XIX Pt.1

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Nos equivocamos al temer la superioridad mental y afectiva; esa clase de superioridad es totalmente honorable, puesto que el hecho de comprender las cosas hace que las personas sean más tolerantes, y la capacidad de sentir una emoción profunda inspira una gran bondad.

CORINNE MADAME DE STAËL

Natsu tenía que tomar una decisión. Tras otros dos tormentosos días de viaje, se estaban acercando a Londres, y todavía no sabía qué tenía que hacer.

Habría sido mucho más fácil si hubiera encontrado a Happy antes de marcharse de Willow Crossing. Su sirviente fiel podría haberle contado algo que explicara la desesperación de Lucy. Pero una minuciosa búsqueda en las posadas había revelado que el único hombre que recientemente había venido de Londres se había marchado al amanecer.

Natsu había albergado la esperanza de encontrarse con su criado en la carretera, pero eso no había sucedido. Ahora tenía que decidir. ¿Debería ir a casa de Loxar directamente y enfrentarse a esa víbora en su propio nido? ¿O debería esperar hasta escuchar lo que Happy tenía que decirle?

El carruaje pasó por encima de un bache, uno de los innumerables que había en la carretera de camino a la ciudad. Natsu recordó cómo esa misma carretera le había parecido totalmente llana cuando se habían dirigido hacia el norte, sin ninguna sacudida incómoda que perturbara la quietud. Le pareció sorprendente cómo la lujuria podía impregnar la situación, el contexto, el entorno, de matices amenos. Salvo por el incidente en la posada Warthog, el viaje había sido tan placentero como un día soleado navegando en un velero con un viento ideal y unas olas juguetonas.

Natsu lanzó un bufido. Por Dios, ya estaba de nuevo disertando en líneas poéticas. Eso era lo que la conversación con Lucy acerca del amor había conseguido suscitarle. Volvió a sentir las mismas emociones intensas: el corazón que dejaba de latir en su pecho, y una enorme pesadez amenazándolo con obturarle la garganta hasta ahogarlo sin remedio. Amor. Ella lo amaba. Pero no se casaría con él si interrogaba a Loxar. Después de un día y medio de haber escuchado sus teorías sobre lo que suponía la base de un buen matrimonio, Natsu sabía que ella le había hablado de todo corazón.

¡Que el diablo se la llevara! ¡A ella y a su ultimátum! Podía o bien abrir la puerta de la desagradable caja de Pandora de Loxar para ver qué secretos ocultaba ese desgraciado sobre Lucy. O podía mantener el silencio y dejar que ella se apañara con Loxar a solas. Por el amor de Dios, Lucy no tenía nada que hacer contra un marqués. No tenía poder, ni riquezas, ni título... ¡nada con que amenazarlo! ¡Debería mostrarse agradecida de que Natsu estuviera dispuesto a interceder en su favor!

Sin embargo, no lo estaba. En el punto de vista confundido de Lucy, su intromisión meramente reflejaba una absoluta falta de atención, de interés, hacia ella, hacia sus sentimientos y sus deseos.

En cambio, la verdad era que Natsu se preocupaba mucho por ella, demasiado; tanto que el simple pensamiento de que Loxar pudiera saber cosas oscuras sobre Lucy le helaba la sangre. No podía tratarse de nada sustancial. Su querida Lucy jamás habría podido hacer nada realmente perverso. No podía creerlo.

Pero ella había estado dispuesta a perder la honra y a comportarse de un modo que aborrecía sólo para mantener a Loxar en silencio. Por el amor de Dios, ¿qué podría provocar tal comportamiento si no era algo realmente terrible? Natsu tenía derecho a saber qué ocultaba su pasado. ¡Si iba a darle su apellido, debía saber dónde se estaba metiendo!

My LordDonde viven las historias. Descúbrelo ahora