Trigésimo

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Mamá.

Si no lo hubieras dicho, me hubiera arrepentido.

Después de una larga charla contigo, decidí hablar con Paola. Me wasapeó para que fuera al parque, donde nos conocimos por primera vez. Donde todo empezó. Parece como si la última vez que estuve aquí fue hace años, no meses.

Caminé lentamente. No quería ir, no quería hablar con ella. Pero es por mi bien, supongo. Pateaba una piedra mientras iba al parque. Parece que la piedrita me entiendo. Ok no. Pero la piedrita podría ser mejor compañía que Paola, a decir verdad.

Cada paso se me hacía eterno. Caminaba y caminaba. Hasta que por fin llegué. Ahí estaba ella, sentada en una banca, cabizbaja y su cabello mono le caía en la cara. Está llorando, desde aquí se oyen los sollozos. No debí dejarla sin antes de haberla dejado hablar y justificarse. Me siento mal por haberlo hecho. Me dirijo hacia ella y cuando llego me siento a su lado. Ella se voltea y me ve con esos ojos rojos. Ya no tienen la misma chispa que tenían antes. Le agarré los mechones monos y se los puse detrás de la oreja. Con mi pulgar limpié la lágrima que le caía. Puede que me haya hecho algo terrible, pero compartí momentos muy difíciles con ella. Iba a decir algo, pero ella me calló con su dedo índice, para que pudiera hablar antes de decirle nada.

Ahora lo entiendo todo. Ella sabía de mí, sabía de mi existencia antes de haberla conocido ahí en el parque. Sabía de mi vida, de lo que tuve que sufrir, de los problemas, de todo. Dijo que estaba perdidamente enamorada de mí desde que había llegado al colegio. Hace años. Hizo todo lo del trato, para luego decirme y que pudiera fingir que me había dolido demasiado porque ella me había dejado. Porque con el dinero iba a pagar mis tratamientos para mi enfermedad. Yo sabía que ella no era así, sabía que a pesar de que se veía todo malo había algo bueno ahí dentro. Es hermoso lo que intentó hacer, pero tuve que hacerle saber que mi enfermedad es tan avanzada, que ya no se puede curar. Sé que en algún momento moriré, todos moriremos, sólo que uno no sabe si será tarde o temprano. La muerte lo elige a uno, elige cuándo va a morir y cómo. Pero uno no puede hacer nada. Es imposible detenerlo.

Supongo que aún es mi chica. Aún es mi ángel.

De Hijo A MadreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora