no me ilusiones

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Mando el celular al mismo carajo, al igual que a Louis. Pensé que yo le importaba, él no demuestra que le importo. Quizás su moral y respeto es mas fuerte que sus supuestos "sentimientos", pero ya basta, no necesito de ningún hombre para salir adelante. Soy Ana, una chica fuerte que puede salir adelante sin necesidad de nadie.

Ya no debo pensar por mí, pensaré en mi hijo.

Espero pacientemente a que pasen las horas. Estoy esperando a Tony, hablaré con el seriamente. El tendrá que darme una explicación.

Pasaron seis horas, seis putas horas en que Tony no regresa. No le hice cena ni nada, estoy furiosa. Son las nueve de la noche y no aparece. Lo llamo y sale apagado.

Me acuesto en mi cama y escucho el ruido de la puerta. Luego una llave y supe que llegó.

Entra y sonrío como si nada.

—¿Y que pescaste? —inquiero curiosa al ver sus manos vacías.

—Nada, el carro se había dañado y fue una toda una complicación —dijo, pero no me convence.

—¿No será que no estuvite en ningún río pescando?

Me levanto a desafiarlo.

—Claro que si estuve en puto río pescando. ¿Ahora vienes con peleas e idioteces?

Aunque me cuesta creerlo, me duelen sus palabras.

—No te creo. Ya me tienes cansada. Sé que me mientes, ¿por qué, Tony? ¿Por qué has cambiado? Me tratabas tan bien al principio. Ahora sólo te la pasas andando, ya no compartes conmigo, ya no sales conmigo. ¿Qué diablos fue lo que te pasó? Si no me quieres dímelo y no me ilusiones.


 ¿Qué diablos fue lo que te pasó?  Si no me quieres dímelo y no me ilusiones

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Me siento en la cama a llorar. Él da vuelta de un lado a otro y respira profundo.

—Si te amo. No sé porque dices eso. Estás desconfiando de mí, no puedo hacer nada porque todo te molesta —respondió.

—¿Todo? Claro que me molesta. Siempre te vas, me dejas el día entero sola. ¿Qué crees? ¿Qué nada más debo cocinar, limpiar y estar sola en casa? Necesito a mi esposo, ¿donde está mi esposo? Y sabes, creo que ya no soporto esto. Me mientes y me engañas.

Llevo mis años hasta mi frente y respiro profundo.

—¿Qué? ¿Quieres terminar? Mujer yo no te engaño. Jamás te he sido infiel, ¿como me dices eso? ¿Con que razón?

Me levanto y trato de calmarme.

—Ayer vi en tu maldito celular un mensaje de una tal Sandra. ¿Y sabes? me dolió, lloré por lo que vi. Le dijiste que era muy linda y lo peor... lo peor es que dijeras que no estás casado, que solo somos novios. Me mentiste. Me has lastimado.

Intenta acercarse y me alejo.

—No es así. Por Dios, esa chica tiene su novio. Jamás la he visto en persona, me agregó por vía de Hector.

Me niego a creer sus mentiras.

—No, no te creo. No podré seguir viviendo una falsa. No puedo vivir con alguien que se comporte como mi enemigo. Te importa más estar en la calle, que estar conmigo. Pues bien, aquí termina todo.

Voy hasta mi armario y saco mi equipaje.

—¿Qué? No Ana, piensa esto bien. Dios mío, que terca eres.

Saco mi ropa y lo ignoro.

—Ana •me toma de la mano y lo empujo, y de pronto siento un fuerte dolor en mi vientre.

—¡Ay duele!

Caigo al suelo por el dolor. No, no puedo perder a mi bebé.

Labios ProhibidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora