Trigésimo cuarto

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Narrador omnisciente

Jenny no soportó estar más al lado de su cuerpo sin vida. Ya no es él. Su alma no está, sólo es su cuerpo. Pero aún así le habla con la esperanza de que el alma de su hijo la escuche.

Dijo todo lo que quería decirle. Estaba adolorida, demasiado. Tanto que cuando intentó pararse de la silla casi se cae. No era un animal, tampoco otro ser humano que no tiene nada que ver con ella, era su hijo, su único hijo. El que compartió muchas cosas con él de lo que compartiría con otras personas.

Cuando salió del hospital llamó a Paola y a Sebas para que se reunieran en una cafetería cerca. Sabía que tenía que contarles que Thiago se fue. Porque tarde o temprano lo sabrán igualmente.

Paola y Sebas llegaron a la cafetería. Buscaron a Jenny por toda la cafetería, hasta que por fin la encontraron, la miraron a los ojos y los tenía rojos. Miraron a su lado y se dieron cuenta. Thiago no estaba. A Paola le comenzaron a aguar los ojos y Sebas estaba temblando. Se acercaron a Jenny y ella soltó un sollozo.

- Paola, Sebastian, se fue. Thiago se fue. Esta vez, para siempre - comenzó a sollozar más fuerte y se llevo la atención de todos los que estaban en la cafetería. Paola empezó a gritar en el pecho de Sebas mientras este le acariciaba el cabello y comenzaba a llorar. La muerte de Thiago es algo muy trágico para estos tres. En especial para su madre.

Al día siguiente se llevó a cabo el funeral de Thiago. Muy pocas personas fueron, pero a Jenny no le importó para nada.

Sólo le importaba que su único hijo esté reunida de personas que en verdad lo amaban.

- ¿Ya no soy madre? - piensa Jenny, pero luego se autocorrige. - No, siempre será mi hijo, incluso si no está conmigo a mi lado. Es mi bebé, y se fue.

De Hijo A MadreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora