Uncover.

49.

Habían pasado pocos días después de su encuentro con Mangel. Rubén se encontraba ordenando las cosas para la mudanza a Noruega, lo hacía medio triste... pues, no quería irse totalmente, pero necesitaba estar con su familia también, desconectarse de todo lo que le estaba pasando.

Su móvil sonó indicándole que había recibido un mensaje. Era Kevin.

«Tengo algo importante para decirte y probablemente te interesa.»

Rubén le contesto.

«Realmente no me interesa nada que tenga que ver contigo y tú familia.»

Y la contestación llegó de inmediato, dejándolo sin aire cuando lo leyó.

«Se trata de Mangel, ¿él si te interesa, no?»

Rubén dejó todo lo que estaba haciendo para recoger dinero, llaves y con móvil en mano bajó corriendo las escaleras del edificio, ya que el ascensor iba a tardar más.

Brutamente, paró un taxi en la calle, diciéndole la casa de Kevin.

Rubén sabía que probablemente era un juego de Kevin, que solo quería jugar con él y con su mente... pero no perdía nada con ir a ver, ¿no?

Además si se trataba de Mangel...

Rubén sintió un frío por todo el cuerpo, un miedo que no podía explicar. ¿Y si le había pasado algo? ¿Y si le habían hecho algo?

Rubén no creía en Dios, pero en aquel momento le imploró a todo lo que existiera que Mangel estuviera bien.

El viaje duró 15 minutos pero a Rubén le parecieron 10 horas, la espera lo estaba torturando, pensando millones de cosas que le podrían haber pasado a Mangel y él no había hecho nada para detenerlo.

Cuando llegó, se apuro en pagarle al taxista y en salir, caminando rápidamente hacía la puerta de Kevin y toco tres veces con fuerza.

—Coño, por fin—le dijo Kevin cuando abrió la puerta, sin detenerse le agarró de la muñeca e hizo que entrara.

Rubén se percató que esta vez no estaban los amigos de Kevin.

— ¿Qué paso? Mira, si es por dinero... joder, Kevin...

—No quiero dinero—comentó Kevin mientras sacaba un cigarrillo y lo prendía—. Rubén, esto es importante...

—Mira, yo sé que te he dicho que hagas que tu hermana deje a Mangel; pero eso fue antes de que me entere que está embarazada de él... así que olvídalo, Kevin...

— ¡Puedes cerrar la jodida boca, Doblas!—le gritó Kevin, se notaba nervioso, estaba por tener un ataque o eso temía Rubén—. No es por pasta, joder, no necesito pasta. Escucha, yo me voy a ir de la ciudad por unos meses y... y hay algo que quiero que sepas antes de que sea demasiado tarde.

—Kevin, me estás cansando...

—Se trata del hijo de mi hermana—Kevin dio una calada a su cigarrillo antes de apagarlo.

—No quiero hablar sobre eso, oye... sé que fui muy cabrón, pero entendí que no es mi tema y...

—No es de Mangel, Rubén—soltó por fin Kevin.

Rubén se quedó de piedra al oír eso, no lo esperaba.

—Kevin, no bromees con eso...

—No es broma—dijo mientras suspiraba—. Escucha, yo no sabía nada. Yo estaba seguro que era de Mangel, te lo juro. Hasta... hasta que hace unos días hable con Sofía, me confesó que no era de él. No quiero tener nada que ver con esto... de verdad, no lo quiero. No es algo con lo que yo jugaría. Y, pues, ayer decidí ir a verla y llevé en secreto una grabadora, le pregunté de nuevo si era cierto lo que me había confesado hace unos días y lo volvió afirmar—se sacó la grabadora del bolsillo de su abrigo y se lo entrego a Rubén—. Te la doy por si Mangel no te cree.