Los vicios son detestables; reniego de ellos en todas mis tertulias, y me encantaría prohibirlos por completo, de no ser que seguramente lo único que obtendría sería un montón de asientos vacíos en mi salita de estar.CAMILLA FANNY BURNEY
Novelista inglesaLa alcoba de Natsu no era lo que Lucy había esperado. Sí, tenía una impresionante cama con dosel, perfecta para una noche apasionada, con unas sugestivas cortinas de damasco, tan azules como el cielo al anochecer, que colgaban de la rica estructura de madera de caoba.
¿Pero dónde estaban los cuadros obscenos, las esculturas eróticas cuya función era incitar los impulsos más libidinosos? Para un hombre que se pasaba las noches entre los brazos de furcias y de viudas alegres, su alcoba era sorprendentemente sobria y estaba habilitada con poquísimos muebles: sólo una mesita de noche despejada y un escritorio como únicos complementos de la cama.
—Bueno, ya estamos aquí —anunció Natsu, y el sonido retumbó sonoramente en los oídos de Lucy.
—Sí. —¡Virgen santa, era cierto! Estaba en su alcoba, sola con él.
—Déjame que te ayude a quitarte el vestido. —Natsu se le acercó por la espalda y le apartó el pelo hacia un lado para desabrocharle el traje. Lucy notó cómo la prenda se desprendía de su cuerpo, dejando entrever su espalda. Se estremeció en parte por el frío y en parte por la vergüenza que sentía. Cuando él la había besado unos minutos antes en su despacho hasta hacerle perder el sentido, ella se había olvidado de la barbaridad que estaba a punto de cometer. Pero ahora que él la estaba desnudando, no podía ignorar la realidad. Después de que se acabara esa esperpéntica alucinación, su reputación quedaría irremediablemente dañada para siempre.
Por un hombre que preferiría tragarse un sapo antes que casarse.
De todos modos, tampoco era que Lucy pudiera imaginarse casada con él. Si una cosa había conseguido con esa visita inesperada había sido ser plenamente consciente de la diferencia abismal de sus distintas situaciones sociales. Sólo esa alcoba era dos veces más grande que todas las habitaciones de la rectoría juntas, ¡y ésa era su casita en la ciudad, habría que ver el resto! Probablemente Natsu poseía más de una finca en la campiña inglesa. Su esposa tendría que ser una estupenda anfitriona, una mujer con unas capacidades sociales excepcionales con las que Lucy jamás habría soñado.
Una mujer como Lucy sólo sería apropiada como amante. Incluso probablemente tampoco estaría a la altura de esa posibilidad. La forma en que él le estaba desabrochando los botones y desatando las numerosas cintas de su traje demostraba una amplia experiencia de la que ella carecía. Obviamente, había desabrochado muchos vestidos femeninos.
En cambio, para ella era la primera vez que un hombre la desvestía. Si lograba mantenerse impasible sin que él se diera cuenta de su inexperiencia, sería un milagro.
Por supuesto, cuando él la penetrara descubriría la verdad. Le habían dicho que perder la virginidad implicaba sangrar y sufrir dolor. Lucy no podría ocultar la evidencia. Pero cuando llegara ese momento, ya no sería relevante. Las dos únicas razones por las que Natsu rechazaba a una joven casta y pura eran porque no le atraían las mujeres sin experiencia y, además, por su temor a verse forzado a casarse. Dadas las circunstancias, el segundo motivo quedaba descartado.
Pero el primero...
Lucy debió de ponerse muy rígida o hacer algún movimiento inconsciente que reveló sus temores, ya que él se detuvo sin acabar de desatarle todas las cintas del traje.

ESTÁS LEYENDO
My Lord
FanficLucy es una chica de la baja aristocracia, hija de un rector que gracias a la culpa de una amiga llega a tener problemas, conociendo así a un Lord que cambiara su vida, pura y sana...