44. Rubén.

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Lucas se había quedado esa noche, así que cuando me desperté, empecé a irme despacio de la habitación para que siga descansando mientras me iba a grabar algo para el canal.

Y mientras revisaba twitter, me encontré con una pregunta.

« ¿Por qué ya no subes vídeos con Mangel o ya no se sacan fotos?»

No era la primera vez que leía aquella pregunta y estaba seguro que Mangel tampoco, pero seguramente ya les parecía sospechoso, ya que como habíamos sido amigos de toda la vida... era normal que se nos viera juntos.

Pero decidí responderla en tweets generales. Ya me estaba cansando que todos lo preguntaran y ya necesitaban saber el por qué.

Así que empecé a twittear. Quizás ese era el día donde más twittee.

«Hola, cabesas, ¿qué tal estáis? Bueno, estaba por un rato en twitter y vi que me preguntaron por qué ya no subo más videos con Mangel.»

«La razón es simple y clara: ambos nos hemos distanciado. Y si, me pone triste decirlo.»

«No sé si saben, pero Mangel tiene novia. Y pues, llegó el momento de que cada uno haga su vida, ¿no?»

«Va a tener un hijo y claramente yo no estoy capacitado para decir si eso está mal o bien.»

«Pero, ¿les doy mi opinión? Me parece apresurado. Pero es su vida y yo ya no pertenezco a ella.»

«Hay más razones, pero son más personales. Espero que entiendan.»

«Y espero que ya no lo nombren más, porque me duele. No les voy a mentir, me duele demasiado.»

«Gracias por todo, cabesas. A la tarde les subo un vídeo.»

Luego de eso, seguí editando el vídeo para tenerlo listo y cuando Lucas se despertó, empezó a cocinar, ya que ninguno había almorzado aún.

Aún me sentía raro por lo de esa noche, pues... me dolía. Y eso me inquietaba porque con Mangel no me había dolido ni la primera vez, pero Mangel...

Mangel había sido cuidadoso.

Lucas no tenía por qué serlo, fue solo una noche.

Mientras almorzábamos, escuché que tocaron el timbre.

Pero no me esperaba tener a Mangel parado con una mueca de disgusto y con el ceño fruncido.

— ¿Miguel...?

— ¿Estás loco?—dijo mientras gruñía y entraba—. ¿Publicar aquello...?—se cortó cuando vio a Lucas en la sala y me miro con sus ojos oscuros—. ¿Le puedes decir a tu novio que se vaya?

—No es mi novio—respondí mientras apretaba los dientes—. ¿Lucas...?

—No te preocupes—dijo Lucas mientras se levantaba y se acercaba a mí, antes de darme un beso en la mejilla—. Lo de anoche fue increíble, ojalá se repita—comentó mientras me daba un guiño.

Le eché una mirada nerviosa a Mangel mientras observaba como se mordía el labio y negaba con la cabeza, vi como apretaba los puños.

—Adiós, Mangel—le sonrío antes de caminar hacia la puerta.

—Púdrete, idiota—le respondió Mangel mientras giraba para verme, mientras escuché como la puerta se cerraba—. Parece que interrumpí algo...

—No tienes derecho a decirme nada—dije mientras me cruzaba los brazos—, no eres mi novio, ni mi dueño, ni mi chico, ni...

—Ni tu mejor amigo, ni tu compañero de juegos, ni tu amigo desde los dieciséis; si, lo entendí, Rubén—comentó mientras le pegaba a la pared con su puño para luego gruñir—. Y entonces, si no soy nada de eso, no tienes derecho a publicar sobre mi vida.

—Ellos me han venido preguntando por qué...

— ¡Y le hubieras respondido con la verdad, entonces!—me gritó—. Les hubieras dicho que yo me he declarado a ti, tú me rechazaste, yo busqué a alguien para olvidarte, fui lo jodidamente idiota para no usar protección, lo sé, pero yo estaba seguro que había usado. Y cuando estaba con alguien más, de repente me amas, me quieres para ti, te cuelas una noche en mi casa para que hagamos el amor, para hacerme vivir la mejor experiencia de mi vida. ¿Para qué...?

—No sigas—lo interrumpí mientras me apoyaba contra la pared—, conozco la jodida historia, Mangel.

—Si querías ser sincero con tus fans, les hubieras dicho lo que me dijiste a mí el otro día. ¡Que fui solo una experiencia...!

— ¡Eso era mentira, joder!—le grité ya cansado—. ¡Era una maldita mentira para hacerte daño! ¡Para que veas cómo me dolió que hayas embarazado a una jodida puta! ¡Para que sientas un mínimo dolor de lo que he sentido yo! ¡Te echo de menos todos los días de mi vida, Miguel! ¡No hay ni un solo segundo que no desee estar contigo, que no desee besarte, que no desee ser ella!

—Rubén...

—Vete, Miguel, vete. Quiero estar solo, por favor—dije mientras me mordía el labio, evitando que millones de lágrimas se derramen. No quería mostrarme débil frente a él.

Mangel me miro antes de darse la vuelta y empezar a caminar hacia la puerta, cerrándola a su espalda.

Me dejé caer de rodillas mientras dejaba que las lágrimas por fin salgan.

Joder.

Estuve cinco minutos así hasta que me levanté yendo a la habitación, donde empecé a tirar todo, empecé a desarmar la cama, empecé a romper las almohadas... menos la suya. Esa nunca podría destruirla.

Me había vuelto loco.

Mangel me había llevado a aquella locura.

Uncover.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora