Él

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Capítulo 5: "Él".

La casa Baker me traía un extraño presentimiento y sobre todo la actitud de Jimmy. Cuando salí por fin de allí West me llevó al centro comercial.

Era un edificio de seis pisos con cualquier tienda que te puedas imaginar, estaba descomunalmente lleno de gente. Incluso el aire estaba pesado y costaba respirar. Nos introducimos en un laberinto de personas, tenía su cabeza en mi vista pero de un segundo a otro no lo ví más. Que peor que estar atrapada con esa gente sudorosa.

Algo agarró mi mano y al instante me dí vuelta.

—Aquí estas. —dijo West sonriendo.

—W, no sé si te has dado cuenta pero hemos caminado media hora y aún no compramos nada.

—Calma, calma, ya llegamos. —Señaló una tienda de vestidos elegantes y de diario, ceñidos al cuerpo y otras camisetas cortas y provocativas—. Es hora de tu cambio, y ¿W? Que imaginación tienes.

—No entraré ahí —miré hacia la tienda disgustada.

En verdad no tenía problemas con la ropa, consideraba que la mía estaba bien.

—Vamos, sólo unas cuantas cosas.

—No—liberé mi mano que aún tenía él y estaba comenzando a sentir una extraña comezón en mi estomágo cada vez que hacía círculos con su dedo pulgar en mi palma—, de eso quería hablarte hoy.

Frunció el ceño. —¿De qué querías hablarme esta tarde?

—Mm...—me rasqué la nuca—Quiero terminar el trato.

—Está bien.

Entrecerré los ojos hacia el.

—Vaya, que fácil. ¿No me dirás nada?

—¿Te digo un secreto?

—Mi vida se basa en secretos—dije—, suéltalo.

—El trato sólo era una excusa. Lo que quería era acercarme a ti.

Las cosas entre nosotros habían cambiado mucho esta última semana, ahora a parte de atraerme quería que nuestra relación fuera verdadera. No quería fingir más. El trato había arruinado mi manera de ser pero había logrado conocerlo y eso era mucho mejor.
Me removí incómoda aún a las afueras de esa tienda.

—¿Y-y lo lograste?

Se acercó más a mi y puso sus manos en mi pelo.

—Dímelo tú.

Me tomó del cuello y me pegó a él. Esta vez, supe que el beso era verdadero para demostrarme la respuesta. Su lengua revoloteó con la mía, era una sensación de nervios pero a la vez de satisfacción, de hace tiempo necesitaba este beso. Besaba delicioso. Los besos empezaron a subir de tono e hizo un trayecto de mi mandíbula a mi cuello, en uno lo hizo tan fuerte que sé que quedara morado.

Lo empujé lejos de mi y me llevé la mano a la zona afectada.

—¡Me quedará marcado! Y no hagas eso aquí. —miré para todos lados.

El rió y pude disfrutar de sus ojos achinados.

—Mejor, para que lo recuerdes. —me guiñó el ojo—. Será mejor que nos apuremos. Te llevaré a casa.

Mientras conducía su espectacular deportivo comencé a observarlo, su mano posada en el manubrio de cuero se tensaba cada vez que doblabamos por una avenida. Su camisa de manga corta gris, le quedaba una talla más grande pero le lucía bien. Estaba completamente desaliñado pero aún así me gustaba. Era una sensación extraña, sentirse querida por primera vez.

Siempre entre DosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora