Décimo séptimo

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Mamá.

Agradezco infinitamente que nadie había entrado ahí. Me hubieran tratado de monstruo o cualquier otra cosa.

Ayer y hoy fueron los peores días de mi vida. No sé cómo sentirme con respecto a todo lo sucedido.

También agradezco que la sangre no haya salido del inodoro, así no tenía que limpiar toda la sangre que habría regado. Cuando ya había salido del baño de los discapacitados fui al lavamanos, al mirarme en el espejo ni yo me reconocía. Tenía toda la cara untada de sangre, literalmente. Traté de quitar todo rastro de sangre en mi cara hasta que al fin lo había conseguido. Salí de los baños y decidí ir al cine, tal vez eso me distraería de lo que pasa ahora en la realidad.

La película había sido buena, pero no era suficiente como para distraerme. Todas las cosas que no te gustan de mi... Dios, me dolía.

Después de estar sentado en el parque pensativo, se me ocurrió que debía mejorar las cosas que no te gustan de mí. Debo perdonarte, fui muy exagerado con todo esto. Igual, él amor siempre va a ser lo principal de todo.

Mamá, nuestra relación nunca acabará, no se arruinará ni mucho menos se destruirá. Porque nuestra relación es más invencible que el diamante. Básicamente es un diamante, pero más poderoso.

De Hijo A MadreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora