Mangel se encontraba sentado en la sala del médico con Cheeto a su lado. Había decidido acompañarle después de contarle como Rubén le había rechazado.
—Si te hubiera tirado un jarrón con agua esto ya parecía una novela mexicana—comentó Cheeto mientras suspiraba.
A él tampoco le gustaba estar ahí, pero Mangel era de sus mejores amigos y le tenía mucho cariño, así que no podía rechazarle eso cuando justamente iba a ser padre primerizo.
Sofía regreso del baño mientras se mordía las uñas con nerviosismo. Mangel se preguntó cómo podía encontrarse en esa posición: en un médico esperando para ver una maldita ecografía.
Salió un doctor llamando a Sofía, ella volteo a ver a Mangel mientras suspiraba.
— ¿Quieres entrar conmigo?—le preguntó.
—Yo...
—Ve—le animó Cheeto mientras le daba una palmada en la espalda—, yo voy a estar aquí, tío, para lo que necesites. Pero ve, tienes que entrar.
Mangel asintió mientras se levantaba de la silla y seguía a Sofía por el pasillo hasta entrar en la sala dónde le harían la ecografía.
Empezaron a preparar a Sofía para hacerle el escáner mientras Mangel se sentía nervioso, ya que nunca había pasado algo parecido y confiaba que nunca le pasaría.
Pero aquel nerviosismo se fue cuando empezó a escuchar latidos de corazones.
—Oh, aquí esta—dijo el doctor mientras sonreía—, es esa cosita de ahí—señaló la pantalla.
Mangel simplemente veía todo negro y una cosa blanca como si fuera un pequeño poroto, pero no fue eso lo que lo hizo llorar: sino los latidos.
Realmente estaba su hijo ahí.
Se secó las lágrimas rápido para que Sofía no lo viera llorar, pero ella también estaba emocionada.
—Tiene ocho semanas de embarazo, casi nueve—comentó el doctor—, eso son casi tres meses.
Mangel no sabía que decir, pues solo podía quedarse viendo aquella pantalla escuchando los latidos, que significaba que Sofía tenía una persona allí adentro.
No tenía caso odiar al bebe, él había sido el estúpido que no había usado condón y no iba a desquitarse por eso con un bebe.
Mientras Sofía se quedaba adentro para hacer unos papeles, Mangel salió para hablar con Cheeto.
—Tío...—le dijo Cheeto cuando vio a Mangel y cuando éste lo abrazo, no pudo evitar llorar sobre su hombro—. Macho, está todo bien...
—Tiene casi tres meses—dijo Mangel mientras se separaba y empezaba a reír—. Dios, Cheeto... realmente voy a tener un hijo...
—Lo sé, cabrón—dijo su amigo mientras negaba con la cabeza—, más te vale no dejarnos por eso.
—Sabes que no, cabrón—dijo mientras se secaba las lágrimas.
Mangel sacó el teléfono para llamar a Rubén, tal como siempre hacía cuando pasa algo...
...pero luego recordó que no podía llamarlo.
Por un momento se sintió una basura, una total y miserable basura, al recordar a Rubén. Pero luego recordó sus palabras. «Ya no somos más mejores amigos.»
Rubén estaba sentado en la cafetería donde siempre había ido con Mangel, solo que esta vez estaba solo.
O eso creía.
—Hola—dijo una voz conocida—. ¿Qué puedo servirte?
Y cuando levantó la cabeza lo vio, Lucas. Estaba con una libreta en una mano y cuando lo vio, sus esquinas de sus labios se alzaron en una sonrisa.
—Que sorpresa—dijo mientras reía.
— ¿Tu... trabajas aquí?—dijo Rubén mientras se sentía estúpido por aquella pregunta.
«Claro que no, Rubén, solamente se pasa de mesa en mesa preguntando qué quiere la gente para tomar.»
—Si—sonrió y luego ladeo la cabeza—. ¿Un café?
—No me gusta el café, eso es para Man...—se cortó enseguida mientras negaba con la cabeza—. No, solo... tráeme un batido.
—Claro... Rubius—dijo antes de irse caminando a la cocina.
«Joder.»
Lo había reconocido. Sabía quién era.
Luego de tomar el batido, no volvió acercarse a él. Cuando pidió la cuenta, pagó y por inercia, se llevó el ticket, pero aún así no se iba a ir, pensaba esperarlo.
Rubén no supo cuanto tiempo estuvo esperando a que Lucas saliera, pero cuando lo hizo se sorprendió al verlo apoyado en una pared.
— ¿Rubén?
—Oye... sé que no debería pedirte esto, pero realmente te agradecería que no dirías nada de que hemos ligado aquella noche. Hombre, ya sé que me conoces, y por eso no lo tienes que contar...
—No lo iba a contar de igual modo—dijo mientras se apoyaba a su lado y suspiraba.
— ¿En serio...?
—Sí, tío. ¿No viste la parte de atrás de la cuenta, verdad?
— ¿Qué...?
—Tu míralo—dijo antes de acercarse y darle un beso en la mejilla—. Tengo que irme, mi hermana me ha llamado. Hasta... la próxima.
Rubén se quedó mirando como Lucas se iba desapareciendo poco a poco entre la gente antes de sacar la cuenta y darle vuelta.
Ahí había un número.
Rubén no pudo evitar sonreír. Sin duda lo llamaría algún día de esos.
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Les quiero dedicar el capítulo al grupo RubelangelMob, quererlas <3

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Uncover.
FanfictionNo se cuando fue que me enamore de él. No se si hubo en realidad un momento específico que dije "estoy enamorado". Creo que más bien se dio solo. No se si esta mal o si esta bien... ¿Pero acaso eso importa? ¿Algo de lo que nosotros dos sintamos... i...