4. Miguel.

15.3K 1.6K 1.4K
                                    


Cuando vi la puerta abierta y con el pomo roto, lo había entendido. Habían entrado por la fuerza a mi departamento. Y cuando vi todo tirado, todo roto; supe que habían sido ellos.

Lo primero que hice fue ver si no había nadie en el departamento, pero no. Fueron tan listos para irse porque sino cogía a uno de ellos y lo haría mierda.

Luego llamé a Rubén. Al menos para advertirle que ya estaban haciendo más cosas y que tenga cuidado. Pero cuando dijo «voy para allá», fue algo que no planeaba. Antes de poder decirle que no venga, cortó.

—Joder—susurré mientras veía los cristales rotos de mi mesa de sala y veía mi departamento destrozado.

¿Dónde iba a ir ahora? No podía quedarme acá, ya sabían dónde me encontraba.

Fui a buscar una mochila y empecé a poner ropa ahí, mi laptop, el cargador de mi móvil y dinero. Agarré a Johnny y lo puse en una jaula. Al principio se negaba pero luego entró. Me senté afuera del departamento a esperar a Rubén.

No tardo más de quince minutos en llegar. Se veía agitado, como si hubiera venido corriendo. Lo primero que hizo cuando llegó fue agarrarme la cara, creí que me iba a besar... cosa que me pareció confusa, pero luego se detuvo cerca de mí y empezó a mover sus ojos, entendí que buscaba alguna herida nueva.

—Estoy bien—le susurré.

Sus ojos verdes me miraron y luego asintió. Pude jurar que me hizo una caricia en la mejilla antes de separarse.

—Los voy a matar—juro a la nada y empezó a caminar por donde había llegado.

—Es estúpido esto—dije mientras levantaba la jaula de Johnny y empecé a seguir a mi mejor amigo.

—Te destruyeron el departamento, es...

—Lo sé. Ya es personal. Pero tú no vas hacer nada. Yo me voy a encargar de eso—murmuré mientras observaba el cielo que ya estaba oscureciendo—, de ellos y de Kevin.

Pero Rubén se detuvo delante de mí y casi choqué con él.

—Hey, ¿qué pasa...?

—Tú no te vas a encargar de nada—dijo girando—. Casi te matan hoy, Mangel...

— ¡Eran tres contra uno!—grité—. Era injusto.

—Injusto o no, no lo vas hacer. Tu salud es más importante que un departamento.

—Rubén...

—Hasta tu salud es más importante que yo, joder. ¿Entiendes que esto comenzó por qué le diste unas hostias a Kevin por mi culpa? Si no te hubieras metido, si no fueras demasiado tonto para arriesgar tu vida por mí...

—Tú eres lo más importante de mi vida—le interrumpí. Y era cierto.

Rubén sin duda era la persona más importante que tenía y si tenía que arriesgar mi vida... lo haría. Diez años de amistad significaba eso. No me importaba que me pase mientras él estuviera bien.

—No vuelvas a decir eso—dijo Rubén mientras negaba con la cabeza.

—Pero es cierto...

—No valgo la pena, Miguel. Ni siquiera para que mi mejor amigo arriesgue todo lo que tiene por mí.

Antes de poder seguir discutiendo con él en plena calle, se dio la vuelta y siguió caminando.

Suspire y lo seguí.

Cuando quería era muy terco.

Cuando llegamos a su departamento, seguíamos en silencio. Mientras subíamos por el ascensor. Rubén evitaba mirarme. Antes de poder captar su atención con algo, las puertas se abrieron, donde estaba su piso.

Apenas abrió la puerta, ya salieron sus gatos a saludarnos. Seguro porque olían a Johnny.

Rubén se fue directamente al baño mientras yo cerraba la puerta y me sentaba en la sala. Le abrí la jaula a mi gato y salió disparado hacía los gatos de Rubén.

No era tan divertido ver como tres gatos empezaban a perseguirse, pero en ese momento todo lo era.

—Hey—Rubén salió del baño y suspiro—, tú duermes en la habitación, ¿vale?

— ¿Qué?

—Que duermes en la habitación. Yo duermo en el sofá.

—Pero...

No me dejo terminar. Empezó a caminar hacía la cocina. Joder, este cabrón jamás me escuchaba.

—Rubén, no me voy a quedar—dije mientras me levantaba y lo seguía.

—Claro que te vas a quedar—abrió la heladera y empezó a buscar algo con los ojos. Sonrió cuando lo encontró. Leche.

Rodee los ojos.

—No. Me pienso ir a un hotel.

—No vas a irte a un jodido hotel—dijo mientras había le leche y tomaba desde el envase—. Vas a dormir en mi habitación.

Seguiría discutiendo con él, pero vi el bigote de leche que se le había formado y no pude evitar reír.

Frunció el ceño como preguntando que era tan gracioso.

—Bigote de leche—murmuré mientras seguía riendo.

Él hizo una media sonrisa y se paso la lengua para sacarse el bigote.

—En fin, yo ganó. Te reíste. Te quedas.

—Rubén, no quiero...

—Sí.

—No.

— ¡Eres como un niño!—me regañó y antes de poder decirle algo, se le cayó la leche—. ¡Y ahora me debes una leche nueva!

Empecé a reírme. Esto me hacía acordar tanto a los días que habíamos pasado juntos... y justamente por eso no quería volver a vivir con él.

Si todo sería como en esos tiempos... joder, no. No podía permitirlo de nuevo.

—Rubén, en serio no quiero...

— ¿Por qué no quieres volver a vivir conmigo?—me preguntó de repente—. Al menos... por una temporada. Hasta que tu piso vuelva a ser arreglado o cuando decidas irte o...

—No es por ti.

—Oh, vamos. ¿Ahora me vas a decir la típica frase de porquería de «no eres tú, sino yo»? Ya estoy cansado de eso. Vamos. Es solo... una pequeña temporada. Unas semanas.

Sabía que si seguía discutiendo con él me iba a tirar lo poco que le quedaba de leche así que simplemente asentí.

—Bien, solo unas semanas.

¿Qué podría pasar de malo en unas semanas?

¿Qué podría pasar en unas semanas?

Pero la verdad que hasta en un día podía pasar de todo.

Como volver a sentir... cosas por él. Esas cosas que creía que había olvidado, esos pensamientos confusos... podían volver.

Con solo unas pocas semanas de mierda.

Uncover.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora