Trigésimo tercero

72 6 10
                                    

Narrador omnisciente

El chico escribe en su computadora, escribe todo lo que quería descargar. Y así fue, le puso fin a la historia. Está satisfecho por el hecho de haber creado una historia que tratase de su vida. Guardó la historia y apagó su computadora. Estaba cansado, agotado, sentía que su cuerpo y mente iban a fallar. Las manchas que tenía en sus brazos no han desaparecido, sino que iban creciendo cada vez más, sus labios estaban secos. Como le comenzó a doler la cabeza quiso acostarse en la cama, pero no sin antes haberle escrito una nota a su madre. Siempre lo ha hecho, es lo que gustaba hacer. Pero a diferencia de todas las notas anteriores esta sólo tiene tres palabras. En esa hoja blanca doblada ha escrito "Te amo, Mami." la iba a llevar al cuarto de su madre, pero en el trayecto no pudo más y cae al suelo. La carta sale de sus débiles manos y el viento la lleva hacia la habitación de Jenny, su madre. Jenny leía un libro, pero se percató que había un papel en el suelo. Se levantó y agarró la carta, la desdobló para luego leer lo que tenía escrito. Una sonrisa se forma en su cara y se dirige hacia la habitación de su hijo. La sonrisa no duró demasiado al ver a su hijo tirado en el suelo boca abajo inconsciente. Lo agarró y lo volteó, puso dos dedos en el cuello del chico para sentir su pulso. Antes de rendirse por no sentir nada, sintió un pequeño golpecito. Aún tenía pulso, aún había probabilidad de que viva. Agarró a su hijo que no estaba tan pesado, ya que él no comía nada por falta de apetito. Pidió un taxi y le pidió preocupadamente que la llevara al hospital más cercano que hubiera.
En el trayecto Jenny miraba a su hijo, al chico quien estuvo nueve meses en su vientre y que pasó la mayoría de su vida con él. Él lo era todo para ella, era su pequeñito. Le acariciaba el pelo mientras lo veía, deseaba que se quedara aún, que no se fuera. Ella no estaba lista. Una lágrima cae en la frente del chico. Era su chico, su hijo, su bebito.

Cuando llegaron al hospital Jenny le dio el dinero al taxista, agarró a su hijo y lo llevó al hospital corriendo como si fuera el fin del mundo, pues lo sería para ella si su hijo se fuera. Al entrar comenzó a gritar por ayuda. Tres enfermeras y dos doctores llegaron al lugar donde estaba Jenny con una camilla, agarraron al chico y lo pusieron en la camilla, los cinco corrieron rápidamente a urgencias, pero Jenny no podía. Es como si el suelo le tragara los pies, todo esto la dejó en shock.

Ya pasaron horas y Jenny aún seguia en la sala de espera de urgencias. Ella intentaba recordar los buenos momentos que tuvo con su hijo. Sin darse cuenta empezó a llorar. Observaba la puerta de urgencias, con la esperanza de que la doctora llegara y le dijera que su hijo aún está a salvo. Pero pasaban los minutos y aún no tiene noticias de él. Cada segundo que pasa era eterno para ella. Leía y repetía la nota que su hijo le había escrito. El "Te quiero, mama." hace que la esperanza aumente, aún tiene esperanza y no la ha perdido, aún no. Los ojos le pesaban y se quedó dormida en la silla de espera. Con sus hermosos recuerdos junto a su hijo.

Jenny siente un suave toque en sus hombros y se despierta. Era la doctora que atendió a su hijo, tenía los ojos cristalizados, de inmediato Jenny se alarmó.

- ¿Qué sucede, doctora? - pregunta Jenny en un hilo de voz.

- Lo siento, hicimos todo lo posible, pero no funcionó. - lágrimas caían de los ojos de la doctora, estaba muy apenada. Saber que podía salvarlo, que podía tener una oportunidad de mantenerlo aún con vida, y no pudo hacer nada.

Jenny sintió una punzada en el pecho. Sentía cómo el mundo paró a su alrededor, a pesar de que todo sigue igual. Aunque para ella, ya no había "mundo", su "mundo" era él. Recogió las rodillas y se abrazó a sí misma. Su hijo se fue, su bebito la dejó, su único bebé se fue. No podía creer cómo su chico tan dulce, amable, adorable y amoroso muriera.

El diamante se destrozó.

Thiago Bonilla Rodriguez falleció el 21 de Enero de 2016 a las 9:34 pm.

De Hijo A MadreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora