I (3)

8.9K 588 83
                                    



Lucy irguió la espalda y lo fulminó con una mirada de despecho.

—Le parecerá difícil de creer, lord Dragneel, pero existen mujeres distintas a las que acaba de describir, mujeres que no necesitan tender trampas a un pobre desventurado para que se case con ellas con tal de adquirir una posición social destacada y una fortuna considerable. Estoy bastante contenta con mi vida, muchas gracias, y no necesito "gobernar" la suya para hallar satisfacción. Y le repito que no le he tendido ninguna trampa; simplemente he cometido un error, ¡uno que me arrepiento cada vez más mientras pasan los minutos en esta carroza!

La rudeza en la voz de Lucy tomó a Natsu por sorpresa. Ciertamente, tenía toda la pinta de una mujer afrentada. Pero claro, debía de ser una buena actriz para hacer todo este escándalo, ¿no?

—¿Así que me estás diciendo que no sabías que estaba escuchando su conversación?

—¡No soy tan maleducada como para permitir que mi primo hable sobre un hombre que puede oírlo!

—De acuerdo —contestó él con sequedad—. Digamos que me está contando la verdad. Si no se había dado cuenta de mi presencia en el balcón, entonces, ¿por qué diantre me ha defendido ante su primo si no tiene ni idea de cómo soy ni de si esos chismes son ciertos?

Ella lo miró a los ojos sin pestañear.

—He oído cosas sobre su dedicación en el Parlamento. Por eso creía fielmente que era usted un hombre bueno y honesto.

Natsu sintió una punzada en el pecho por el énfasis que ella puso en la palabra «creía». ¿Se había precipitado a la hora de juzgarla?

El carruaje dio una brusca sacudida, lanzando a Lucy hacia un lado durante el tiempo suficiente para exponer un tobillo elegante y decididamente bello antes de que pudiera recomponer la postura. (N/A: en esos tiempos ni el tobillo se podía mostrar, por qué si no eras una "rebelde sin causa")

—Además, no es correcto que alguien denigre a una persona cuando ésta no se halla presente para defenderse del ataque. Si uno no sabe la verdad, lo mejor que puede hacer es mantener la boca cerrada. Mi padre, el rector de Willow Crossing, me ha educado para que no haga caso de los comentarios perversos.

—¿Su padre es rector? —Su incomodidad se acrecentó. ¿La hija de un rector? ¿Tendiéndole una trampa? No le parecía viable.

Natsu soltó un bufido. Había cometido un terrible error al dejar que su rabia controlase la situación. A pesar del antifaz que ella lucía, podía ver los destellos peligrosos que emanaban de sus ojos.

—Sí —contestó Lucy, apenas realizando una pausa para comprender la intención de la pregunta que le acababa de lanzar el chico—. Podría aprender un montón de cosas de mi padre. Él no juzga a las personas si no lo sabe todo acerca de ellas. Siempre cita a Mateo 7, : «No juzguéis, para que no seáis juzgados».

¡Por el amor de Dios! ¡Esa mujer estaba recitando la Biblia, con capítulo y verso incluidos!

—Sigo el ejemplo de esas palabras —continuó ella, ahora un poco más tranquila—. Nadie tiene derecho a juzgar el comportamiento de una persona, ni tan sólo usted; sólo Dios. Es más...

—Ya es suficiente, madame.

Pero ella continuó con su monólogo como si no lo hubiera oído.

My LordDonde viven las historias. Descúbrelo ahora