tengo miedo

12.4K 815 6
                                        


Me levanto a las siete de la mañana y veo un mensaje suyo.

Dr Díaz:
Fui a la sala y toqué tus pies para que despertaras, pero no lo hiciste.  Duré unos minutos esperando y no despertabas, al parecer estabas profundamente dormida o cansada.

Siento una gran decepción,  no puedo creer que él estuvo aqui, observando mis sueños y ni siquiera supo besarme para despertar con el sabor de sus labios.

Yo:
No te creo. Yo abrí varias veces mis ojos, ¿como no te iba sentir?

Dr Diaz:
De verdad fui y me quedé mirándote por dos minutos y no quise hablarte para no despertar a los otros pacientes.

Yo:
Está bien. Quizás nos veamos luego.

Dr Diaz:
Te aviso cuando yo salga, creo que en la noche nos podremos ver.

Yo:
me parece bien, veré con que excusa convenzo a mi hermana para salir.

Así fue.  Por él busqué la manera y logré salir con la misma excusa de comer algo fuera.

Iba caminando afuera del hospital hasta que lo siento a mi lado.

—No te detengas —me dijo, yo sigo  el camino junto a él y nos dirigimos hacía aquel árbol. 

Al llegar no nos aguantamos y nos besamos con mas pasión.  Extrañaba sus besos.

Me abraza  y acaricio su cuello, sintiendo el sabor mentolado de sus labios. Cuando sentimos que el aire nos faltaba, nos separamos y nos sentamos en el banco.

Hablábamos de nosotros, pero en cada palabras observaba que él no despegaba la vista de mis senos, acepto, la camiseta que llevo puesta, y el sostén hace que se veas más grandes de lo que es. Su mirada lujuriosa hizo que una  extraña sensación se apoderara de mi estomago y se situara en mi pelvis.

—¿Poe qué no dejas de mirar mis senos? —pregunto.

—Es que son muy..., bueno, es que se notan mucho,  es difícil no mirarlo —susurra y me sonrojo bastante.

—Oh, entiendo —respondo y acaricio su mejilla, lo beso más pasión, pero la maldad me  invade y tomo su mano, la llevo hasta mi seno derecho, para que él me toque  y se quite  las ganas de sentirme.

Él no se detuvo, mientras me besa, su mano juguetona se mete por dentro de mi camiseta y atrapa mi seno, acariciando mi pezón. Yo no me quedo atrás, porque acaricio su pierna hasta llegar hasta su erección, lo toco por completo sintiendo su longitud, pero luego quito mi mano para poderme controlar.
Él se detiene y nos separamos unos segundos. La respiración cada vez es más fuerte y menos controlada, mi pecho sube y baja como el suyo. Nuestros labios están hinchados de besarnos.

—¿Satisfecho? —pregunto y se sonroja asintiendo.

—Demasiado.

—Me encantas —susurro y me besa de nuevo.

—Tú me tienes loco —confiesa y por un momento me siento mal y mis ojos se llenan de lágrima.

—Tengo miedo de irme y no volver a verte,  cada día pienso en que pasaría luego de irme. Tú tienes a  tu esposa y yo tengo mi novio, aunque quisiera terminar con él, sé que sería muy obvio que es por ti, pero no puedo, solo seriamos amantes y no pretendo que dejes a tu esposa por alguien como yo; por eso, quiero que hagamos las cosas bien hecha y me esperes, no sé si quieras esperarme, pero yo por ti lo haría. De lo único que estoy segura es que simplemente somos dos amantes.

—Claro que te esperaría, yo te buscaré y sé que nos veremos.

—¿Te arriesgas a todo por mí?

—Me arriesgo, no me importa nada, ¿y tú?

—Yo..., si, me arriesgo, solo quiero volver a verte —respondo y acaricio su mejilla.

Me lleva nuevamente al hospital y por suerte es temprano y  me dio tiempo de comer algo afuera.

Labios ProhibidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora