Mírame a los ojos

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Él está ante mí, clavando sus ojos en lo más profundo de mi interior. ¿Qué se supone que deba hacer?

—Que bien que la conozcan. Me siento mejor de que ustedes la pudieron tener en la vista allá —interrumpió Tony.

Louis lo mira y no sé, hay incomodidad y tensión.

—Así es. Fue una paciente difícil de olvidar. Claro, por que era muy terca en cuanto a medicina se refiere —murmura. Sin embargo quiero desaparecer. ¿Cómo, cuando y en que momento el destino quiso juntarnos de esta manera?

Bajo la mirada sintiéndome apenada. No sé como reaccionar, pero este es un momento en que debo fingir normalidad. Tanto tiempo sin verlo y creí que había avanzado en algo.

—Amor, ¿por qué tan callada? —me pregunta.

—Oh, es que recordaba ese momento en que tuve interna —miento, pero de igual manera debo tener una excusa.

—Entiendo. Deberías sentarte, no es bueno que por tu estado estés parada —se alejó buscando una silla. Louis me mira fijamente y no sé donde meter los ojos.

—Estás muy hermosa —murmura en voz baja—. No pensé que te vería. He tratado de comunicarme contigo, pero...

—No sigas Louis. Por favor, no sigas  —suplico.

—Ana, te extraño —susurra y miro hacia los lados, y ya se acerca Tony, mientras que el otro chico esta hablando con un señor.

—Lo siento Louis.

Me acerco a donde mi esposo y me siento en la silla.

Louis se fue a donde su amigo y Tony me buscó algo de tomar. Siento la mirada de Louis en cada momento. No puedo creerlo. Y pensar que siento lo mismo, quizás mas fuerte que antes.

Me siento tan extraña. Es justo el momento que quisiera escapar, pero también deseo encontrarlo, mirarlo y sentirme tan así como lo estoy ahora. Enamorada, frustrada, no sé que más. Estoy volviéndome loca.

Ya ha anochecido, siento ganas de hacer pis. En todo el rato no me levanté por miedo a enfrentarme a él.

—Amor, debo ir al baño. ¿Sabes donde es más cerca? —le pregunto a Tony quien no deja de hablar con sus amigos.

—Esperen —les dice y me mira—. El baño es allá —me dijo, pensé que quería acompañarme. Pero igual, cuando está con ellos es otro.

—Gracias, regreso ahora —dije, pero como que no me puso mucha atención y siguió hablando con sus amigos.

Idiota.

Sigo el camino sin mirar siquiera el reflejo de Louis quien no dejaba de mirarme.
Cruzo la calle y entro en un local de bebidas alcohólicas. Pregunto si puedo pasar al baño y me dijeron que no hay problemas.

Paso al largo y un poco oscuro pasillo. Las luces son tenues.
Por suerte el baño está despejado, no me gusta orinar a la vista de otras.

Entro y hago pis, luego salgo y me lavo las manos. Tocan la puerta, supongo que ya empiezan a llegar las chicas.

—Ya voy —dije tomando una servilleta. Abro la puerta y me paralizo de inmediato con la respiración yéndose.

—Ana —susurra entrando y cerrando la puerta.

—No Louis. Debes irte.

Camino hacia atrás hasta sentir el lavabo en mi  trasero. Estoy acorralada.

—Ana, no sabes cuanto quise poder mirarte de frente, de cerca —se acerca y mi corazón late más rápido. Trato de respirar bien y toco mi pecho. Siento ganas de llorar.

—No Louis. Esto no puede ser —susurro y baja su cabeza.

—Mírame a los ojos, mírame y dime que ya no sientes nada por mí. Y si veo sinceridad en ellos, te dejaré ir para siempre.

Mis ojos se llenan de lágrimas, no puedo mirarlo. No puedo decirle una mentira tan grande.

—No puedo —susurro sollozando con mi rostro ya mojado.

El me abraza de pronto, sin esperarlo. Llevándose un suspiro largo de mi parte.

—Mírame  —suplica acariciando mis mejillas, levanto la mirada encontrándome con esos ojos brillantes y hermosos. Al cerrarlos recibo un cálido beso inesperado, me devolvió todo lo perdido.

He vuelto a sentir sus labios prohibidos.

Labios ProhibidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora