Nuestra manera

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Capítulo 15: "Nuestra manera"

Talía POV

Desperté adolorida y con un dolor de cabeza enorme, cada vez que me movía ésta hacia boom boom y sentía que iba a explotar.
Cuando pude abrir más que la rendijas de mis ojos me sorprendí al instante, no estaba en mi habitación, me paré de repente y solté un gemido, todo me daba vueltas. Tenía un sabor amargo en la boca y se intensificó cuando me dieron náuseas, por suerte este lugar tenía baño en suite ya que corrí hacia allí y eliminé todo rastro de alcohol en mi cuerpo. Tiré la cadena y vi como el líquido amarillento desaparecía por el retrete, ¿qué había pasado? Lo único que recuerdo es tomar alcohol como endemoniada y disfrutar, después todo se vuelve negro como si me hubiera ido a dormir.

Esto no me estaba gustando. Analicé mi vestimenta y vi un pantalón de chándal que no era mío y un poleron de cierre negro que por supuesto tampoco era mío. También no tenía el sostén puesto... Oh Dios. ¿Me violaron?

Empecé a desesperarme y caminar para todos lados, ya me encontraba un poco mejor de la resaca pero no emocionalmente, no sabía donde carajos estaba y la habitación verde oscuro tampoco daba algún indicio. La puerta estaba cerrada con seguro desde afuera y la pequeña ventana daba a un patio trasero que no conocía. Estaba encerrada y horrorizada.

¿Qué pasaba si estaba secuestrada? ¿O si en verdad me violaron? ¿Qué les diré a mis padres? ¿Qué será de mi? Gimotié en la cama acumulando lágrimas en los ojos, mi cabeza ardía y mi corazón estaba aceleradísimo. Por cosa del destino miré hacia la izquierda y me encontré con una pequeña nota y un vaso con aspirinas.

"Antes que nada tómalas, te sentirás mejor. No te desesperes estas en la casa de Teo aún, estaré ahí a las 11 -J"

Un alivio enorme llegó a mi como una ducha de agua fría, no me había pasado nada malo. Busqué mi celular pero al parecer no estaba aquí, debía tener miles de mensajes y llamadas de mis padres, me iban a castigar de por vida por no avisarles nada. Miré la hora en el reloj de pared, sólo quedaban unos minutos para las once, me acomodé el polerón y el pelo mientras me tomaba las aspirinas. Mi cabeza dolía un montón.

Cuando estaba quedándome dormida nuevamente, Jimmy llegó.

—Hola, ¿estás bien? —preguntó.

Cerró la puerta tras de sí y se sentó en el comienzo de la cama de dos plazas, a mis pies. Llevaba una polera blanca pegada a su cuerpo haciendo resaltar sus abdominales, un poleron rojo de cierre y una chaqueta de cuero negra, podía suponer que afuera hacia mucho frío para estar a mediados de enero.

—Estoy bien—respondí—¿qué hago aquí? No recuerdo nada.

Me llevé la mano a la cabeza y él se acomodó en su sitio, estaba completamente serio.

—¿No recuerdas nada de lo que pasó anoche? —negué—pues... te emborrachaste.

Sonreí. —Esa parte la sé, ¿dónde esta mi ropa interior? —tragué.

Aún tenía cierto malestar en mi estómago, podía pensar cualquier cosa.

—Yo... y-o—tartamudeó.

Pensé lo peor y la sangre se me subió a la cabeza.

—¿Qué me hiciste?

El negó con la cabeza y dolor pasó por sus ojos.

—Respóndeme —grité.

—No te hice nada—gritó poniéndose de pie—, nunca lo haría.

Siempre entre DosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora