De Hijo A Madre

Vigésimo

Mamá.

La verdad... Te veías como una pendeja llorando. Lo siento, sé que siempre decía que me dolía él alma cuando llorabas. Pero por Grey's Anatomy, no.

No sé por qué sacaste el tema de que hiciéramos terapias nosotros mismos, pero después entendí que nuestra comunicación con respecto a los secretos no ha sido muy buena.

Nos sentamos frente a frente, cogidos de las manos. Me pediste cosas que no me gustaban de ti. Pero no respondí. No hay nada que no me gustaba de ti. Sé que piensas que eres la peor madre. Pero para mí eres perfecta.

Hablamos un buen rato sobre todo. Hasta que de repente comencé a decir todo lo que sentía. Es como si básicamente dijera todo lo que había escrito antes. Por fin me desahogué, por fin sentía cómo la presión de mi pecho se disolvía. Me sentía... Libre, libre de esa presión, ese dolor. Tu cara era inexpresiva, pero luego una sonrisa se creó en tu boca. Me abrazaste fuerte y no comprendía nada. Hasta que lo supe, eso era lo que tú querías, que te contara todo lo que me pasaba, que no me ahogara con mis propias palabras, que a pesar de todos los problemas que le he dado, me sigue amando. Mamá, eres tan perfecta, malditamente perfecta. Sin ti, mi vida sería una mierda completa. Te amo, te amo demasiado. Tanto que si eligiría entre ser multimillonario para volverme la persona más famosa del mundo y entre tú. Sin pensarlo dos veces, mi 100% serías tú. Tú eres mi todo, eres la máquina que hace que toda mi vida sea feliz. Si me dejaras, esa máquina parará y mi mundo se destrozará.

Lloré, por primera vez desde hace mucho tiempo lloré de alegría. De alegría primero por haber diuelto esa presión en mi pecho y segundo que porque a pesar de guardarte todo eso durante años, me sigues amando.

Eres mi mejor amiga, y sé que puedo confiar plenamente en ti, porque sé que nunca me defraudarás.