema de la soledad, sino porque en serio lo extrañaba. Extrañaba despertarme y que el olor a café en las mañanas me embriagara. O extrañaba quedarme hasta tarde viendo una película con él sin importarme si tenía que irme porque lo molestaba. O cuando se quedaba dormido en mi cama porque estaba cansado y a mí me daba pena despertarlo para que se vaya a la suya. Y dormía a su lado.

Pero todas esas cosas que extrañaba ahora, se habían ido por mi culpa. Porque había sido muy tonto para abandonar a mi mejor amigo por una chica.

Y lo que más me molestaba es que él no me insulto, no me pego, no hizo nada. Simplemente se quedo callado y asentía mientras yo le decía que se vaya de la casa porque iba a vivir con una nueva persona.

Lo acepto tan bien que no podía entenderlo.

Una llamada interrumpió mis pensamientos. Gruñí y atendí sin ver.

—Si tu amigo no deja de meterse en donde no le incumbe, la va a pagar él... no tú. Así que, vete despidiendo de tu amiguito.

Después de decir eso cortaron.

Me agarro un escalofrió y sin pensarlo dos veces, llamé a Mangel.

Tardo en contestar.

— ¡Joder, que ya estaba durmiendo!—gritó al teléfono.

— ¿Estás bien?—pregunté. Me alivie bastante cuando contesto.

— ¿Rubén? Sí, estoy bien. ¿Sabes que la gente duerme a las cinco de la mañana?

—Sí. Lo sé. Lo siento. Recibí una llamada...

— ¿Qué llamada?

—Solo... no te metas más en mis asuntos, ¿sí?

—Rubén...

—Lo digo en serio. No quiero que te pase nada y si sigues metiéndote, va a pasar. Así que por favor hazme ese favor de no meterme en mis cosas ni en nada lo que tenga que ver Kevin, drogas o lo que mierda este metido ese cabrón.

—Joder, ¿en serio estás preocupado por mi?—me pregunto. Apreté mis dientes. ¡Y encima lo preguntaba!

—Que sí. Que estos no son cualquier persona, Mangel.

—Pareces una chica—dijo y me mordí el labio para no reír.

—Eres un gilipollas.

—Y tu un estúpido. ¿Ahora me dejas dormir? ¿O me vas a decir que me amas y que me necesitas?

—Púdrete—antes de poder cortar escuché su risa.

Pero lo necesitaba. Y mucho.

Joder. En serio me estaba pareciendo una chica.

Oculte mi cara en la almohada y gruñí. Creo que después me quede dormido.