Asistir a la ópera, igual que embriagarse, es un pecado que conlleva su
propio castigo con él.CARTA DE 1775, A SU HERMANA LAS CARTA DE HANNAH MOORE HANNAH MOORE,
Escritora, reformista y filántropa inglesa.Lucy jamás había asistido a la ópera. Willow Crossing contaba con una vieja orquesta que actuaba en las fiestas de la localidad, así como con un grupo de actores ambulantes que a veces representaban alguna comedia de Shakespeare. Pero ópera no, seguro.
Por eso no sabía nada sobre Las bodas de Fígaro, compuesta por Mozart. Afortunadamente, a pesar de que era una ópera italiana, la producción era en inglés. Así pues, no sólo podía comprender la historia sino que además estaba disfrutando como una niña pequeña, extasiándose con la música como lo que realmente era: una simple chica provinciana entusiasmada. ¡Las voces sonaban tan claras, tan perfectas! La orquesta no cometía ningún error, ¡ni tan sólo con las notas más altas!Su regocijo se veía acentuado por el hecho de que Lord Fernández no había mostrado ningún indicio de conocer su oscuro secreto. Cuando comprobó que el vizconde se estaba comportado como de costumbre, Lucy se había relajado, especialmente porque había acudido a la cita sin Natsu. Quizá el plan aún saldría bien, después de todo.
Quizá Natsu se sentía satisfecho por el mero hecho de haberse demostrado a sí mismo que estaba en lo cierto en cuanto a su identidad. Por primera vez desde el baile en casa de los Merrington , Lucy se sintió libre de poder disfrutar de lo que la ocasión le deparaba.
El personaje llamado Cherubino, un mozalbete interpretado por una mujer, se puso a cantar un aria, y Lucy se inclinó hacia delante, admirada. ¿Cómo podía una mujer tan diminuta modular esos extraordinarios sonidos? Las habilidades musicales de Lucy dejaban bastante que desear, pero le encantaba escuchar. Al final del segundo acto, su cara había reflejado igual número de alegrías que de penas a causa del argumento.
En el interludio, los tramoyistas hicieron descender el magnífico candelabro con sus cientos de velas en medio de la platea, y lady Dundee se levantó de su asiento.
—Veo que lady Merrington está aquí esta noche. Iré a charlar un rato con ella.
—La acompañaré —anunció lord Fernández al tiempo que se incorporaba de su asiento—. Estas sillas no están hechas para hombres con las piernas tan largas como las mías. —Le ofreció el brazo a Lucy caballerosamente—. ¿Viene, lady Lucía?
Las notas suaves y elegantes de un violín resonaban en el palco, y ella suspiró de placer.
—¿Les importa si me quedo aquí a escuchar la música?— Lord Fernández se contuvo para no reír.
—Es sólo el interludio, lady Lucía.
—Ya, pero es una melodía maravillosa, ¿no le parece?— Lady Dundee le lanzó una sonrisa indulgente.
—Claro que lo es, hijita. Vamos, Fernández, dejémosla que se solace con la música.
Lucy sonrió agradecida, luego volvió a poner una vez más toda su atención en el escenario, donde los músicos estaban tocando un dueto para violín y arpa. También le gustaba el sonido del arpa. Recordó que su maestra en Willow Crossing tenía un arpa, aunque el sonido de sus notas no fuera tan puro ni dulce como el que ahora la embriagaba. Existían ventajas de vivir en la ciudad. Cuando regresara al pueblo echaría de menos esos privilegios.

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My Lord
FanficLucy es una chica de la baja aristocracia, hija de un rector que gracias a la culpa de una amiga llega a tener problemas, conociendo así a un Lord que cambiara su vida, pura y sana...