Entre alcohol y besos

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Capítulo 14: "Entre alcohol y besos"

ALERTA: Capítulo con contenido sexual

La vida como siempre me sacaba de quicio o me sorprendía. Max era un chico verdaderamente genial, luego de ese día en que patinamos se había portado muy bien conmigo. El día de Navidad había pasado y me sorprendió con un regalo muy especial, un gatito. Siempre me han encantado los gatos por su forma perezosa de ser y su intuición a la tristeza, y recibir uno rubio con manchas blancas hizo que mi corazón se empequeñeciera y comenzara a querer al moreno.

Nos encontrábamos en su departamento. A pesar de que le fue otorgado por el Gobierno o algo así, estaba personificado para que viviera un adolescente en el. Poseía dos piezas con camas individuales y un baño. Además de una pequeña sala de estar con una barra americana que separaba la cocina.

—¿Al final que nombre le pusiste? —preguntó Max mientras acariciaba al pequeño felino.

Habíamos tenido que traerlo hacia aquí en el pequeño auto del moreno ya que en mi casa no había nadie y maullaba cada vez que me separaba de él. Era adorable.

—Creo que manchitas.

Una carcajada se escapó de su garganta pero al ver que era en serio detuvo su risa.

—¿En serio Talía? —asentí—, veo que tienes muy poca originalidad.

Crucé mis brazos y fingí estar enojada.

—Dime uno tú entonces, chico original.

El levantó sus cejas y sonrió presumido. —¿Qué te parece Botas?

Abrí los ojos y lo miré. —¿Me estás jodiendo?

El negó con la cabeza y acarició la pequeña cabeza peluda del animal mientras este ronroneaba a su tacto. Botas no estaba nada de mal.

—Tu ganas—dije asintiendo.

El impulsó mi mentón con su índice y me puso de frente a el.

—Botas será. —se acercó y me dio un casto beso en los labios.

Sonreí para mis adentros, era muy grato tenerlo cerca, su aroma a chocolate estaba impregnado en cada esquina de su departamento y sus roces cariñosos me hacían cosquillas. Había pasado por mi y me dijo que tenía una sorpresa para mi aquí, este chico me estaba llenando de regalos y yo sólo podía responderle con una enorme sonrisa y un abrazo. Aún no sabía como reaccionar frente a él, hacía tantas cosas por mí y yo sentía que no le devolvía nada. Me sentía mal en cierto punto.

—¿Cuál era la sorpresa? —pregunté poniéndome de pie y colocando a Botas en un cojín con una manta para que durmiera calentito.

Max se puso de pie y se dirigió a la que supuse que era su habitación, me dispuse a seguirlo de pura inercia.

Cuando entré por la puerta de madera me sorprendí con el orden de la habitación. Era completamente azul, como el mar, su cama individual con edredón negro se encontraba en una esquina y al lado se encontraba un pequeño velador. También tenía un armario y un escritorio, estaba todo perfectamente limpio y no parecía ser usado.

El me miró e hizo que me sentara en la cama.

—En realidad, Luna me ayudó con el regalo—explicó el—pero juro que yo lo elegí.

Me tendió una pequeña caja con decoraciones plateadas. Lo abrí y me sorprendí al instante, era un collar negro y en su punta colgaba un corazón con brillantes y justo en el medio un orificio para una llave. Jamás me habían gustado los regalos así pero este me pareció un detalle muy lindo, además que era bello.

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