XVII

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¿Adivinen quien actualizó dos veces seguidas? 6u6

Esta nena 7u7r ahr k xdddd

Antes de empezar con el capítulo... he de decir ¿saben la realidad de porque no actualizo? No tengo ningun/a lector/a que me ponga aunque sea un "hola" el el muro, hasta los que tienen 139 seguidores tienen un hola >:'v y yo ni vergas, esos holas dan fuerzas para seguir con esto y ustedes, malagradecidos solo me leen y luego me olvidan ;u; me duelen, les pido apoyo con otra historia y se quejan porque no es actualización, o sea, ubíquense, hieren mi negro kokoro xd

Ya ya, listo. Ahora sí empiezo.








Odio el bullicio y las prisas inherentes a los títulos nobiliarios y las grandes fincas, y contemplo ambas posibilidades como una bendición que debería ser sólo concedida a los insensatos, puesto que ellos son los únicos que las consideran una bendición.

CARTA DEL 28 DE MARZO DE 1710, A SU ESPOSO LADY MARY WORTLEY MONTAGU.

Al recuperar la conciencia, Natsu se halló tendido en medio de un charco de agua sobre el rugoso suelo de madera.

Contempló el techo manchado e intentó comprender por qué estaba empapado y por qué le dolía tanto la cabeza. Se sentó resoplando y se masajeó el chichón en la coronilla. ¿Qué diantre hacía tendido en esa habitación tan poco glamurosa?

Entonces vio el cántaro roto a escasos pasos de él, y recordó lo sucedido.

—¡Maldita... fémina! —rugió de rabia mientras se incorporaba de un salto. Al levantarse notó un ligero mareo, pero la ira lo mantuvo en pie.

¡Esa irresponsable había huido! ¡Después de haberle hecho creer que se había resignado y que se casaría con él! ¡Lo tenía merecido por subestimar a Lucy Heartfilia!

Tambaleándose, se abrió paso hasta la puerta e intentó abrirla, ¡pero estaba cerrada con llave! ¡Increíble! ¡Ella lo había encerrado! Aporreó la puerta, gritando a pleno pulmón con la esperanza de que el posadero lo oyera. Entonces escuchó unos cuchicheos provenientes del pasillo, de una mujer y después de un hombre, que parecían enfrascados en una discusión.

—Ella dijo que él la había secuestrado —susurró la voz femenina.

La segunda voz era casi sin lugar a dudas la del posadero.

—¡Ya, palomita mía, pero es un conde! ¡No podemos mantener a un conde prisionero!

—¡Abrid la puerta de una maldita vez! —bramó Natsu. Los comentarios que acababa de escuchar únicamente habían conseguido enojarlo más—. ¡Si no abrís, os juro que no descansaré hasta echaros a todos los magistrados de este maldito país encima!

Hubo una pausa, afortunadamente breve. Entonces Natsu oyó el ruido de la llave en la cerradura, y la puerta se abrió para revelar al posadero con manos temblorosas acompañado por su esposa, que lo miraba con cara de pocos amigos.

Los ignoró a los dos y se precipitó escaleras abajo tan rápido como su dolorida cabeza le permitió. No sabía cuánto rato había estado inconsciente, pero eso ahora no importaba. La encontraría. Y cuando lo hiciera...

My LordDonde viven las historias. Descúbrelo ahora