—¿Ah, sí? ¿Dónde? —preguntó curioso el peliazul.Lady Dundee se abanicó con más brío.
—En casa de lady Risley. ¿Asistirá usted también?
—Si me permite un comentario —intervino Eucliffe—, lady Risley es una dama sumamente deprimente. Sólo la gente más tediosa acepta sus invitaciones. Me temo que se aburrirán como ostras.
—Probablemente —dijo lady Dundee moviendo los dedos ensortijados impacientemente—. Pero es una vieja amiga. Celebramos nuestra puesta de largo juntas. No puedo defraudarla con un desplante similar, rechazando su invitación en una de las pocas ocasiones que vengo de visita a Londres.
—Es una actitud muy generosa por su parte —admitió lord Fernández con un tono gentil—. Y deseo que nuestra querida lady Juvia ya no se sienta indispuesta y pueda asistir también.
—Me temo que eso no será posible. Pero estará bien en casa, mientras Randolph y yo llevamos a Lucía a ese almuerzo. —Se aferró al brazo de Lucy—. Vamos, hija, necesitas descansar. No queremos que tú también caigas enferma.
Lanzando a lord Fernández y a Eucliffe una mirada de impotencia, Lucy les entregó a cada uno una copa y se alejó con su madre. Tan pronto como estuvieron seguras de que los dos individuos no podían oírlas, susurró:
—¿Cree que Jellal es el amante de Juvia?
—Es posible, pero pronto lo descubriremos. Ahora que sabe que Juvia estará en casa sola mañana, es probable que intente verse con ella en privado. Eso sería una clara señal de su culpabilidad.
—¿Y cómo piensa evitar que el vizconde descubra que Juvia no está allí?
—No te preocupes por eso, querida. Los criados saben lo que han de decir. Además, Randolph se ocultará cerca de la casa. Sorprenderá a lord Fernández si éste intenta alguna jugarreta. —La condesa miró hacia atrás donde los dos hombres todavía se hallaban de pie—. ¿Y qué opinas del señor Eucliffe? ¿Sospechas de él, también?
—No estoy segura. Ha dicho algo que me ha parecido extraño, algo sobre el tío Ran... quiero... quiero decir, sobre lord Loxar; ha dicho que en una ocasión le prohibió acercarse a Juvia.
Lady Dundee soltó una risita.
—Ya veo que te has metido completamente en tu papel.
Lucy se sonrojó.
—Supongo que sí, pero a veces la odio.
—¿A quién?
—A lady Lucía. —Las dos penetraron en el amplio vestíbulo, y Lucy echó un vistazo a su alrededor para constatar que nadie la estuviera escuchando, pero el lugar estaba desierto—. La odio por ser rica y por flirtear y por conseguir que todos los hombres se vuelvan locos por ella. —Recordó el cambio en el comportamiento de Natsu hacia ella esa noche, y añadió fervientemente—: No actuarían de ese modo con Lucy Heartfilia. Ni tan sólo la mirarían.
—No seas tonta; esos muchachos están pululando alrededor de Lucy Heartfilia. Aunque todo esto no sea más que una farsa, tú representas a dos mujeres. Mira, no lograrías ser lady Lucía de un modo tan convincente si su personalidad no fuera latente en ti. —Echó hacia atrás uno de los ricitos de Lucy en otro de esos gestos maternales a los que ella ya empezaba a acostumbrarse—. Y ahora dime con toda franqueza, ¿de verdad has odiado tanto hacerte pasar por lady Lucía esta noche?
Ella hundió la cabeza entre los hombros, demasiado avergonzada para contestar.
—No, pero eso es precisamente lo más horroroso; debería aborrecer ese comportamiento engañoso.

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My Lord
FanfictionLucy es una chica de la baja aristocracia, hija de un rector que gracias a la culpa de una amiga llega a tener problemas, conociendo así a un Lord que cambiara su vida, pura y sana...