Uncover.

Epílogo.

Me quedé escondido detrás de un árbol hasta que acabara el funeral.

Podía ver a nuestros amigos de negro, a su familia, a mi familia...

Una hora después, se fueron.

Me acerqué lentamente a la tumba donde habían enterrado al amor de mi vida, a mi Mangel.

«Aquí fallece, Miguel Ángel Rogel, amado por muchas personas. 1991-2017»

¿Sí? ¿Y dónde mierda estaban todas esas personas para impedir que muera? 

Me senté en el pasto. No podía entender como él ya no estaba a mi lado. Había estado acostumbrado siempre a tenerlo que... no entendía como ahora podía estar enterrado.

Y caí en la realidad... que jamás volvería a ver sus ojos oscuros, que jamás volvería oler el café a la mañana, que no me despertaría nunca más con sus «buenos días», con sus besos, con sus caricias... ya no volvería hacerme el amor, ya no volvería a decirle que lo amaba tanto que dolía, que estar aquí sin él era la peor tortura que me habían dado, el peor castigo.

Y aquí estaba, frente a su tumba, a dos días de su muerte, con la carta que me había dado el día de mi cumpleaños del año pasado y con sus pasajes en la otra mano.

«Para cuando quieras escapar...» Decía el sobre de la carta.

Tomé aire mientras abría la carta.

"Hola, Rubén. Si estás leyendo esta carta, no sé qué habrá sido de nosotros. Quizás me dejaste, quizás te diste cuenta que no te merezco, quizás estas en un avión a alguna parte del mundo, quizás la estás leyendo en frente mío o la estás leyendo cincuenta años después porque fallecí contigo. Sea lo que sea que haya pasado, la cosa es que has decidido escapar.

Sea lo que sea, que sepas que te amo. Y que seguramente te seguiré amando este donde este. Y que volvería a ser egoísta para volver a tenerte conmigo.

Y si estoy muerto... joder, estás leyendo palabras de un muerto. Pero aún así: te amo. Y sabes que no creo mucho en... ya sabes, Dios, en eso somos iguales, me parece. Pero... si yo no estoy más en este mundo... seguro te estaré esperando en otro. Pero oye, vive. Disfruta. Haz las cosas que siempre quisiste hacer. Viaja por el mundo. Rubén, mi amor, enamórate de nuevo. Pero aunque te enamores, no me olvides. Yo estoy enamorado de ti desde antes de conocernos personalmente, he estado enamorado de ti desde la distancia... aunque jamás te lo dije.

Y te quiero pedir un pequeño favor, mi amor... ¿recuerdas aquel tweet de hace unos años... que si moría antes que tú, hicieras a Ust sobre mi tumba? Cúmpleme eso, mi amor. Sé que Ust... es tu yo más profundo, por eso a veces cuando me decías que Ust estaba enamorado de mi... eras tú. Y lo sé. Pero nunca lo dijiste como se debía hasta que no te lo dije. Pero está bien, mi amor, no tienes la culpa.

Nunca olvides que te amé, te amo y te amaré... sin importar donde este.

Y si estás leyendo esto mientras estas conmigo y te estás riendo de mis palabras... acércate y bésame, que siempre me haces bien con eso.

No sé como terminar esto.

Así que lo terminaré de la forma más simple y para que lo recuerdes.

Eres el amor de mi vida. Te amo.

Miguel."

No pude aguantar las lágrimas, algunas de ellas mancharon la carta. Rompí los pasajes. No los necesitaba. No me iba a ir de Madrid, aquí estaba toda su esencia... no podía irme.

«Hazme a Ust.»

Joder. Mangel...

Me levanté a duras penas, trate de sonreír un poco mientras lo hacía.

—Ust—moví mis dedos un poco pero no pude, no podía hacerlo... Ust también había muerto, porque Ust solo existía si Mangel lo hacía feliz—. ¡Mangel!—grite mientras caía de rodillas y dejaba que las lágrimas salieran todas a la vez.

No sabía cómo iba a vivir sin él, no sabía cómo iba a poder respirar si no estaba a mi lado...

Pase media hora llorando sobre su tumba hasta que pude sentir como empezaba a lloviznar, así que me levante.

—Volveré en una semana, mi amor—susurré mientras me limpiaba las lágrimas.

Me di vuelta y salí de aquel lugar, que ahora también era mío.

Porque allí donde estuviera Mangel, era donde yo pertenecía.

Fin.