VIII

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Ja se la creyeron wexd Okno :v... Ya no me voy ya y agradezco a todos los que me han dado ánimos, la verdad es que estuve un tiempo pensando en si me iría porque poco a poco se me están acabando las ideas de cómo terminar mis historias y esto de los haters... Pero bueno, ya lo pasado pasadooooo :v me tendrán un buen tiempo rondando por aquí y jodiendoles la vida xd, en serio, gracias por los comentarios xD es que la mayoría de mis seguidores son fantasma </3

PARA LOS QUE NO SABEN QUE ES UNA GLORIETA, ES LO DE LA IMAGEN DE ARRIBA C:





VIII








¿A quién llamamos caballero? Al bellaco, al loco, al bruto. Esos hombres son únicamente dueños de enormes cantidades de oro que se visten con atuendos elegantes.

NATURE'S GENTLEMAN, ELIZA COOK
Novelista y poetisa inglesa











Unos minutos más tarde, Natsu se marchó de casa de lady Risley como un huracán después de despedirse rápidamente de su anfitriona. ¡Cómo se atrevía Lucía a desairarlo de esa manera delante de un grupo tan grande de gente!

Saltó al carruaje y le ordenó a Watkins que lo llevara al club, mientras en sus oídos todavía resonaban las palabras de Lucía, provocándole una insoportable quemazón: «Entonces su vida debe de ser terriblemente tediosa». ¡Esa mujer descarada se había compadecido de él! ¡De él! ¡Del conde de Dragneel! ¡Un hombre con más logros en su vida que una docena de caballeros juntos!

Sólo porque no se paseara por la ciudad en un perpetuo estado de envanecimiento como ese pelele de Eucliffe no significaba que su vida fuera vacía y sin sentido. No, desde luego que no. Era un hombre respetado, incluso envidiado, por todos aquellos que lo conocían.

Quizá se acostaba solo la mayoría de las noches. Y de vez en cuando —ahora más a menudo, desde que su hermana se había marchado de casa al esposarse— tenía la impresión de que su hogar se asemejaba a la cavernosa tumba de un rico faraón. A veces la vida adoptaba esos derroteros. Pero intentar ser feliz a partir de las dudosas promesas del amor sólo traía disgustos; era muy joven cuando aprendió esa triste lección. Si uno buscaba sólo afecto y felicidad y anhelaba algo más que un simple conformismo, estaba destinado irremediablemente a sufrir. Así era la vida.

Sin embargo, la sentencia de Lucía había conseguido incomodarlo: «La vida no vale nada si uno no puede gozar de tales lujos». ¡Como si una mujer de su edad pudiera saberlo todo acerca de la vida! Aunque no es como si él fuera mucho más mayor que ella... Seguro unos 3 años más. Soltó un bufido mientras clavaba la vista en la ventana. La oscuridad empezaba a caer sobre la ciudad, cubriendo de sombras las calles anegadas de barro, especialmente en esa parte del extrarradio de Londres. Un viejo vendedor ambulante de fresas caminaba en silencio, tirando de una carreta solo medio llena de fruta con las manos sin guantes. Natsu se fijó en su piel agrietada, desprotegida ante las inclemencias del tiempo. Un poco más lejos, una meretriz se apoyaba en una farola de aceite buscando compañía antes de que el sol acabara de ocultarse en la línea del horizonte.

A pesar de que lo habían educado con todo lujo de riquezas y de privilegios, estaba acostumbrado a presenciar un sinfín de escenas como ésas, especialmente desde que su madrastra, que había luchado duro por reformar el sistema penitenciario y la situación de los más necesitados, se esposó con su padre. A veces se sentía culpable de ser un privilegiado que había tenido la increíble suerte de escapar de tantas penurias. Todos los que se habían librado de una vida tan infortunada deberían sentirse suficientemente satisfechos y no pedir nada más.

My LordDonde viven las historias. Descúbrelo ahora